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El pueblo de España donde sus vecinos te invitan a comer en las casas y esconde un bosque encantado: “la gente viene con las manos vacías y se va con las manos llenas”

Un pueblo en Granada, pegado a Sierra Nevada, sigue una tradición centenaria en la que invitan a comer a todo aquel que visita el pueblo durante las fiestas de San Marcos.


Ermita inacabada de Lugros
Ermita inacabada de Lugros, junto a río Alhama |milyunarutas
Antonio Montoya
Fecha de actualización:

En lo más alto de la falda norte de Sierra Nevada, a más de 1.200 metros de altitud, se encuentra Lugros, una pequeña aldea granadina de unos 300 habitantes que se gana el corazón de cuantos la visitan gracias a lo generosos que son con los viajeros, algo difícil de encontrar hoy en día. Eso de encontrar hospitalidad cuando uno va de viaje parece ‘algo de otro siglo’, por lo difícil que resulta a veces dar con gente o lugares donde te invitan a algo, te ayudan o hasta te hospedan gratis. Algo que se agradece, sobre todo cuando vamos de viaje, todo es tan caro para los turistas y no paramos de gastar dinero.

Pues nunca mejor dicho, para Lugros la hospitalidad es una tradición centenaria, ya que allí te invitan a comer solo por visitar el pueblo y, no solo eso, además cuenta con un bosque encantado que es de obligada parada si estás de ruta por la alpujarra granadina. Todo un lujo para los que buscan una escapada de fin de semana en un lugar con encanto y donde nadie se va de vacío.

reparto del potaje de Lugros
Reparto del potaje de Lugros en las fiestas de San Marcos | Andalucia Informacion

Lugros, el pueblo que da de comer a los viajeros

Cada 25 de abril, durante las fiestas patronales de San Marcos, los vecinos de Lugros cumplen con un antiguo voto de generosidadinvitar a comer a todo aquel que visite el pueblo ese día, tal como lo prometieron sus antepasados en el siglo XVI. El plato estrella de las fiestas es el Potaje de San Marcos, un guiso de garbanzos y bacalao cocinado a fuego lento según la receta tradicional, que se reparte de forma gratuita entre la propia gente del pueblo y visitantes en la plaza mayor.

Nadie se queda sin su ración ni sin un merecido brindis de vino del terreno, en un ambiente donde todas las familias participan y se entremezclan con los turistas creando un entorno ideal para pasarlo bien integrándose en la cultura del lugar. Un dicho popular del pueblo lo resume a la perfección: “La gente viene a comer con las manos vacías y se las lleva llenas”, reflejando el espíritu generoso con que Lugros acoge a los forasteros.

Esta fiesta gastronómica no viene de nuevas, sino que tiene raíces legendarias. Tras la expulsión de los moriscos en 1570, los repobladores cristianos eligieron a San Marcos como protector de cosechas y ganado, y le ofrecieron agradecimiento eterno en forma de comida comunitaria. Desde entonces, cada año el día de San Marcos comienza con la bendición del potaje y continúa con el reparto de platos para todos los que estén de visita en las fiestas o los propios vecinos de Lugros.

Las cocineras del pueblo preparan enormes ollas de este potaje “milagroso” en cantidades industriales, con la idea de poder dar una degustación a las miles de personas que suben hasta Lugros desde otros pueblos o desde otras partes de España para disfrutarlo. Además del famoso potaje, también reparten el tradicional rosco de San Marcos, un pan dulce bendecido que los mayordomos de la fiesta lanzan desde la iglesia a la multitud. Según la creencia local, guardar uno de estos roscos en casa protege contra las tormentas y el mal tiempo, un hermoso vestigio de fe popular que añade un toque de magia y emoción a la jornada. Al caer la noche, tras la procesión de la diminuta imagen de San Marquitos por las calles empedradas, Lugros se ilumina con la quema de un castillo de fuegos artificiales y con una verbena donde vecinos y visitantes bailan juntos, satisfechos de cuerpo y alma.

