Durante casi medio siglo, Tizi Hodson se preguntó qué había ocurrido con la carta más importante de su vida. En enero de 1976, cuando tenía poco más de veinte años, envió una solicitud para su empleo soñado: trabajar como motociclista acróbata. Pero la respuesta nunca llegó.
Casi 48 años después, la británica, con 70 años, y residente en Gedney Hill, en el condado de Lincolnshire no podía creer lo que veía al abrir su buzón el año pasado: su propia carta de solicitud, amarillenta por paso del tiempo, acompañada de una nota manuscrita que decía: “Entrega tardía de la oficina de correos de Staines. Encontrada detrás de un cajón. Solo unos 50 años de retraso”.
Una carta atrapada durante medio siglo
El misterio se resolvió por fin cuando leyó el mensaje escrito en la solicitud. La carta había permanecido perdida detrás de un cajón de una oficina de correos en Staines, al oeste de Londres, durante casi cinco décadas. Alguien la encontró y decidió devolvérsela, aunque la propia Hodson no sabe quién ni cómo dieron con su nueva dirección.

“No entiendo cómo me encontraron después de haberme mudado unas 50 veces, y de haber vivido en cuatro o cinco países distintos”, reconoció en declaraciones a la BBC. “Significa mucho para mí recuperarla después de tanto tiempo”.
“Cada día miraba mi buzón”
Hodson recuerda perfectamente el día en que escribió aquella carta. Vivía en un pequeño piso en Londres y soñaba con ser una piloto de acrobacias en motocicleta, una profesión casi inaccesible para las mujeres de su época: “Cada día miraba mi buzón, pero nunca llegaba nada. Me sentía tan decepcionada, porque realmente, realmente quería ser acróbata de moto”, explicó. Durante años pensó que su solicitud había sido simplemente ignorada.

En aquella carta, la joven Tizi omitió un detalle clave: su género. “Fui muy cuidadosa de no dejar que quienes buscaban un especialista supieran que era una mujer. Pensaba que no tendría ninguna posibilidad de conseguir siquiera una entrevista”, confesó. Para impresionar, añadió incluso una frase que ahora le provoca risa: “Les dije que no me importaba cuántos huesos me rompiera, porque estaba acostumbrada”.
Una vida de riesgo en otros caminos
Aunque aquella solicitud nunca llegó a su destino, su espíritu aventurero no se detuvo. Hodson se mudó a África, donde trabajó como manipuladora de serpientes y domadora de caballos. Más tarde aprendió a volar y se convirtió en piloto e instructora de vuelo. “He tenido una vida maravillosa, incluso si me he roto unos cuantos huesos por el camino”, asegura entre risas.

El regreso de la carta no solo resolvió un misterio, sino que cerró un capítulo vital. “Si pudiera hablar con mi yo del pasado, le diría que hiciera exactamente lo mismo. No cambiaría nada”, afirma.
Hoy, esa joven que una vez ocultó su nombre para poder soñar con un trabajo de riesgo ha recibido por fin una respuesta, aunque el tiempo se haya tomado medio siglo para entregarla.

