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Un baby boomer que ha tenido cáncer y recibe una paga de 2.200 al mes de la Seguridad Social no puede jubilarse tranquilamente: "Es una paradoja"

Wendy Jones no consigue tener tranquilidad financiera, los pagos de la Seguridad Social de su país son insuficientes.


Wendy Jones con su pareja, Roy
Wendy Jones con su marido |Wendy jones | Business Insider
Antonio Montoya
Fecha de actualización:

Una mujer que trabajaba como asistente legal tuvo que dejar de trabajar cuando le diagnosticaron un tumor cerebral y ahora no tiene suficiente dinero para llevar comida a la mesa. Su marido tiene discapacidad permanente, por lo que a ambos le dan un pago mensual de la Seguridad Social de Estados Unidos, pero resulta insuficiente para tener solvencia económica. Esta mujer, además de cobrar una pensión por haber sufrido un cáncer, trabaja a media jornada y ha firmado una hipoteca inversa, por lo que si tienen más gastos médicos podrían verse en serios problemas para subsistir.

Wendy Jones, que tiene 71 años, vive con recursos limitados en Palm Beach, Florida, junto a su esposo Roy, quien quedó incapacitado tras un accidente laboral hace más de tres décadas. Ambos reciben pagos del Seguro Social, pero los gastos médicos, incluso con seguro, han mermado sus ahorros. En la actualidad, Jones trabaja en una clínica veterinaria cobrando el salario mínimo mientras teme que un imprevisto médico los lleve a la bancarrota, tal y como recoge una entrevista para Business Insider.

Enfermedad, desempleo y dependencia del Seguro Social

Durante más de 20 años, Jones trabajó como asistente legal de juicios civiles en West Palm Beach. Su vida cambió por completo a mediados de los 2000, cuando empezó a sufrir desmayos y problemas de visión: “Sentía como una espada atravesándome la cabeza”, relató. Le diagnosticaron un tumor cerebral y, tras una cirugía y un periodo intermitente de trabajo, se declaró discapacitada.

De alguna manera, pensé que sería igual a lo que ganaba, pero representaba dos tercios de mis ingresos, así que un recorte enorme”, explicó sobre los pagos del SSDI. Además, tuvo que esperar dos años para acceder a Medicare, lo que supuso gastos de hasta 500 dólares mensuales en medicación.

Durante este periodo, la pareja se declaró en bancarrota. “Si no tuviera estudios ni hablara inglés, no podría imaginarme recibir esta ayuda”, reconoció Jones, destacando las barreras a las que se enfrentan muchos mayores con menos recursos digitales.

Una pensión insuficiente y decisiones forzadas

Aunque actualmente reciben 3.200 dólares al mes entre ambos, la subida del coste de vida o COLA y los gastos médicos recurrentes apenas les dejan margen. Para conservar su casa, recurrieron a una hipoteca inversa. “Era nuestra única opción”, dijo Jones, quien explicó que su hipoteca habría sido de hasta 2.000 dólares mensuales.

En el último año, han tenido que prescindir de la carne, recurrir a verduras congeladas y reducir a un solo vehículo. “Nos han sugerido mudarnos, pero llevamos 35 años viviendo aquí. Mudarse es muy caro”, lamentó. El seguro de hogar les cuesta 4.000 dólares anuales, el impuesto predial 2.000 y el seguro del coche cerca de 1.900, cifras que se han vuelto insostenibles. “Es horrendo tener que pagar todo eso en el mismo mes”, expresó.

Trabajo precario como única salida

Jones trabaja unas horas semanales en una clínica de aves, ingresando hasta 300 dólares al mes. Aunque podría renunciar para acceder a más ayudas, prefiere mantenerse activa: “Es un dilema: la gente dice: 'Consíguete un trabajo', pero lo intenté y me lo quitaron todo”, afirmó.

Sus hijos, ahora adultos, la apoyan económicamente de forma puntual, pero su día a día sigue marcado por la incertidumbre sanitaria y económica. “Estoy tratando de encontrar una manera en la que podamos vivir cómodamente sin incomodar a nadie más”, concluyó.

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