Mujeres que abren camino: un recordatorio del compromiso de igualdad en el Día del Trabajador

Para acabar con los sesgos de género, es fundamental contar con referentes, sobre todo en el entorno diario. Estas dos mujeres, son un ejemplo de cómo pueden romperse barreras, tanto en el ámbito académico como en el empresarial.

Mujer arquitecta
Día del Trabajador: mujeres que abren camino para alcanzar la igualdad Canva
Esperanza Murcia

Son varias las reivindicaciones que se realizan cada 1 de mayo por el Día del Trabajador. Una oportunidad única para recordar también que, entre los compromisos, se debe alcanzar la igualdad en el empleo. Por eso, hoy, traemos dos historias de mujeres que inspiran y abren camino. Referentes en una sociedad que aún tiene que avanzar para acabar con los sesgos de género y en la que es importante encontrar mujeres como Beatriz o Hetzhabel que, en el día a día, se cuelan para decirnos que las profesiones no tienen género. Tampoco las disciplinas académicas. 

Beatriz Miguel Hernández, Doctora en Ciencas Químicas e investigadora, es la primera y única rectora de una universidad politécnica en España, la de Cartagena, con el apunte de que en nuestro país solo hay cuatro de estas universidades. Su ejemplo lo deja claro: las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) son también para las mujeres. Son áreas de especialización que todavía parecen alejar al público femenino, incluso en edades muy tempranas, pero en las que es fundamental que se logre una equidad efectiva y real. Es importante identificar qué está pasando para aplicar las medidas oportunas para solucionarlo.

En esta identificación, está claro que, históricamente, ha existido esa creencia de que eran campos que no se les daba bien a las mujeres: “yo creo que siempre se ha supuesto que era algo que no se nos daba bien y que, incluso, si a una chica no le gustaban las matemáticas [o cualquiera de las anteriores áreas], no se le forzaba a descubrirlas. Hay un marcado sesgo que viene desde las distintas etapas y evidentemente en la adolescencia se va marcando mucho más. Yo conozco gente que cuando una chica dice que quiere ser ingeniera, le siguen diciendo que eso es un mundo masculino y que ahí no pinta nada”.

De aquí se desgrana algo fundamental: la importancia de reparar el mensaje que durante años lleva lanzádose, a veces insconcientemente. Si, a un grupo de niños pequeños, le pedimos que imaginen a un persona bombera, o astronauta, se le va a venir a la cabeza un hombre, no una mujer, “existe esta  imagen de que no podemos ocupar esos puestos”. Y, por eso, es vital contar con referentes cercanos, presentes en nuestro entorno: “Yo justamente se lo digo a los empresarios, “cuando venís de una empresa de ingeniería, venís hombres, no hay referentes", no se ve esa imagen de que las ingenieras puedan estar ahí”. Por estas razones, entiende que se necesita un apoyo social tanto en la educación como en la imagen que se transmite socialmente del sector industrial, desde el sector empresarial. 

Beatriz Miguel, rectora

Sobre su experiencia personal, tuvo curiosidad por la ciencia desde pequeña. Se sintió muy respaldada por su padre, quien le enseñó mecánica de niña, y eligió este camino aunque tuviera que verse continuamente rodeada de hombres. Trabajó, de hecho, en un grupo de investigación, donde eran 12 hombres y ella, pero nunca se sintió menos. Aunque ahí, reconoce, “entra mucho también tu carácter” o “cómo te ves tú personalmente”. Y reconoce que, una persona con una personalidad débil, es muy probable que no se sienta cómoda. 

Muchas mujeres, también, se imponen ellas mismas la presión, sintiendo que van a observarlas solo por su género. Por estar ahí. “Yo creo que al final sí, te la impones”, y “muchas veces, eso nos lleva a tener que demostrar que somos más, es decir, parece que siempre tenemos esa idea de que tenemos que demostrar, que somos mejores y más, no que somos simplemente iguales”. 

Importancia de recoger la perspectiva de género

Este problema de infrarrepresentación femenina en los sectores históricamente más masculinizados no solo se registra en España, sino en todo el mundo, y urge solucionarlo porque, el futuro, en cierto modo, o al menos en determinadas áreas, se está diseñando por hombres. Este sesgo existente priva a las mujeres de acceder a los mejores empleos del futuro, como es la robotización, la IA, las energías renovables… Pero, precisamente estos puestos de trabajo, son los que van a diseñar también la sociedad del futuro.

Lo reivindica Beatriz, aclarando que es algo que ya ha pasado: “a veces lo digo, hay máquinas que utilizamos o incluso electrodomésticos, que no nos damos cuenta pero
que si analizas en tu día a día ves que están diseñados por hombres y, por lo tanto, no recogen nuestros gustos”. Sobre esto, ve “imprescindible” que la mujer esté ahí, “porque, “como digo, van a diseñar las ciudades del futuro”, decidir cómo se va a enfocar la sostenibilidad, “como va a ser la ingeniería, las máquinas, cómo va a trabajar la inteligencia artificial… Con lo cual, para mí, aparte de la parte económica, tiene ese componente social que creo que es imprescindible y que la mujer tiene que estar ahí”. 

