Hallazgo histórico: un análisis de ADN revela la realidad de las víctimas de Pompeya y confirma que estábamos equivocados

Hasta ahora, los moldes de las últimas posturas de las víctimas habían sido las encargadas de contar su historia.

Uno de los moldes de yeso de una víctima en Pompeya
Uno de los moldes de yeso de una víctima en Pompeya Canva
Redacción Noticiastrabajo

Un análisis de ADN de las víctimas de la erupción volcánica que enterró Pompeya ha esclarecido la realidad de la sociedad romana de la época. Hasta ahora, los moldes de yeso que representaban la postura en la que murieron los ciudadanos de Pompeya habían sido la referencia para determinar lo que ocurrió aquel día.

Hay varios moldes que habían sugerido una serie de historias que el análisis de ADN acaba de desmontar. Una de ellas es la figura de una mujer adulta con un brazalete de oro que sostenía a un niño. Cuando se encontró, inmediatamente se dio por hecho que era una madre tratando de proteger a su hijo, pero el análisis ha confirmado que esas dos personas no tenían ningún tipo de parentesco.

Otra de las figuras daba a entender que dos mujeres, previsiblemente hermanas o madre e hija, murieron abrazadas. Sin embargo, los resultados de ADN han confirmado que estábamos equivocados, ya que uno de ellos tenía genes masculinos. Esto confirma que el ojo humano puede ser muy engañoso y que, probablemente, se han escrito historias que solo ocurrieron en la imaginación.

Realmente se ha simplificado mucho las historias sobre las víctimas de Pompeya, pero este hallazgo ha confirmado que su historia es mucho más compleja de lo que se había podido deducir, y que las relaciones interpersonales de los protagonistas de esta tragedia iban mucho más allá de los vínculos que se habían supuesto solo al observar la postura en la que murieron.

La realidad étnica de Pompeya

Pero no solo se ha desentrañado la relación que había entre algunos de los fallecidos, también se han descubiertos detalles de la composición étnica de Pompeya. Se ha confirmado que los habitantes de la ciudad enterrada por el Vesubio tenían una composición genética muy diversa y que tenían su verdadero origen en el este del Mediterráneo.

Esto corrobora lo que historiadores y arqueólogos han supuesto durante años sobre el Imperio Romano, que se caracterizaba por su diversidad cultural, y Pompeya no iba a ser menos. Al fin y al cabo, Pompeya era un puerto de referencia en aquella época e invitaba al intercambio cultural y comercial.

Gracias a este hallazgo se podrá volver a reconstruir la realidad de Pompeya desde un punto de vista científico, acercándonos así a una sociedad que, antes de ser asolada por el volcán, fue un reflejo del Imperio Romano. Esto va a suponer un gran cambio en la forma de exponer la realidad de las víctimas en museos y en los libros de historia.

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