
Un estudio médico internacional acaba de certificar lo que en España sigue siendo tabú o no queriendo reconocer y es, que las bolsas de nicotina son el método más efectivo para dejar de fumar, sobre todo entre mujeres, y su prohibición carece de justificación científica. El informe, publicado por la organización Smoke Free Sweden, desmonta los argumentos del Ministerio de Sanidad y pone en jaque la reforma estrella de Mónica García, que busca restringir o vetar este producto mientras el país escandinavo logra cifras históricas contra el tabaco.
Según el estudio el dato clave es, que usar bolsas de nicotina multiplica por tres la probabilidad de dejar el tabaco en comparación con el chicle, los parches o los vapeadores. La tasa de éxito es un 200% superior, según el mayor estudio realizado hasta la fecha con datos de exfumadoras suecas. El efecto en la salud pública es tan rotundo que, desde su introducción en 2016, el número de mujeres fumadoras en Suecia ha caído un 49%. Además, se puede decir, que este país ya roza el estatus de “libre de humo” con solo un 5,3% de la población fumadora, frente al 24% de media europea.
Pero mientras Suecia celebra un hito sanitario, España se atrinchera en el inmovilismo y la prohibición. El Ministerio de Sanidad, encabezado por Mónica García, insiste en equiparar las bolsas de nicotina al tabaco tradicional y propone limitar su contenido a una cantidad inútil (0,99 mg por unidad) y vetar todos los sabores excepto el tabaco. El resultado de esta fórmula es hacer desaparecer de facto la alternativa más eficaz, tal y como denuncian tanto Bruselas como expertos internacionales.

“Prohibir estos productos no solo es mala política, es una catástrofe sanitaria”, advierte el doctor Delon Human, presidente de la coalición Smoke Free Sweden y ex secretario general de la Asociación Médica Mundial. Las advertencias no son retórica, ya que la mortalidad por cáncer de pulmón entre los hombres suecos es un 61% inferior a la media de la UE, y el descenso en mujeres es aún más rápido desde que existen las bolsas de nicotina.
España, sin cifras ni transparencia
Mientras el modelo sueco es estudiado ya por media Europa (Italia, Hungría, Rumanía o la propia Comisión Europea han pedido frenar la prohibición española), Sanidad evita dar datos sobre cuántos consumidores se verán afectados, cuál será el impacto real en el descenso del tabaquismo, o cuánto costará a la salud pública cerrar la puerta a la alternativa más eficaz. La falta de transparencia es total, pues no existen previsiones públicas ni informes de impacto.
Bruselas ha dado así un golpe sobre la mesa y obligado a paralizar la reforma española durante al menos tres meses. El propio dictamen de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha calificado el plan de Mónica García de “desproporcionado, sin base científica y perjudicial para los consumidores”.
El de los suecos esta en reducir daño, no prohibir
Lo que Suecia ha hecho (y España se niega a replicar) es justo lo contrario, ya que permitir que los adultos accedan a productos de riesgo reducido, regulados y fiscalizados. El resultado está a la vista: menos fumadores, menos cáncer, menos gasto sanitario y un liderazgo europeo que pone en evidencia a quienes insisten en el prohibicionismo.
“Cada vez que se veta una alternativa eficaz, crece el mercado negro y aumentan los riesgos para el consumidor”, alertan desde la asociación europea GINN. “La ciencia es clara, lo peligroso es cerrar la puerta a todo lo que no sea cigarrillo. Y lo peor: hacerlo sin decirlo abiertamente”.
Ahora, la gran pregunta sigue sin respuesta oficial, qué es ¿quién se beneficia de dejar fuera de juego la herramienta que más rápido reduce el tabaquismo? Las cifras están encima de la mesa, la evidencia internacional es abrumadora y el ejemplo sueco desmonta todos los miedos. “Políticas que restringen el acceso a productos de riesgo reducido benefician inevitablemente a la industria tabaquera y cuestan vidas”, resume el último dictamen europeo.