
El mito colectivo lo pinta como la cima de la ingeniería mundial, pero la realidad de las nóminas de la NASA son mucho menos abultadas de lo que parecen. Un ingeniero de la agencia espacial puede cobrar menos de la mitad que sus colegas recién llegados a Google, SpaceX o ExxonMobil. El motivo no es la falta de talento, ni de misiones históricas, sino un techo salarial impuesto por la burocracia federal y el presupuesto que decide el Congreso de los Estados Unidos.
Las cifras hablan por sí solas. Según los datos públicos de Glassdoor y CareerQuasar, el salario medio de un ingeniero en la agencia espacial ronda los 105.400 euros anuales (124.000 dólares). Un recién graduado puede empezar cobrando entre 51.000 y 72.300 euros (60.000 y 85.000 dólares). Solo los más veteranos o quienes logran puestos de liderazgo consiguen superar los 127.500 euros (150.000 dólares).
Al otro lado, las grandes tecnológicas privadas como Google o SpaceX de Elon Musk, donde ofrecen sueldos de entrada entre 80.700 y 97.800 euros (95.000 y 115.000 dólares), mientras los mandos intermedios y altos superan con facilidad los 170.000 euros (200.000 dólares). El sector petrolero va aún más allá. El sueldo base de un ingeniero supera habitualmente los 136.000 euros (160.000 dólares), y con bonificaciones la cifra rebasa sin problemas los 170.000 euros (200.000 dólares). Así lo confirman también Wikipedia y los datos de Nasdaq.
¿Por qué la NASA paga tan poco a sus astronautas?
La respuesta es tan prosaica como demoledora y es, que el sistema de escalas salariales del Gobierno federal (el conocido General Schedule o GS) pone un techo de cristal que la agencia no puede romper. Por ejemplo, un ingeniero recién graduado entra como GS-5, cobrando apenas 54.557 dólares al año.
Ahora, solo quien llega con un doctorado puede aspirar a la escala GS-11, con unos 73.000 dólares. A partir de ahí, las subidas son lentas y limitadas. El propio sistema impide ofrecer bonus sustanciosos, y el dinero público del contribuyente nunca prioriza el salario frente a las grandes misiones o los contratos millonarios con la industria.
Con esto el resultado es inapelable y la NASA no puede competir en dinero y, cada año, pierde a algunos de sus mejores cerebros técnicos. La propia agencia lo reconoce en foros como Quora y declaraciones internas que no pueden “igualar los salarios del sector privado”, pero aseguran que ofrecen “la oportunidad de trabajar en algo único." La receta oficial es refugiarse en la “vocación”, el “orgullo público” y los proyectos científicos de alto impacto. Pero la realidad es que el mercado no entiende de épica: las grandes tecnológicas y petroleras siguen captando el mejor talento a golpe de sueldos de seis cifras y bonus millonarios.
Ventajas de trabajar en la NASA más allá del salario
Las ventajas de la NASA existen, pero no pagan las facturas. La estabilidad laboral, seguro de salud federal, jubilación pública y vacaciones generosas ¿Suficiente para retener talento? Pues según los propios empleados lo ponen dudan. En los mismos foros, decenas de ingenieros coinciden: “La NASA nunca podrá competir con Google o ExxonMobil en salario, pero sí en orgullo de pertenencia y oportunidad de dejar huella.” Otros son más directos: "El dinero del contribuyente impide salarios altos, aunque el trabajo es de altísima exigencia."
Nadie quiere poner cifras oficiales a la fuga de talento. Ni la NASA ni el Congreso ofrecen datos sobre cuántos ingenieros abandonan la agencia cada año, aunque todas las fuentes consultadas reconocen que se trata de un problema estructural y creciente. Tampoco hay propuestas legislativas serias para cambiar el sistema salarial, pese a las advertencias internas y los informes de recursos humanos.