
Aparcar un fin de semana en una ciudad turística puede costar un ojo de la cara, pero lo que ha ocurrido en Oslo roza el disparate. Un turista ha pagado más de 1.100 euros, exactamente 12.680 coronas noruegas, solo por dejar su coche dos días en el centro. Al recogerlo el lunes en el Kvadraturen P-hus, se encontró con una factura que supera el precio de unas vacaciones en el Mediterráneo.
La experiencia, que parecería una anécdota surrealista, es la realidad para cualquiera que desconozca el sistema opaco y desorbitado impuesto por la empresa Aimo Park, la principal gestora privada de aparcamientos en la capital noruega. Al parecer, en Kvadraturen no existe un precio máximo diario, es decir, que la tarifa se dispara hora tras hora, empezando por 140 coronas la primera, 160 la segunda, 180 la tercera y alcanzando las 200 coronas a partir de la cuarta. Esto hace que el ticket del parking no pare de crecer y la persona despistada tenga que pagarlo.
Según explica el medio noruego Aftenposten, el sistema ‘Easy’ de Aimo Park, lejos de facilitar la vida, se ha convertido en una trampa para turistas, personas mayores y cualquiera que no utilice la app obligatoria o no registre su matrícula con antelación. Según el medio, algunos aluden a que ““aparcar en Oslo cuesta más que una semana de vacaciones en el sur”. Si el usuario no paga con la aplicación o no se informa previamente, los recargos se suman a un importe ya de por sí inasumible. Tal y como hablan los propios afectados, “el sistema está diseñado para castigar la ignorancia y la ausencia”.
La ciudad presume de modernidad y hospitalidad, pero luego se desmonta al ver su sistema de parkings que funcionan como una trampa para incautos. