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Jorge, carpintero metálico, sobre el futuro del oficio: "Aquí necesitan mano de obra cualificada, pero enseñar es perder el tiempo"

Este carpintero metálico explica cómo ha cambiado el oficio en España, los sueldos que se pagan y lo difícil que es abrirse camino en un sector donde la experiencia lo es todo.

Jorge, carpintero metálico
Jorge, carpintero metálico |Elandrevlog
Francisco Miralles
Fecha de actualización:
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La carpintería metálica ha sido uno de los oficios imprescindibles para la construcción y el sustento de miles de familias en España. A pesar de ello, al ser un trabajo duro y mal pagado, muchos jóvenes han preferido darle la espalda. Detrás del taller se esconde una realidad compleja: largas jornadas, precios ajustados y un relevo generacional cada vez más escaso.

Jorge, un carpintero metálico caleño que lleva 20 años en España, lo sabe bien, pues llegó en pleno boom inmobiliario, cuando “había tanto trabajo que uno podía elegir en qué trabajar y en qué no”. Hoy, el panorama es distinto, aunque su pasión por el oficio se mantiene intacta. “Un carpintero metálico puede cobrar desde 25 hasta 50 euros la hora”, explica en una entrevista con el creador de contenido Elandrevlog. Pero de esa tarifa hay que restar mucho más de lo que parece.

“De esos 40 euros por hora tienes que descontar la Seguridad Social, los discos de corte y la furgoneta”

Jorge detalla que esos 25 a 50 euros no son el beneficio neto del profesional: “Tienes que descontar Seguridad Social, desplazamientos, discos de corte, electrodos, herramientas... todo eso entra dentro de la hora de trabajo”. En la práctica, lo que gana un oficial suele rondar entre los 1.500 y 1.600 euros al mes, y eso trabajando a jornada completa y sin parar.

En su taller, cada máquina supone una inversión: una sierra eléctrica cuesta unos 1.600 euros, una máquina de soldar más de 2.000. “Las pagué en tres veces, poco a poco”, recuerda. Porque, aunque el trabajo es estable si se sabe, llegar a dominarlo no es fácil. “Cuando empiezas de ayudante tiras muchas horas con la radial porque no te enseñan a soldar. Aquí la gente es egoísta, no quiere que aprendas, porque si aprendes, cobras igual que ellos”, confiesa.

“Aquí nadie te enseña, y si no sabes, te toca aprender solo”

Esa falta de formación interna es, para Jorge, una de las grandes trabas del oficio. “Aquí el problema es que la gente va a trabajar, no a enseñarte. Ven formar a alguien como una pérdida de tiempo”. Por eso anima a quienes quieran dedicarse a la carpintería metálica a buscar su propio camino: “Haz cursos, mira vídeos, compra una máquina y practica. Porque aquí nadie te va a pagar una homologación”.

De hecho, obtener la homologación de soldadura puede costar hasta 600 euros, y muchas empresas solo la financian si el trabajador aprueba. “Yo me la saqué porque ya había hecho mis cursillos, pero si fallas, te la descuentan del sueldo”, explica.

“El que sabe, trabaja; el que no, ayuda”

Pese a las dificultades, Jorge defiende el orgullo que hay detrás del oficio: “Me gusta construir cosas. Pasar por un sitio y decir: esa puerta la hice yo, esa estructura la montamos nosotros”. Sin embargo, reconoce que sin un cambio en la mentalidad del sector y en los salarios, cada vez será más difícil encontrar jóvenes dispuestos a seguir el oficio. “Aquí necesitan mucha mano de obra cualificada. Pero si no te enseñan y no te pagan bien, ¿quién va a querer aprender?”.