
En esta época del año es muy frecuente recurrir a los sucedáneos de pescado o de marisco para redondear una cena de forma rápida y sencilla. Los famosos palitos de cangrejo o las falsas angulas son algunos de los productos a los que más recurren los usuarios, pero, ¿saben realmente qué es lo que se están comiendo?
La realidad es que estos productos no pueden considerarse ni pescado ni marisco, ya que están hechos a partir de surimi, una masa de pescado triturado que consigue su sabor y textura a partir de otros muchos ingredientes como el almidón, el azúcar e incluso aditivos.
El surimi se puede encontrar en los palitos de cangrejo, las falsas angulas, las colas de langosta, los chaquetes enharinados y productos similares. Pero lejos de ser una opción saludable, es un ultraprocesado más que intenta camuflarse entre el pescado de verdad y los mariscos de calidad.
Composición del surimi
Aunque al hablar de ultraprocesados lo más común es pensar en productos recientes, fue en el siglo XII cuando los japoneses inventaron el surimi para conservar los excedentes de pescado durante un largo periodo de tiempo. Eso sí, fue hace apenas unas décadas cuando el proceso se industrializó.
Según ha explicado la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), se coge la carne limpia del pescado y se lava varias veces con agua fría consiguiendo una pasta de proteína de pescado blanca y gelatinosa que no tiene ni olor ni sabor. Para conseguir que tengan las formas que le dan nombre y un sabor característico se le añaden una gran cantidad de ingredientes que son de todo menos sanos.
Uno de sus componentes principales es el almidón, acompañado de albúmina, proteínas, gelificantes o espesantes, aromas, potenciadores del sabor y conservantes. Todo esto se añade para que aumente la resistencia al agua, para dar brillo y para que tengan consistencia.
Otro de sus ingredientes son los colorantes. Para dar el color rojizo del cangrejo se usa extracto de pimentón y cochinilla, y en el caso de las gulas y los ojos de los chanquetes se recurre a la tinta de calamar.
Además, para darle sabor y conseguir que sea más agradable al paladar se recurre al aceite de girasol y a la sal. Pero no es la única función de la sal, ya que esta consigue que la pasta sea más manejable y que se conserve por más tiempo. Por eso la añaden en grandes cantidades que no son nada recomendables para la salud.
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