Hay profesiones que no son para todo el mundo. Y la de piloto de caza es una de ellas. Enrique Gil es uno de los 100 que hay en España y ha contado al presentador Uri Sabat qué se siente al volar un F-18 del Ejército. “Un chaval de 23 años volando un avión de combate. Es brutal. Te sientes el rey del mundo”, confiesa, aunque matizando que “conforme va pasando el tiempo, esa sensación te genera tolerancia. Ya no es euforia, es profesionalidad”.
Durante la entrevista en el podcast de Uri Sabat, ‘La fórmula del éxito’, Gil explica el riguroso proceso de selección y la intensa formación militar y académica que debe superar todo aspirante a ser primero de caza. Primero, hay que opositar para ser oficial del Ejército del Aire, en especialidad vuelo. En su año, alrededor de 5.000 personas se presentaron para tan solo 27 o 30 plazas.
El proceso de admisión no solo requiere una buena nota en la selectividad, sino también superar pruebas físicas, médicas, psicotécnicas y de inglés, siendo las médicas un filtro donde “se cae mucha gente”. Durante los 5 años de formación, los estudiantes cursan una carrera universitaria (en su caso, ingeniería de organización industrial), además de asignaturas militares y cursos de vuelo. Esto implica una carga de trabajo muy elevada, con jornadas que pueden ir “de 6:30, 7 de la tarde non stop” y la necesidad de preparar vuelos para el día siguiente.
La selección para los caza tiene lugar en el cuarto curso, dependiendo de la “nota de vuelo” del alumno. En este punto, Enrique Gil destaca la dificultad del entrenamiento: “en los primeros cursos de vuelo, tú tienes 16 clases para volar solo. Si no consigues volar solo en esas 16 clases el avión, te dan la baja y ya no puedes volar más”. Como ejemplo de esta dureza, en su curso de caza y ataque en F5, asegura que “entramos 10 personas y lo terminamos siete”, lo que demuestra que el proceso es “continuo de forzarte, de seguir mejorando”.
“No hay que tener miedo, hay que tener respeto”
Enrique Gil asegura que hay algo que él siempre dice: “No hay que tener miedo, hay que tener respeto [...]. Porque el miedo realmente te bloquea, te impide dar la mejor versión de ti mismo”. Por esta razón, asegura que hay que tener “cierta frialdad”, que se consigue habiendo pasado por ahí, “haber analizado los riesgos y haber puesto medidas”.
Y sí, reconoce que para ser piloto de caza también hay que tener ego, pero sin perder nunca la humildad. Esto es vital. Aunque parezca contradictorio. Hay que tener ese ego para poder decir “oye, yo soy capaz de hacer esto. Yo sé hacer esto. Porque si tú no te lo crees, es imposible que lo materialices”, pero también ser humilde porque “cualquier mínimo fallo puede ser crucial, puede ser la diferencia entre la vida y la muerte”.
En este sentido, en la entrevista también apunta a la importancia de saber reaccionar a los errores y no bloquearse: “Puedes equivocarte en una comunicación, pero si te bloqueas con eso, puedes cometer otro error más grave”. Y aquí entra lo que llaman el “efecto dominó”, asegurando conocer, cuando era instructor, cuando iba a fallar un alumno y romper la cadena. Por ello, indica que es importante saber poner punto y aparte, y no dejar que un error que al principio podría parecer no ser tan grave te arrastre.
Defensa a la existencia del Ejército
Enrique Gil actualmente no se encuentra volando, ya que se encuentra de baja por paternidad, pero ya tiene ganas de sentir esa sensación, aun sabiendo que es un trabajo que no podrá tener toda la vida. “Dejar de volar el F18 es como que con 23 años te dan un Ferrari y luego tienes que conducir un Renault”.
Sobre su profesión, al ser preguntado por qué eligió montar un avión que es un arma de destrucción masiva, señala que su trabajo se enmarca en unos valores y una mentalidad de defensa. Y que el objetivo de la misma no es invadir, sino existir en paz. Al hilo, deja una reflexión sobre la necesidad de contar con los mismos: “Es algo necesario que exista. Esperemos que nunca tengamos que utilizarlo para defendernos, pero es algo que se necesita y que es una herramienta de disuasión para disfrutar de esta paz, sobre todo para que todas esas imágenes de absoluto drama, de absoluta desesperación y que te desolan el alma, no ocurran aquí en nuestro territorio”.