Logo de Huffpost

Qué significa sentir la necesidad de agradar a todo el mundo, según la psicología

El sentimiento ‘people pleasing’ indica unas características muy definidas en la persona.


Una chica agradando a otra mujer
Una chica agradando a otra mujer |Envato
Antonio Montoya
Fecha de actualización:

Sentir que “hay que caer bien” a toda costa no es simplemente una cuestión de buena educación: la psicología lo describe como un patrón estable de conducta llamado people pleasing o sociotropía. Las personas sociotrópicas basan gran parte de su auto-estima en la aprobación externa y temen el conflicto porque lo viven como una amenaza a sus vínculos. Esta tendencia se asocia a rasgos como la evitación de críticas, la dificultad para fijar límites y la autoexigencia perfeccionista.

Un trabajo reciente publicado en Psychology and Psychotherapy validó el Chinese People-Pleasing Questionnaire (CPP) con 2.203 estudiantes universitarios y halló que los comportamientos de complacencia se organizan en tres factores: pensamientos, acciones y emociones. Esto es que, cuando se intensifican, predicen mayor sintomatología depresiva y ansiosa. El estudio subraya que no es la amabilidad lo que resulta problemático, sino el coste psicológico de buscar aprobación como vía principal de regulación emocional.

Sentir que hay que agradar siempre: signo de ansiedad social

La investigación clínica también ha vinculado este rasgo con los trastornos de ansiedad social. Un estudio realizado con pacientes turcos diagnosticados de fobia social comprobó que las puntuaciones altas en sociotropía correlacionaban de forma significativa con mayores niveles de ansiedad social, evitación y síntomas depresivos (medidos con la LSAS y el BDI, entre otras escalas). Los autores concluyeron que trabajar estos esquemas interpersonales en psicoterapia puede reducir la gravedad del trastorno.

Desde la terapia cognitivo-conductual se entiende que el people pleasing actúa como un reforzador negativo: decir “sí” de inmediato alivia a corto plazo el miedo al rechazo, pero mantiene la creencia de que el propio valor depende de los demás. Con el tiempo, esta dinámica puede derivar en agotamiento emocional, resentimiento y sensación de pérdida de identidad. No es casual que varias investigaciones relacionen la complacencia crónica con un mayor riesgo de ‘burnout’ y de depresión recurrente.

Romper el ciclo implica practicar habilidades asertivas –aprender a decir “no” sin culpa– y replantear los pensamientos dicotómicos (“si no les gusto, me rechazarán”). Las técnicas de reestructuración cognitiva, junto con ejercicios de exposición gradual a la disconformidad, han mostrado eficacia para reducir la ansiedad anticipatoria y mejorar la auto-estima. Complementar la terapia con prácticas basadas en la autocompasión también ayuda a que la validación principal provenga de uno mismo y no del juicio ajeno.

Al final, la necesidad de agradar es un fenómeno comprensible (evolutivamente estamos preparados para buscar aceptación), pero cuando se convierte en el centro de nuestras decisiones puede dañar bastante la salud mental. Conocer la evidencia científica y acudir a intervención especializada cuando sea necesario son pasos clave para transformar la búsqueda compulsiva de aprobación en relaciones más equilibradas y auténticas.