
Cada vez hay menos dinero en efectivo en los bolsillos de los ciudadanos, ya que pagar con tarjeta en los supermercados o cafeterías es cada vez más habitual. Los más perjudicados, los sin hogar que, como Marian de 55 años y sin cobrar paro, pensión ni ayudas económicas, tiene que vivir en la calle. Este ‘sans abri’ está todos los días en el mismo punto de los Campos Elíseos, donde le ha encontrado el diario francés Le Monde y ha dado a conocer su curioso método para conseguir donativos y limosnas.
Para pedir usa una taza que cuelga de una caña de pescar y las habilidades de su perro Totó, aunque eso no es bastante en una ciudad como París, con el coste de la vida por las nubes. “Las sonrisas de la gente no pagan los bocadillos ni la comida de mi perro”, explica Marian, que se lamenta porque cada vez se paga más a través de los móviles y con las tarjetas de crédito. “Pocos llevan dinero en efectivo”.
La falta de dinero para dejar de vivir en la calle alquilando un piso barato le ha llevado a encontrar un modo para que los ciudadanos puedan darle dinero… sin llevar efectivo. Desde hace unos meses, se ha hecho de un teléfono móvil en el que ha instalado un programa gracias al que se le pueden hacer donaciones a través de un código QR.
Los más jóvenes se sorprenden, pero le donan casi 2 euros
Los que mejor llevan las nuevas tecnologías, explica el sin techo, son los más jóvenes. Están acostumbrados a pagar sin llevar ni una moneda encima. “Nosotros somos los que tenemos que adaptarnos”. Cuando alguien se acerca, le enseña el teléfono móvil en el que opera a través de la banca Revolut.
Cada donativo es de un mínimo de 2 euros (1,94 euros) aunque si el ciudadano lo prefiere, puede aumentar la cantidad. “Me parece perfecto que se esté diversificando el modo de ayudar a estas personas”, señala un sastre que tiene un negocio cerca, “pero con la cantidad de estafas que se ven hoy día, tendría mucho cuidado”.
“Muchos no me dan dinero porque piensan que conseguiré sus datos”
El miedo a ser estafados lleva a muchos peatones a negar ayuda a Marian. “Es complicado para todos, pero tenemos que ayudarnos los unos a los otros”. Los tiempos cambian, señala, y cuando antes se marchaba a casa con la taza llena de monedas, ahora sólo consigue unos 70 céntimos. “No era igual cuando empecé a mendigar, la gente daba más porque llevaban monedas en los bolsillos. Podía ganar decenas de euros a diario”.
Uno de los principales problemas de Marian es que buena parte de los trabajos que ha realizado han sido sin contrato, cobrando el sueldo ‘en negro’. “He sido empleado en una floristería o en empresas colgando adornos de Navidad en los edificios, ahora no puedo trabajar por una enfermedad que me está debilitando las caderas. ¿Quién va a contratarme?”.
Además de la app, Marian usa un pequeño aparato que le permite recibir dinero usando la tarjeta de crédito. Cuesta 20 euros pero no tuvo que pagar nada porque se lo donó el voluntario de una asociación. ¿El principal problema? Que no se fían, porque algunas personas creen que con eso, podrán conseguir sus datos bancarios.
Cada vez lo tienen más sin hogar pero “es caro”
En Francia hay 330.000 personas que viven en la calle, y de estas, sólo el 30% tiene acceso a un teléfono móvil o a un dispositivo para pago con tarjeta. “Y muchas menos cuando hablamos de que tenga internet”.
Uno de los problemas a los que se enfrenta es a las redes sociales. “Me han grabado y han subido el vídeo a Tiktok, piensan que hago negocios y que soy rico, pero no es así. Esta semana, por ejemplo, he conseguido sólo 38 euros”.