
Los teléfonos móviles, los smartphones, se han convertido en compañeros inseparables para miles de ciudadanos. En casa, en el trabajo y cada vez más en los centros escolares, este aparato es indispensable para muchos hasta el punto de que no pueden pasar sin desbloquear la pantalla cada cierto tiempo. Este gesto de revisar la pantalla, aunque no haya notificaciones que consultar o el teléfono no haya sonado, revela datos muy importantes sobre el funcionamiento de la mente humana, según la psicología.
Que el móvil aísla a la persona que lo usa es un hecho constatado. La tendencia de las cafeterías a suprimir la wifi buscando que los clientes interaccionen entre ellos es, también, una realidad en buena parte de Europa. Los expertos en conducta humana, los psicólogos, señalan que este comportamiento cambia los procesos mentales y genera una dependencia emocional y psicológica. Vivir con la mano constantemente en el dispositivo es preocupante, y cada vez más habitual.
Mirar el teléfono sin tener nada que ver es un modo de buscar nuevos estímulos. La pantalla, internet, tiene la capacidad de ser adictivo no sólo por los contenidos (por ejemplo, los vídeos de Tiktok en bucle) sino porque hace sentir la irrealidad de ser importante.
Un teléfono móvil recibe continuamente notificaciones, llamadas o mensajería instantánea a través de aplicaciones como WhatsApp. Es esta tensión, esa emoción de saber qué vendrá después la que hace que se genere una dependencia. Se genera dopamina, explica el psicólogo estadounidense Michael Brooks en Psychology Today.
¿Y qué hace la dopamina? Generar una conducta adictiva, porque transmite una sensación de placer y satisfacción. Lo mismo que pasa con otras dependencias como el alcohol, el juego o diferentes sustancias.
No tener acceso a la pantalla del móvil genera síndrome de abstinencia

No poder acceder a la pantalla del teléfono móvil, bien por estar trabajando o en cualquier ceremonia como una boda, genera el síndrome de abstinencia. la Universidad de Isfahan ha realizado un estudio en el que apuntan, como recoge Infobae, que las personas que miran el teléfono a menudo son más propensas a generar ansiedad y trastornos obsesivo compulsivos.
Esto es así porque se ha generado una dependencia absoluta por estar informado las 24 horas del día de lo que pasa en todos los países del mundo. Estar siempre conectado es una ventaja pero evita que, según la psicología, se emplee más tiempo a conocerse mejor, a estar consigo mismo y a valorar la compañía de los demás. Al final se genera fobia a la soledad, como explica Sherry Turkle, en su libro Alone Together.
Estar solos sin el teléfono ¿imposible?
La dependencia del teléfono móvil ha llegado a tal punto que impide que las personas que quieran estar solas sean incapaces de hacerlo e incluso que les dé miedo. Porque la mente ya se ha acostumbrado a estar en alerta de forma constante, lo que genera un sentimiento de actividad intensa.
Es precisamente esta sensación la que luego perjudica a la hora de ir a la cama. El uso de pantallas antes de dormir provoca nervios e insomnio debido a la llamada ‘luz azul’ de la pantalla. Suprime la melatonina (esencial para conciliar el sueño) e impide la regeneración mental durante la noche.
Evitar la dependencia del móvil es posible según los psicólogos
Los psicólogos recomiendan estrategias a seguir para evitar la dependencia en el uso del teléfono móvil. Estas pasan por desactivar las notificaciones, dejando de lado la incertidumbre de pensar si me han escrito o no. Esta tensión genera una necesidad constante de revisar la pantalla.
También piden que a la hora de revisar las redes sociales se establezca un horario determinado. Es decir, por la noche, a mediodía, por la mañana… pero siempre en el mismo momento.
Y cuando se está en familia o con otras personas, limitar el uso del teléfono. Es una de las principales vías para conseguir disfrutar de relaciones sociales plenas.