Un paisaje único: el secreto del Bosque Encantado de Sierra Nevada

Pero Lugros no solo conquista por el estómago. Este pequeño pueblo de Granada también destaca por su impresionante entorno natural, propio de la zona de la Alpujarra y de su cercanía a Sierra Nevada. La Dehesa del Camarate es un privilegio para todo aquel que quiere disfrutar de rutas de senderismo y paisajes que no se ven todos los días. Esta zona se la conoce como el Bosque Encantado.

Dehesa del camarate
Dehesa del Camarate | turismodeobservacion.com cortesía de Rafa G- Recuero

Se trata de uno de los bosques mediterráneos mejor conservados de España, oculto durante siglos en estas montañas. De hecho, hasta hace pocas décadas estos parajes permanecieron cerrados al público por ser de propiedad privada, lo que paradójicamente permitió que su biodiversidad se mantuviera prácticamente intacta. Hoy, integrado ya en el Parque Nacional de Sierra Nevada, el Bosque Encantado se considera como una de las zonas 

Situado en la vertiente norte del macizo, el entorno de Lugros disfruta de abundante agua y condiciones privilegiadas que han propiciado una extraordinaria biodiversidad vegetal. El sendero que atraviesa la Dehesa del Camarate sumerge al viajero en un paisaje de ensueño: robles centenarios salpicados de cerezos silvestres, arces, fresnos, mostajos, saucesquejigos (roble andaluz) forman un mosaico forestal único. 

En otoño, este vergel serrano despliega su magia: las hojas caducas de tantas especies se tiñen de una paleta de ocres, dorados, rojizos y verdes que justifican con creces el sobrenombre de bosque encantado. No es casualidad que la ruta de senderismo por la Dehesa del Camarate figure entre las más recomendadas de España para esta época del año, gracias a sus espectaculares panorámicas del parque nacional y a la accesibilidad de su camino. De dificultad baja y unos 10 kilómetros de recorrido (solo ida), el paseo permite a casi cualquier visitante disfrutar de este paraíso primaveral.

Ermita incabada de Lugros
Ermita inacabada, junto al río Alhama | wikiloc

Recorrer el Bosque Encantado de Lugros es para muchos una de las actividades que más han disfrutado dentro de todo el parque natural de Sierra Nevada. Este lugar, al no estar totalmente desforestado, conserva el aspecto que tenía hace siglos. Los lugreños conocen bien el valor de su bosque y lo muestran con orgullo a quienes llegan hasta aquí buscando naturaleza virgen y autenticidad. Muchos viajeros aseguran que pasear entre estos árboles monumentales, con los sentidos embriagados de colores otoñales y aire puro, les hace entender por qué lo llaman “encantado”.

Un destino con alma: tradición y naturaleza de la mano

Lugros, con su sencillo casco urbano de calles empinadas y tejados rojizos, ha pasado de ser un secreto bien guardado a figurar en las agendas de viajeros curiosos. Y lo ha hecho sin perder su esencia. En un solo día, este pueblo ofrece la calidez humana de sus gentes, dispuestos a poner el plato sobre la mesa al recién llegado, y la grandeza escénica de unos paisajes impresionantes. 

Para el visitante, la experiencia resulta inolvidable. “Es difícil explicar la emoción de que te abran las puertas y te ofrezcan de comer sin conocerte”, comenta impresionado un excursionista tras probar por primera vez el potaje lugreño. Gestos así, cada vez más raros en nuestros días, conectan con lo más auténtico de la cultura rural. A su vez, descubrir el Bosque Encantado de la mano de quienes lo han cuidado por generaciones añade un valor único al viaje. “Cuando compartimos nuestra mesa y nuestro entorno, compartimos nuestra vida”, podría decir cualquier habitante de Lugros al despedir a sus huéspedes con una sonrisa sincera.

Sin duda, es uno de los rincones de Granada que uno no se puede perder, ya que une sabores tradicionales con las maravillas naturales en un mismo lugar que mantiene la misma esencia desde hace siglos.