Advierte que, un problema muy grande, que no se está atendiendo, es que en la rama sanitaria el 85% de los puestos de trabajo se están ocupando por mujeres. Se está produciendo una desigualdad por el otro lado en las carreras sanitarias y, “evidentemente si las mujeres terminan en carreteras sanitarias o educación”, supone un número importante de mujeres que no van a venir a este tipo de carreras [STEM], tratándose de “un desequilibrio también social que influye”. 

Sobre la inclusión de la perspectiva de género, es algo que ya se ha abordado en la Unión Europea, pidiéndose que, cuando se presente un proyecto, este recoja las implicaciones de género, analizándolas. Pero este esfuerzo también tiene que venir de la empresa privada.

Schindler: la igualdad también se trabaja en el sector privado

En el lado del sector empresarial, tenemos a Hetzhabel Khazen, supervisora de Nuevas Instalaciones y Modernizaciones en Schindler Iberia. Es arquitecta y, a lo largo de su carrera, siempre ha realizado trabajos de ingeniería y responsabilidad de obras. Hace tres años, decidió emigrar de su país, Venezuela, encontrando en Schindler una oportunidad perfecta para desarrollarse profesionalmente, en lo que fue una clara apuesta empresarial por el talento femenino. 

En la compañía, justamente necesitaban un apoyo en la rehabilitación de edificios en construcción, eliminando las escaleras existentes y diseñando un nuevo proyecto donde se contemplaran tanto escaleras como ascensores. Además, su llegada coincidió con el programa ‘Woman Back to Business’ de la empresa, donde buscaban mujeres con experiencia laboral en distintas áreas. Un programa que, apostilla, “ojalá estuviera interiorizado en todas las empresas”, porque “sería súper positivo”.

Hertzhabel, supervisora

Ahora, después de varios años trabajando con ellos, asegura que siempre ha sentido un apoyo incondicional. Algo importante a la hora de tomar la decisión de desarrollarse profesionalmente en un sector masculinizado, como es su caso. “Viéndolo con perspectiva, sí había ciertas preocupaciones. Es normal encontrar esa presión por el entorno laboral, compuesto de hombres, pero también, en mi caso, por hacerlo en un país diferente. Sin embargo, en mi caso concreto, no me costó enfrentar los temores”. Conocía mujeres que se habían desarrollado antes que ella en este ámbito, supervisando grandes plantillas, y eso le ayudó a deshinibirse y explorar su potencial. El respaldo que sintió de la empresa, así como de sus compañeros, incide en que fue fundamental para que desaparecieran esas preocupaciones iniciales. 

Confiesa, paralelamente, que en determinados momentos, experimentó cierta “sorpresa” ajena a la compañía, cuando debía desenvolverse en otros entornos laborales, pero entiende que estamos inmersos en un “proceso de cambio”, y que esa diferencia de trato “se está transformando”, latente no solo en el ámbito laboral, sino también en otros ámbitos de la sociedad. Reconoce, aun así, que las mujeres, al llegar a sectores masculinizados, siguen sintiendo en su mayoría esa presión “extra” para demostrar la valía, impuesta incluso por ellas mismas, y no necesariamente por el centro donde trabajan. 

Ante esto, optó por superarse, superar obstáculos, y algo que valoró de Schindler es la oportunidad que ofrecían tanto de continuar en el puesto como de seguir promocionando, sin encontrar un freno que le impidiera avanzar en la empresa. Esto, se sumó a un entorno “inspirador e inclusivo”, del que también nos hablan desde el área de Recursos Humanos de Schindler. 

La directora de RRHH de Schindler Iberia, Gemma Baz, asegura que están firmemente comprometidos con acabar con los sesgos de género en el empleo: “Trabajamos constantemente para crear equipos diversos y asegurar la ausencia de procedimientos o actuaciones discriminatorias, sin importar sexo o cualquier otra particularidad personal, garantizando la igualdad real y efectiva de oportunidades”. Por ello, cuentan con un Comité de Diversidad e Inclusión a nivel global, así como con un comité específico para Schindler Iberia, ambos dedicados a impulsar iniciativas y estrategias en este ámbito. 

“En los últimos años, hemos puesto especial atención en la diversidad de género para incrementar la presencia femenina en nuestros planes de crecimiento y liderazgo. Del mismo modo, hemos capacitado a los directivos de nuestra empresa en la identificación y manejo de sesgos inconscientes para mejorar la toma de decisiones. Cuando logramos una verdadera inclusión, no sólo mejoramos el bienestar de nuestros empleados, sino que también impulsamos el éxito general de nuestra organización”, explica.

