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Un jubilado británico, que lleva 20 años viviendo en Málaga, se va porque todos sus vecinos son de su país: “es Inglaterra con sol”

Al final ha decidio mudarse a Lucena, ya que dice estar “harto de de vivir entre compatriotas”.


Un jubilado cabreado
Un jubilado cabreado |Envato
Francisco Miralles
Fecha de actualización:

España es uno de los destinos favoritos por los turistas no solo en verano, sino también para vivir a lo largo del año. Tanto es así que incluso la Costa del Sol se ha convertido en uno de los destinos de referencia para los jubilados de todo el mundo y, en especial, de los ingleses. Pero, a veces, estos deciden jubilarse y venir a España para conocer a otras personas con costumbres diferentes y que no se parezca a la vida que llevaban en su país. El colmo es, que muchos acaban descubriendo que se encuentran rodeados de compatriotas, esa “España diferente” es solo una ilusión.

Este es el caso de Peter Moreve, un jubilado británico que, tras 20 años en Málaga, ha decidido dar portazo a la Costa del Sol cansado de vivir rodeado de compatriotas. “Aquí ya no es España, es Inglaterra, pero con sol”, asegura, resumiendo el hartazgo que le ha empujado a buscar una vida diferente.

Moreve llegó a Andalucía con el mismo sueño que han perseguido miles de británicos antes que él: la playa, el buen tiempo y una jubilación tranquila bajo el sol andaluz. Pero dos décadas después, el sueño se ha tornado pesadilla. La postal española que buscaba se le ha desdibujado entre urbanizaciones donde el inglés es la lengua franca y los bares sirven fish and chips más rápido que una caña o una paella.

“Yo quería vivir en España”

Por eso, a los 68 años y cansado, ha decidió tomar una decisión e irse de allí y mudarse de Mijas Costa a Lucena, un sitio de interior que se encuentra en la provincia de Córdoba. Según explica, el motivo es bastante sencillo. “Todos mis vecinos eran de Reino Unido. No era España, era Inglaterra con sol y yo quería vivir en España”, confiesa sin rodeos. Su testimonio concuerda con el lado B de un fenómeno que ha transformado la costa, que es el auge de los guetos de extranjeros, donde ni siquiera los propios británicos logran sentirse integrados.

Según la Organización Mundial del Turismo, España ha batido récords turísticos en 2024, rozando los 83,7 millones de visitantes. Mijas Costa, con un 40% de población extranjera (la mayoría británicos), ilustra hasta qué punto el litoral se ha convertido en una suerte de colonia inglesa. “Si vivo en un país, quiero formar parte de él”, insiste Peter. Pero allí, admite, la integración es un espejismo: “No usaba apenas el español. Me sentía fuera de lugar en mi propia burbuja”.

“Aquí tengo que hablar español”

El salto a Lucena no es casual. Con 45.000 habitantes y muy pocos compatriotas a la vista, la localidad cordobesa ofrece a Moreve lo que la costa le negó, el contacto diario con la cultura española, uso real del idioma y la sensación de pertenecer, por fin, a una comunidad. “Aquí tengo que hablar español en el supermercado, en el bar, en la calle. Eso es lo que vine a buscar y, hasta ahora, no había encontrado”, relata.

No es un caso aislado. Cada vez más extranjeros optan por dejar las zonas saturadas de turismo y asentarse en la España del interior, según datos de la Oficina de Turismo. Las provincias de Toledo, Salamanca o Ávila también atraen a nuevos residentes que buscan “una experiencia española auténtica”, lejos del bullicio de la costa y los menús traducidos.

No me arrepiento ni un segundo. Ahora sí siento que vivo en España”, zanja el británico. Su historia pone el foco en el precio real del turismo masivo: ni los extranjeros más enamorados aguantan una España que ya no les deja ser extranjeros… ni españoles.