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Una mujer lleva nueve años de okupa en una casa y dice sentirse orgullosa: “tengo luz y agua a mi nombre y voy a lo mío”

"Llevo casi nueve años viviendo en esta casa, tengo el agua y la luz a mi nombre, y no le debo nada a nadie".


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Una mujer lleva nueve años de okupa en una casa y dice sentirse orgullosa: “tengo luz y agua a mi nombre y voy a lo mío” |Youtube
Francisco Miralles
Fecha de actualización:

Yurena, vecina de Las Palmas de Gran Canaria, lleva casi una década viviendo de okupa en una casa que no le pertenece legalmente. Entró con sus dos hijas porque el espacio en casa de su abuela era muy reducido. Hoy afirma tener el agua, la luz y la comunidad a su nombre, y se muestra tranquila: “Esa es mi casa, y no molesto a nadie” afirma en una entrevista para 'Esto Puede Salir Mal'.

La historia de Yurena no arranca con un conflicto, sino con necesidad. Cuando tuvo a sus dos hijas, vivía con su abuela en una casa muy pequeña. Según relata, fue entonces cuando alguien le ofreció una vivienda que llevaba años cerrada. “No la abrí a la fuerza ni nada. Me dijeron: ‘Tengo la llave, dame tanto’, y así fue como entré”, explica.

La casa, en el barrio de La Paterna, estaba vacía desde hacía años. “Tenía hasta la pileta antigua para lavar la ropa”, recuerda. Con el tiempo, fue haciendo arreglos. “El baño, el salón, las habitaciones… todo poco a poco, como se puede. No es que esté perfecta, pero es mi hogar”.

Nueve años viviendo como cualquier vecino más

Aunque reconoce que entró como okupa, Yurena defiende que su situación ha cambiado: “Llevo ahí casi nueve años, tengo la luz, el agua y la comunidad a mi nombre. Pago mis cosas como cualquiera”. Para ella, eso ya marca una diferencia: “El que algo quiere, algo le cuesta. Aquí no te lo ponen tan fácil como en otros sitios”.

Por otro lado, frente a quienes la critican, ella responde: “Hay quien se gasta un dineral en una casa. A mí me salió así, pero también me costó lo mío. No fue llegar y vivir como una reina”.

Yurena asegura tener buena relación con el vecindario. “Los vecinos me apoyan. El otro día unas chicas intentaron meterse en mi casa y una vecina me avisó al momento. Tengo mi cerradura buena y no llegaron a entrar, pero fue de día, a las cinco de la tarde, y eso asustó”. Tras ese intento, ha reforzado la seguridad, aunque confiesa que no tiene miedo: “Mis vecinos son mi alarma. Son buena gente, y eso se agradece”.

“No estoy robando, solo intento salir adelante”

En su día a día, Yurena trata de tirar con lo que tiene. Recibe una ayuda y, con eso, cubre lo básico: “Intento solventarlo poco a poco. Hay veces que no llegas, pero siempre aparece alguien que te echa un cable. Pido 20 euros y los devuelvo cuando cobro. Así vamos tirando”.

Para ella, la solidaridad real no está en las grandes fortunas: “Los que menos tienen son los que más ayudan. En los barrios hay más corazón que en sitios con dinero”. Durante la entrevista, Yurena no escondió su malestar con la situación política. “Te suben la luz, luego la bajan y parece que tenemos que darles las gracias. Nos marean”, protesta. También cree que las leyes se imponen sin tener en cuenta a la gente: “No piden opinión, no hacen encuestas reales. Ellos a lo suyo” según recoge ABC.

En cuanto a la pobreza, critica que se pongan trabas para recibir ayuda. “Si una asistenta ya certifica que lo estás pasando mal, ¿por qué tienes que llevar mil papeles a la iglesia para que te den comida? No lo entiendo”.

“No tengo nada, pero tengo mi conciencia tranquila”

Consciente de que su situación no es la ideal, Yurena defiende su forma de vivir con orgullo: “No soy perfecta, pero tampoco le hago daño a nadie. Si puedo ayudar, lo hago. Si me equivoco, lo hago yo, pero al menos lo intento”.

Para terminar, manda un mensaje a modo de reflexión diciendo que “antes se dejaban las puertas abiertas… ahora ponemos alarmas, perros y pinchos en las ventanas. Algo se ha perdido, y creo que los valores humanos están en peligro”.

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