
Todo el mundo fantasea con tener la casa de sus sueños. Un objetivo, ahora especialmente difícil por el problema de la vivienda, pero que sigue siendo posible para algunos afortunados. Kreg y Danielle, aunque con mucho esfuerzo, son unos de ellos, y es que han podido diseñar desde cero su casa ideal partiendo de una base muy especial: era una escuela abandonada.
La pareja, ambos arquitectos, la compró en el condado de Hillsborough (Nuevo Hampshire, Estados Unidos), con la finalidad de transformarla en una casa familiar con carácter, con la ayuda de su hijo de 18 años, que acababa de terminar el instituto. Los dos tienen experiencia tanto en el sector como trabajando juntos, ya que tienen un negocio de arquitectura especializado en diseño residencial de alta gama.
Así, parecía inevitable que un día se embarcaran en un proyecto propio. Encontraron la escuela en la ciudad de Weare y llevaba 15 años a la venta, aunque era muy codiciada: “Durante ese tiempo, parece que todo el mundo en la zona miraba por sus ventanas y soñaba con comprarla. Nos lo han dicho innumerables personas”, cuentan para ‘Yahoo Finance’.
“Estuvo catalogado como edificio comercial durante años, pero cuando el propietario finalmente lo recalificó como residencial, quedamos para verlo. Lo visitamos e hicimos una oferta al día siguiente”, agregan, comprando finalmente la propiedad en abril de 2021 por 190.000 dólares (alrededor de 167.741 euros). A diferencia de otras escuelas históricas, esta no era de madera, sino de ladrillo y granito, por lo que el edificio era estructuralmente sólido, a pesar de que hubiera estado abandonado más de una década.

Se enamoraron nada más verla
La pareja cuenta al citado medio que, nada más verla, se enamoraron de sus ventanas y techos altos, de la escalera histórica y de los suelos y molduras de madera existentes. “Cuando la compramos, el interior estaba decapado, lo que resultó ser un acierto, ya que había restos de pintura tóxica con plomo”, explica Kreg.
El interior tenía un pequeño vestíbulo con una escalera que subía al ático. En la planta baja había una gran aula y, a través de dos puertas separadas, la antigua biblioteca. “Tenía el tamaño justo para una casa de tres dormitorios”, detalla Danielle, señalando que “la mayoría de las estructuras históricas son demasiado grandes, o la planta no permite un buen flujo interior. Pero esta era perfecta”.
Kreg, además, había trabajado anteriormente como arquitecto de conservación histórica, por lo que sabía exactamente lo que se necesitaba para restaurar la escuela. “Era como si ya hubiéramos estado trabajando en un proyecto como este”, apuntaba su mujer, a la vez que explica que querían conservar parte del aspecto histórico del edificio, pero incluyendo algunos detalles de inspiración Art Déco.
Tras obtener los permisos necesarios, llegó el momento de ponerse manos a la obra, siendo una de las partes más desafiantes la reconstrucción de los cimientos debajo de la adición de la década de 1960 en la parte trasera del edificio. Reestructuraron la distribución, bajaron el suelo, desmontaron la ampliación de la escuela, tabla a tabla para crear un despacho, un dormitorio y un baño, pusieron suelo radiante, instalaron un sistema de calefacción… Se encargaron de todo.
Como parte de la reforma, también instalaron paredes de entramado de madera para crear las habitaciones interiores. Mientras que el aula principal de la antigua escuela se mantuvo en toda su anchura y longitud y se transformó en una sala de estar diáfana, el anexo que se realizó en los ‘60 tuvo que segmentarse en tres habitaciones, con un pasillo que conducía a la cocina.

En último lugar, reforzaron la estructura, repararon el techo, pintaron y añadieron aislamiento cuando fue posible a las paredes y sueños de la casa. También sustituyeron las ventanas originales porque no cumplían las normas modernas de eficiencia. “Conseguimos réplicas históricas mucho más eficientes desde el punto de vista energético”, explican, afirmando que las nuevas “dejan entrar la luz natural durante todo el día e incluso en un día lluvioso no se necesita luz eléctrica”.
Tras seis meses de trabajo, se mudaron a la casa
Tras seis meses de trabajo a tiempo completo en la casa, la familia se mudó a ella, aunque después trabajaron otros seis meses a tiempo parcial. “Nuestra parte favorita del proyecto es el hecho de que hemos incorporado elementos antiguos e históricos con piezas que parecen antiguas pero son nuevas, con nuestra propia sensibilidad artística moderna también”, afirma Kreg, apuntando que “nos gusta mucho cómo ha quedado la mezcla”.
La vivienda, ya reformada, cuenta con vestíbulo muy luminoso, buhardilla, salón, garaje, sala de estar principal (que se divide en salón, comedor y cocina comuna gran isla), despensa, 3 dormitorios (uno en suite, en el ático, donde tienen también una chimenea), despacho con dos escritorios, otro cuarto de baño y un bonito patio en la entrada con un diseño de jardines muy cuidado. Un proyecto en el que han invertido un total de 225.000 dólares sin contar los costes de mano de obra.