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Mi padre era drogadicto y tuve una infancia complicada, pero ahora he ganado más de 5 millones vendiendo cromos: quiero que "mis hijos vivan una infancia mejor"

Joe DePasquale, que tiene una empresa de venta online de tarjetas deportivas, quiere darles los recursos necesarios a sus hijos para que sean exitosos.


Joe Hollywood con su familia en una playa
Joe DePasquale con su familia |Business Insider | Joe Hollywood
Antonio Montoya
Fecha de actualización:

Un hombre ha conseguido ganar más de 5 millones de dólares en un año solamente vendiendo tarjetas deportivas con su propia empresa online, llamada ‘Joe Hollywood’, después de venir de una infancia complicada. Su padre era drogodependiente y su madre estaba enferma, pero a pesar de esto y de que vivían de las donaciones de la iglesia, este hombre logró salir adelante vendiendo tarjetas coleccionables desde muy joven. Ahora que ha amasado una fortuna, lleva a sus hijos de viaje y les proporciona los recursos que necesitan para salir adelante con facilidad y llegar al éxito. Sin duda, sus hijos se están criando mejor que él.

Joe DePasquale es el fundador de la marca de venta de tarjetas deportivas ‘Joe Hollywood’, pero esta no es una empresa tradicional de estampitas, sino la marca personal y el alias del propio Joe DePasquale, un destacado vendedor y streamer en el ámbito del coleccionismo de cromos antiguos. A través de la plataforma de comercio en vivo Whatnot, Joe ha construido una comunidad vibrante y ha logrado ventas superiores a los 5 millones de dólares en un solo año.

Tuvo que crecer en un entorno difícil, pero encontró en las tarjetas deportivas una pasión desde temprana edad. Tras una carrera en finanzas, decidió dedicarse a tiempo completo a su afición por las tarjetas, transformándola en un negocio exitoso. Comenzó vendiendo desde su sótano y, con el tiempo, convirtió su hogar en un estudio de transmisión en vivo.

Los inicios difíciles de Joe Hollywood

Como cuenta el protagonista en su reciente entrevista para Business Insider, “de niño, no tenía mucho. Mi padre estaba metido en las drogas y mi madre sufría una enfermedad mental que a veces le dificultaba incluso salir. Era un ambiente muy difícil. Recuerdo que un día llegué a casa y vi a desconocidos en casa; era la iglesia local que nos traía donaciones”.

Ya en aquel momento, sus tarjetas deportivas eran sus “posesiones más preciadas”, como él mismo declara. Y todo comenzó gracias a su abuelo, que fue quien le compró su primer paquete cuando solo tenía 8 años. Las conservó como algo muy valioso, incluso hasta hacerse mayor, continuando su pasión: “Fui a la universidad en Manhattan y falté a muchas clases porque compraba tarjetas por 5 o 10 centavos en la esquina”.

Joe no duró mucho en la universidad y empezó a trabajar pronto en las finanzas: “Finalmente, dejé la universidad para trabajar en finanzas, ganando 200 dólares a la semana. Ese trabajo me ayudó a conectar con mi situación actual y a alcanzar mi potencial. Ascendí en la empresa y finalmente llegué a la dirección de mi empresa financiera. Pero nunca me sentí completamente seguro financieramente, sobre todo viendo en primera persona lo turbulento que puede ser el mercado”.

Vendí más de 5 millones en cartas deportivas: así convertí un hobby en un imperio familiar

Lo que comenzó como una afición infantil acabó ocupando el sótano de su casa y facturando millones. En 2022, este padre de familia dejó Nueva York para mudarse a Atlanta y continuar su carrera en finanzas. Fue entonces cuando decidió llevar consigo su colección de tarjetas coleccionables: más de medio millón de unidades almacenadas en un trastero. Aquella decisión cambió su vida y la de su familia.

“Llenaban casi todo mi sótano, así que mi esposa, Dori, sugirió que era hora de vender algunas”, cuenta. Lo que parecía una limpieza de primavera se convirtió rápidamente en una empresa familiar con cifras millonarias.

Un negocio que nació en el sótano

Su hijo mayor, Joe Jr., tenía 10 años en ese momento. Entusiasmado con la idea, se sumó al proyecto. Juntos empezaron a vender las tarjetas online, y más tarde a través de WhatNot, una plataforma de retransmisión en directo. “Al principio, grabábamos en la sala de calderas del sótano; el programa terminaba cuando se me acababa la batería del teléfono”, recuerda.

Con el tiempo, el espacio también evolucionó: primero fue la mesa de trenes del hijo pequeño, luego la mesa de ping-pong, hasta que finalmente dedicaron una habitación entera a las ventas. El resultado: más de cinco millones de dólares facturados solo el año pasado. “El año pasado, mi empresa facturó más de 5 millones de dólares en WhatNot”, afirma.

Viajes únicos con cada hijo

Con tres hijos de 13, 10 y 6 años, el emprendedor busca ahora devolverles el tiempo que la actividad laboral a veces le roba. Aunque retransmite 24 horas seguidas de viernes a sábado, reserva los domingos para su fe y su familia.

“Nos gusta viajar en familia, incluyendo un viaje reciente a las Bahamas por Acción de Gracias”, explica. Además, junto a su esposa Dori, organiza viajes individuales con cada niño. “Nos estamos preparando para llevar a Joe Jr. a Disney; él nunca ha estado allí, y yo tampoco”.

El año pasado, llevaron a su hija a Nueva York, donde “hicimos todo lo que quería, incluso ver a las Rockettes”. El menor, por su parte, pidió algo más sencillo: “comer sándwich de queso a la plancha en la playa”, y acabaron en las Islas Turcas y Caicos.

Quiere una infancia mejor para sus hijos y que tengan recursos

Más allá del dinero, su prioridad es ofrecer a sus hijos un entorno que favorezca su crecimiento. “Quiero que mis hijos tengan acceso a todos los recursos que necesitan para triunfar”, afirma. En su casa, los intereses de cada niño se respetan y se apoyan económicamente. Desde clínicas de baloncesto hasta clases de baile o refuerzo escolar.

El apoyo no es casual: proviene de su propia historia familiar. “Mi madre no tenía dinero, pero quería que asistiera a una escuela secundaria privada. Le pidió a mi abuela que pagara mis estudios; a cambio, mi madre no heredó nada en su testamento cuando mi abuela falleció”, relata. Agradecido por no tener que enfrentarse a decisiones tan duras, se siente motivado a ofrecer lo mejor a sus hijos.

Aunque sus cifras son llamativas, su objetivo no es solo económico. “Quiero que mis hijos se esfuercen por alcanzar el éxito, pero estaré a su lado mientras lo hacen”, subraya. Para él, el dinero es solo una herramienta; lo importante es formar buenas personas. “Quiero que sepan que la vida no se trata solo de ganar dinero; se trata de ser buenas personas”, concluye.

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