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Le prohíben teletrabajar para obligarle a volver a la oficina y ahora el trabajador se lo cobra a su jefe con la misma moneda

El empleado, obligado a volver a la oficina pese a poder trabajar en remoto, se niega a contestar las llamadas de su jefe con la frase: “no me llaméis fuera de horario”.


Captura del tweet
Le prohíben teletrabajar para obligarle a volver a la oficina y ahora el trabajador se lo cobra a su jefe con la misma moneda |X
Francisco Miralles
Fecha de actualización:

El teletrabajo puede ser una ventaja tanto para empleados como para empresas, pero cuando una compañía aplica la ley a “rajatabla” debe saber que los trabajadores pueden devolver el golpe. Esto es exactamente lo que ha hecho un informático, que harto de que le prohibieran el teletrabajo y le obligaran a volver a la oficina ha decidido vengarse de su jefe borrando las aplicaciones para no contestarle fuera del horario laboral.

La historia, que se ha viralizado en este post de X (aunque originalmente fue publicada en Reddit), acumula más de 10 millones de visualizaciones y 221.000 'me gusta'. El aluvión de comentarios aplaude la acción del trabajador y deja claro que los derechos deben estar por encima de las imposiciones de las empresas.

“Mi jefe me dijo que, incluso durante una tormenta de nieve como la que vivimos esta semana, no tengo autorización para trabajar desde casa bajo ningún concepto. Pese a que trabajo como informático y hago todo de forma remota, quieren que esté en la oficina. Así que borré Teams y mi correo del teléfono y ya no estoy disponible fuera del horario laboral”, relata este empleado, convertido en héroe involuntario para muchos.

La situación es tan absurda como real, ya que la empresa no permite teletrabajo ni siquiera en emergencias, pero luego si quiere que los trabajadores estén disponibles las 24 horas del día, por lo que luego se llevan las manos a la cabeza cuando el informático no responde a llamadas desesperadas a medianoche. “No puedo trabajar desde casa bajo ningún concepto”, repite, devolviendo el golpe con las mismas palabras que le soltaron a él.

El caso, replicado y aplaudido en redes sociales, evidencia la hipocresía de muchas empresas que exigen presencialidad incluso para puestos que pueden hacerse perfectamente en remoto, pero después esperan que los empleados estén permanentemente disponibles, sin importar el horario ni la conciliación. Miles de usuarios han aplaudido la iniciativa del informático, considerándola un ejemplo de cómo hay que establecer límites cuando la dirección abusa de su poder.

Mientras la ciencia y numerosos estudios siguen desmontando los argumentos en contra del teletrabajo (mejora de la productividad, mayor salud mental, reducción de bajas), la vieja cultura del ‘calienta-sillas’ resiste a golpe de órdenes absurdas. Pero cada vez son más los trabajadores que se rebelan y recuerdan que el derecho a desconectar existe y los abusos también se pagan.

Desde la empresa, evitan dar detalles sobre el número de empleados afectados por estas políticas o las posibles represalias internas. Pero el mensaje queda claro: el teletrabajo no es solo una cuestión de comodidad, sino de respeto y sentido común. Y cuando las empresas se niegan a entenderlo, el boomerang les acaba estallando en la cara.