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Tras 25 años trabajando en la farmacia de su mujer descubre que nunca le dio de alta y no puede cobrar la pensión: “sigo trabajando con 78 años”

Su mujer, ahora ex, era la propietaria de la farmacia y no pagó sus cotizaciones durante 25 años: “estamos hablando de cientos de miles de euros en juego”.


Un farmacéutico trabajando
Un farmacéutico trabajando |CANVA
Esperanza Murcia
Fecha de actualización:

Después de toda una vida trabajando, uno espera poder acceder a la pensión de jubilación y disfrutar de un merecido retiro laboral, después de tantos años de sacrificio. Sin embargo, es una recompensa que no llega a todos, como bien ha podido saber un italiano de Bérgamo que, tras ser despedido, descubrió que nunca la habían dado de alta y, por tanto, no había cotizado en los últimos 25 años. Un suceso que le impide cumplir los requisitos para cobrar la pensión.

“Mi exmujer y yo teníamos una farmacia: era un negocio familiar y ella era la propietaria. Trabajé allí 25 años, de 1975 a 2000, hasta que me echó sin darme una indemnización ni pagarme las cotizaciones. Por eso me vi obligado a volver a trabajar, incluso ahora que tengo 78 años”, relata este farmacéutico para el medio ‘Fanpage.it’, donde ha decidido contar su historia en primera persona.

Fue hace 50 años cuando comenzó a trabajar en la farmacia de ahora su exmujer y, 25 años después, llegó el amargo descubrimiento: “inmediatamente después de dejar de trabajar en la farmacia, me di cuenta de que no me habían pagado las cotizaciones”. Así, con 53 años, se dio cuenta de que años y años de trabajo, de cara a la pensión, no iban a servir para nada. Pero, ¿cómo no se dio cuenta antes? “No me había preocupado antes porque, cuando las cosas van bien, no piensas que pueda haber algo mal”, confiesa.

“Estamos hablando de cientos de miles de euros en juego”

Ahora, este farmacéutico de Bérgamo, con 78 años, trabaja como autónomo en empresas de amigos y conocidos para mantener a su nueva familia. Cuando ocurrieron los hechos, tras el descubrimiento, acudió a los sindicatos, pero le dijeron que no se podía hacer nada, ya que las cotizaciones “no se habían pagado a tiempo”.

Tras ello, en un principio, no quiso poner ninguna denuncia, pero ha cambiado de opinión: “En los últimos diez años, mi vida ha cambiado. He tenido otro hijo al que me gustaría dejarle algo”, explica al citado medio. Asimismo, asegura que ya no tiene ningún contacto con la antigua farmacia donde trabajaba: “cuando me dijeron que ya no tenía derecho a nada, ya no supe más de ellos. Hay mucho resentimiento, porque yo no tenía nada: estamos hablando de cientos de miles de euros en juego. No es una historia fácil. En todo este tiempo he intentado rehacer mi vida y olvidar, pero lo que me ha dejado es un legado escandaloso”.

Ese legado es la imposibilidad de poder acceder a la pensión y verse obligado a seguir trabajando a pesar de sus 78 años: “Mis piernas aún me sostienen y consigo hacer algunas horas en farmacias de amigos. Pero son situaciones improvisadas: trabajo como autónomo con un número de IVA y no tengo un contrato estable, pero con un poco de esfuerzo consigo mantener a mi familia”, concluye.

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