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Una trabajadora de un crucero explica las cosas malas de vivir y trabajar en un barco: “la intensidad emocional…”

Aldi, instructora deportiva argentina, desvela la cosas que no son tan buenas del trabajo en altamar.


Aldana López
Una trabajadora cuenta cuáles son las cosas malas de trabajar en un crucero desde la habitación hasta la amistad |NoticiasTrabajo
Francisco Miralles
Fecha de actualización:

Los cruceros se han convertido en una alternativa turística cada vez más popular en los que se incluyen alojamiento, destinos variados y entretenimiento. Pero detrás de estos gigantes del mar hay una maquinaria compleja en la que miles de trabajadores conviven durante meses enteros. Para muchos, trabajar a bordo puede parecer un sueño, ya que puedes viajar por el mundo, conocer gente de diferentes culturas y ahorrar gracias a los gastos cubiertos. Sin embargo, la realidad puede ser más dura de lo que parece.

Así lo ha contado Aldana López, conocida como Aldi (@aldilo.11 en TikTok), una argentina que trabaja como instructora deportiva en un crucero y que ha querido romper con los mitos en uno de sus vídeos más comentados. En él, comparte lo que on para ella las tres peores cosas de vivir y trabajar a bordo de un barco, video que ya ha superado las 288.000 visualizaciones.

“Malas experiencias”

La primera dificultad que menciona Aldi es una de las más básicas y es, que no tienes tu habitación propia. “En general compartís con alguien, depende de tu cargo”, explica. Mientras que puestos como los de ingenieros o músicos pueden disfrutar de una cabina individual, la mayoría del personal de a bordo comparte habitación.

Ella misma reconoce que ha tenido “malas experiencias” y que todo depende de la suerte que tengas con tu compañero o compañera. “Imagínense vivir con alguien que prácticamente no conoces y que es de otro país, es medio la mier...”. Además, añade, “las habitaciones son chiquitas”, por lo que la convivencia puede llegar a ser complicada.

En segundo lugar, Aldi lanza una advertencia directa a quienes creen que los empleados de un crucero tienen días de descanso. “No hay días libres”, sentencia. Explica que sí puede haber jornadas más suaves, con menos horas de trabajo, y que depende del departamento, pero en general se trabaja todos los días.

Eso agota el cuerpo, agota la mente”, comenta. Incluso si uno se enferma y no puede trabajar, el día no se paga. Y cuando los contratos duran siete meses, como el suyo, la exigencia física y mental se multiplica: “Es duro”, resume.

Por último, Aldi señala lo que para ella es lo más difícil de esta vida es la intensidad emocional que se genera a bordo. “Extrañas mucho”, dice, refiriéndose a la familia y los amigos que quedan en tierra. Pero también habla de las relaciones que se construyen dentro del barco, como “amistades profundas, compañeros con los que trabajas, comes, salís a puerto... y hasta te puedes enamorar”.

“Pasa todo tan intenso y de repente tal vez no ves a esa persona nunca más”, lamenta. Y es que los cambios de barco, las vacaciones o el final de un contrato hacen que esas relaciones puedan desaparecer de un día para otro. “Capaz después lo vuelves a ver y es algo hermoso, pero las probabilidades de que no lo veas nunca más son grandes”, explica. “Eso es lo que más duele. Los que lo pasaron lo entienden”.

Así, con sinceridad y un tono cercano, Aldi ha querido mostrar el lado menos visible de lo que supone trabajar en un crucero. Una vida intensa, llena de aprendizajes... pero también de retos personales.