
Aleysha Ortiz, una estudiante de origen latino en Estados Unidos, concede una entrevista a CNN en la que saca a la luz cómo ha conseguido llegar a matricularse y estudiar en la Universidad de Connecticut sin saber leer ni escribir. Su principal herramienta actualmente es utilizar la tecnología para ayudarla en los grandes problemas de aprendizaje que lleva acarreando desde niña sin que el sistema educativo le haya dado el apoyo necesario.
La joven de 19 años de edad fue diagnosticada previamente con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), trastorno negativista desafiante (TND), trastorno de ansiedad no especificado y trastorno de comunicación no especificado. Las nuevas pruebas revelaron que también tiene dislexia. Actualmente, dice que se ha tomado un tiempo libre para recibir un tratamiento de salud mental, pero que planea regresar pronto a sus estudios.
Siempre fue la “niña mala” de la escuela: unas necesidades de aprendizaje ignoradas
Ortiz nació en Puerto Rico y desde pequeña mostró signos de dificultades de aprendizaje. Su madre, Carmen Cruz, trasladó a la familia a Connecticut con la esperanza de que su hija recibiera una mejor educación. Sin embargo, la joven nunca logró avanzar en lectura y escritura, y para cuando llegó al instituto, su nivel de comprensión lectora se mantenía en el de un niño de primer grado.
La demanda también alega que Tilda Santiago, gestora de casos de educación especial de Ortiz, la sometió a acoso y humillaciones, además de ignorar sus dificultades académicas. La madre de la joven intentó intervenir, pero enfrentó barreras lingüísticas y desconocimiento de las normas del sistema educativo estadounidense.

En su último año de instituto, Ortiz solicitó pruebas para diagnosticar una posible dislexia, pero no recibió los resultados hasta el último día de clase. Los exámenes confirmaron que necesitaba instrucción en fonética, fluidez y comprensión lectora, habilidades que suelen enseñarse en los primeros años de educación.
Pero, ¿cómo es que consiguió aprobar con honores?
Ante la falta de apoyo en su aprendizaje, Ortiz recurrió a la tecnología para realizar sus tareas escolares. Mientras sus compañeros dedicaban su tiempo libre a actividades recreativas, ella pasaba entre cuatro y cinco horas cada noche completando sus deberes.
Para compensar sus dificultades, grababa todas las clases en su teléfono móvil y reproducía el audio posteriormente. Utilizaba herramientas de voz a texto para convertir sus apuntes en un formato que pudiera comprender. Una vez que asimilaba la información, dictaba sus respuestas, las convertía en texto y luego copiaba y pegaba las palabras en sus tareas.
Debido a su vocabulario limitado y a las dificultades que enfrentaba para expresarse, reconoce que la traducción de sus respuestas no siempre era precisa o gramaticalmente correcta. Sin embargo, este método le permitió mejorar su rendimiento académico hasta alcanzar calificaciones cercanas a las más altas.
Ortiz explicó a CNN cómo emplea esta tecnología. En una demostración, capturó una imagen de un libro en su teléfono y utilizó una aplicación para leerle el texto en voz alta. Cuando se le pidió que intentara leer el pasaje por sí misma, respondió:
Es imposible. Veo palabras por todas partes… sin sentido
Impacto y críticas al sistema educativo estadounidense
El caso de Ortiz ha reavivado el debate sobre las deficiencias en la educación especial y las desigualdades en el sistema escolar estadounidense. Un informe de 2019 de la organización EdBuild reveló que los distritos escolares con mayoría de alumnos no blancos reciben 23.000 millones de dólares menos en financiación que aquellos con mayoría de estudiantes blancos. En Hartford, la matrícula de estudiantes de minorías superó el 90 % en los años escolares 2020-2021 y 2021-2022.
Jesse Turner, director del Centro de Alfabetización de la Universidad Estatal de Connecticut Central, sostiene que la calidad de la educación varía según el código postal y la composición demográfica de cada distrito escolar. Además, advierte que la propuesta del expresidente Donald Trump de eliminar el Departamento de Educación de EE.UU. podría agravar la situación, al dejar la financiación escolar en manos de cada estado.
Ortiz busca que las autoridades escolares asuman su responsabilidad y está solicitando una indemnización por daños y perjuicios. Su madre ha decidido compartir su experiencia para evitar que otras familias pasen por situaciones similares.
A pesar de las dificultades, Ortiz afirma que seguirá luchando por su educación y por mejorar el sistema escolar de su ciudad. “La gente me quitó la oportunidad de aprender, pero ahora estoy en la universidad y quiero aprovecharla”, declara.

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