Baz, directora de RRHH

También es importante analizar cómo lograr esa verdadera inclusión para que no se quede únicamente en el papel: “cuando nos centramos en la inclusión de género, nos fijamos en cómo nuestras políticas, cultura y prácticas pueden ayudar tanto a hombres como a mujeres a prosperar por igual. No se trata sólo de tener mujeres en el equipo; se trata de garantizar que tengan las mismas oportunidades de participación y promoción que sus homólogos masculinos. Somos conscientes de que los prejuicios sociales y las estructuras del lugar de trabajo suelen desfavorecer a las mujeres, sobre todo en determinados sectores”.

Pasando a la práctica, en Schindler llevan a cabo programas específicos para mujeres y sus directivos, “garantizando que las mujeres reciban tantas oportunidades de desarrollo como los hombres, que se les anime a tener éxito tanto como a los hombres, y que puedan sentirse alentadas e inspiradas por otras personas de su mismo sexo, al igual que los hombres”.

Entre esas iniciativas, se encuentra el mencionado programa de reincorporación ‘Women Back To Business’, en el que Hetzhabel participó, y que también parte “de un planteamiento equitativo ya que reconoce que, con mucha más frecuencia que los hombres, las mujeres hacen una pausa en su carrera profesional de varios años para cuidar, por ejemplo, de sus hijos. Debido a los prejuicios, puede resultar difícil para estas mujeres reincorporarse al mundo laboral. Este programa específico ayuda a superar estos prejuicios y sus repercusiones e impulsa las oportunidades de este grupo destinatario para crear un resultado más igualitario”.

También han puesto en marcha un programa en colaboración con la Fundación Adecco específico para mujeres en riesgo de exclusión, cuyo objetivo es incorporarlas a Schindler Iberia como técnicas de montaje: “En este momento son cuatro mujeres las que han aceptado este reto y están recibiendo la formación para obtener una certificación oficial que les acreditará como técnicas de montaje de ascensores”.

Gemma Baz también destaca su iniciativa SING (Schindler Inclusion Network for Gender), “un nuevo foro para mujeres, con reuniones periódicas, cuyo objetivo es contribuir a crear una cultura más diversa e inclusiva, que haga visibles los retos que enfrentan las mujeres en nuestra empresa y que busque apoyo a los retos particulares que tienen en el lugar de trabajo”. Iniciativas diferentes que están diseñadas para conseguir un mismo objetivo: “fomentar la igualdad de oportunidades y garantizar que el talento femenino sea reconocido y valorado en la empresa”.

Reeducar a la sociedad

“Cuando una mujer cree que tiene el 80% de capacidad para hacer algo, no lo hace. Y siempre tiene a un compañero que, con las mismas posibilidades, va a pasar por encima”. Es una realidad que traslada Beatriz y con la que aprovecha para señalar que es importante que, como sociedad, apoyemos a las mujeres, sobre todo en las edades más tempranas, para empoderarlas en esa fase de decisión, y transmitirse que son igual de buenas y válidas.

Como explica Hetzhabel, también cree que hay una parte social ya de carrera laboral, donde cree que las empresas deben apostar por la contratación de mujeres y mostrarlas ante la sociedad, informar del trabajo que están realizando y sus capacidades. Ambas, le hablan con esperanza a esa niña que puede tener dudas sobre qué estudiar o dónde iniciar su carrera por miedo a verse en “un mundo de hombres”, y cada una le lanza un mensaje:

"Yo le diría que tire para adelante. Sobre todo, que hay que intentar cumplir los sueños. Y si lo hace y está en un ambiente fundamentalmente masculino, que busque refuerzos, tanto en su familia como fuera, como puede ser incluso el propio profesorado, que le permiten seguir adelante. Que no se echen atrás porque pueden, y que cumplan ese sueño y busquen toda la ayuda posible, porque, ahora mismo yo creo que desde el ámbito académico estamos todos sensibilizados con ese tema”. Son palabras de Beatriz que, reconoce, puede llevar “muchas puñaladas en la espalda”, porque “ni siquiera por ser rectora me salvo de comentarios o actitudes”, pero que se puede responder a ellos con la búsquedade apoyo, creyendo que eres capaz, y siguiendo tu camino.

"Yo siempre les diría que creyeran en sí mismas, que tengan esa fuerza para enfrentar un trabajo en el que a veces puedes creer que no estás del todo preparada. Decir “me atrevo”, dar el salto, y asumir ese desafío. Es una oportunidad para crecer y formar parte del ejemplo de mujeres que han alcanzado su sitio en puestos masculinizados. Saber que están contribuyendo al cambio, que estás luchando por conseguir esa equidad laboral. Y que confíen en esa fuerza”, Hetzhabel

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