
Los cruceros se han convertido en una alternativa turística cada vez más popular en los que se incluyen alojamiento, destinos variados y entretenimiento. Pero detrás de estos gigantes del mar hay una maquinaria compleja en la que miles de trabajadores conviven durante meses enteros. Para muchos, trabajar a bordo puede parecer un sueño, ya que puedes viajar por el mundo, conocer gente de diferentes culturas y ahorrar gracias a los gastos cubiertos. Sin embargo, la realidad puede ser más dura de lo que parece.
Así lo ha contado Aldana López, conocida como Aldi (@aldilo.11 en TikTok), una argentina que trabaja como instructora deportiva en un crucero y que ha querido romper con los mitos en uno de sus vídeos más comentados. En él, comparte lo que on para ella las tres peores cosas de vivir y trabajar a bordo de un barco, video que ya ha superado las 288.000 visualizaciones.
“Malas experiencias”
La primera dificultad que menciona Aldi es una de las más básicas y es, que no tienes tu habitación propia. “En general compartís con alguien, depende de tu cargo”, explica. Mientras que puestos como los de ingenieros o músicos pueden disfrutar de una cabina individual, la mayoría del personal de a bordo comparte habitación.
Ella misma reconoce que ha tenido “malas experiencias” y que todo depende de la suerte que tengas con tu compañero o compañera. “Imagínense vivir con alguien que prácticamente no conoces y que es de otro país, es medio la mier...”. Además, añade, “las habitaciones son chiquitas”, por lo que la convivencia puede llegar a ser complicada.
En segundo lugar, Aldi lanza una advertencia directa a quienes creen que los empleados de un crucero tienen días de descanso. “No hay días libres”, sentencia. Explica que sí puede haber jornadas más suaves, con menos horas de trabajo, y que depende del departamento, pero en general se trabaja todos los días.
“Eso agota el cuerpo, agota la mente”, comenta. Incluso si uno se enferma y no puede trabajar, el día no se paga. Y cuando los contratos duran siete meses, como el suyo, la exigencia física y mental se multiplica: “Es duro”, resume.
Por último, Aldi señala lo que para ella es lo más difícil de esta vida es la intensidad emocional que se genera a bordo. “Extrañas mucho”, dice, refiriéndose a la familia y los amigos que quedan en tierra. Pero también habla de las relaciones que se construyen dentro del barco, como “amistades profundas, compañeros con los que trabajas, comes, salís a puerto... y hasta te puedes enamorar”.
“Pasa todo tan intenso y de repente tal vez no ves a esa persona nunca más”, lamenta. Y es que los cambios de barco, las vacaciones o el final de un contrato hacen que esas relaciones puedan desaparecer de un día para otro. “Capaz después lo vuelves a ver y es algo hermoso, pero las probabilidades de que no lo veas nunca más son grandes”, explica. “Eso es lo que más duele. Los que lo pasaron lo entienden”.
Así, con sinceridad y un tono cercano, Aldi ha querido mostrar el lado menos visible de lo que supone trabajar en un crucero. Una vida intensa, llena de aprendizajes... pero también de retos personales.