El economista Santiago Niño Becerra se ha pronunciado sobre dos de los debates más calientes del momentos, que son la jornada laboral y el salario mínimo. En una entrevista con NoticiasTrabajo, ha explicado que “lo que no se debe hacer es un plan de café para todos”. Y añade: “No se puede reducir la jornada igual para todo el mundo en todas partes”.
Mientras que el ministerio de Trabajo liderado por Yolanda Díaz busca reducir la jornada laboral a de 40 a 37,5 horas semanales, sin que por ello se vea reducido el salario, Niño Becerra plantea una alternativa más granular. “La reducción debe hacerse por zonas, por sectores, por empresas, caso por caso”, explica. Cita como ejemplo a una empresa que implementó un modelo con una reducción del 6% en el salario y del 15% en la jornada tras realizar un estudio interno. “El sistema está funcionando muy bien”, afirma, aunque matiza que se trata de una excepción en un contexto muy específico.
En su opinión, imponer una medida universal podría poner en riesgo la viabilidad de muchas pequeñas y medianas empresas, incapaces de absorber los costes derivados de una reducción de horas sin una contrapartida en productividad o costes laborales. “En términos generales, no funcionará”, sentencia.
Un Salario Mínimo ligado al coste de la vida y a la contabilidad empresarial
Niño Becerra aplica la misma lógica territorial al Salario Mínimo Interprofesional, cuya cuantía actual en 2025 se sitúa en 1.184 euros mensuales en 14 pagas. “1.300 euros no tienen el mismo poder adquisitivo en Badajoz que en Guipúzcoa”, argumenta, planteando que su cuantía debería adaptarse a la realidad económica de cada zona y a la capacidad financiera de cada empresa.
El economista introduce un matiz, clave y es, que si “una empresa que va bien podría pagar incluso un salario superior, pero una que está en apuros tendrá que pagar el mismo mínimo. Eso es una distorsión”. A su juicio, el salario mínimo debería determinarse teniendo en cuenta la contabilidad de las empresas, y condicionarse a una auditoría que asegure criterios objetivos de capacidad de pago.
La clase media en retroceso
Por último, Niño Becerra hace un análisis histórico de la clase media y su progresiva desaparición. “Fue un invento del sistema tras la Segunda Guerra Mundial para garantizar crecimiento y paz social”, recuerda. En su visión, la clase media fue funcional entre los años 50 y 80, cuando el empleo estaba garantizado, los salarios subían y el consumo tiraba del PIB.
Sin embargo, la revolución tecnológica, el auge de la robótica y la globalización han reducido su papel estructural. “La clase media baja está desapareciendo a velocidad de vértigo. Solo quedará la clase media alta”, augura.
Pymes al límite y el espejismo del emprendimiento
Las pequeñas y medianas empresas (pymes), que representan más del 95% del tejido empresarial español, ocupan un lugar central en la reflexión del economista. Niño Becerra lanza una advertencia incómoda: muchas de ellas no son empresas al uso, sino la única vía de subsistencia para quienes no encuentran empleo como asalariados. “Sus ganancias equivalen a un salario. No tienen beneficios, viven al día”, señala.
Este tipo de pymes, con márgenes mínimos y escasa capacidad de maniobra, terminan enfrentándose a una disyuntiva: cerrar, precarizarse o desplazarse hacia la economía sumergida. Según el economista, esta economía informal oscila entre el 17% y el 23% del PIB español, una cifra alarmante que refleja una estructura económica con importantes grietas.