
Como se suele decir, “hecha la ley, hecha la trampa”. Y esto también ocurre en el ámbito laboral. Un abogado laboralista, Miguel Benito Barrionuevo, ha querido exponerlo, analizando dos casos en los que dos trabajadores finalizaban su relación laboral en circunstancias muy distintas, y con un resultado que, a su juicio, no está para nada ponderado.
“La picaresca está más de moda que nunca en el derecho laboral. Hoy te quiero contar dos consultas que he tenido esta semana para demostraros lo mal que están redactadas algunas leyes y cómo se beneficia al más jeta, al más pieza y al más caradura”, comienza exponiendo en un video, que ha compartido en su cuenta de Instagram ‘Empleado informado’.
En el primer caso, narra el caso de una empresa, que se veía obligada a despedir a un trabajador por su mal desempeño y los problemas que estaba provocando a los demás compañeros: “el martes tuve una consulta con una empresa la cual necesitó nuestros servicios para hacer una carta de despido. Llevaba durante varios meses soportando un trabajador que había dicho públicamente que iba a hacerles la vida imposible hasta que le diesen el derecho a desempleo y además no trataba bien a los compañeros, no hacía su trabajo, se escaqueaba y lo hacía todo muy difícil”, explica sobre este primer supuesto.
Sin embargo, al ser despedido, va a tener derecho al desempleo, porque todos los despidos generan este derecho (aunque sean disciplinarios) “y el trabajador esté echándole una cara a más no poder”. No obstante, no es un derecho al que el trabajador del segundo caso, aun con una carrera ejemplar, pueda acceder.
“Después de 30 años de fiel servicio, se va sin derecho a desempleo”
Como se adelantaba, en el segundo caso, el empleado afectado ha mantenido durante décadas un comportamiento ejemplar: “por otro lado, ayer tuve una consulta de un señor que lleva 30 años en su empresa, que ha empezado a recibir acoso por parte de un compañero y que está tan quemado, tan cansado… Y emocionalmente tiene poca fuerza como para llevar eso a los juzgados y tratar de luchar por sus derechos”, expone Miguel Benito.
Este, atendiendo a la situación, tiene claro que debe marcharse de la empresa, porque no puede aguantar más en las narradas circunstancias: “Quería y lo tiene clarísimo presentar una baja voluntaria para no verles nunca más. El problema es que este señor, después de 30 años de fiel servicio, se va sin derecho a desempleo porque causa baja voluntaria”.
Sobre esto, hay que destacar que hay una serie de casos en los que los trabajadores pueden marcharse de su trabajo cobrando indemnización y paro, y que se regulan en el artículo 50 del Estatuto de los Trabajadores (por ejemplo, por la falta de pago o retrasos continuados en el abono del salario pactado), pero no es algo que se les reconozca de forma automática, sino que para ello se debe reclamar judicialmente. Un paso previo que muchos empleados, por falta de medios económicos o fuerza mental, no llegan a realizar. Como ocurre en el segundo caso planteado por el abogado.
Esto, para el mismo, es injusto. “¿Esto es justo? El que ha trabajado bien, se va con las manos vacías. El que ha hecho todo mal, se va con subsidio. La ley está pensada para proteger al débil. Pero cuando no distingue entre quién actúa con buena fe y quién se aprovecha, deja de ser justa”, concluye en su publicación.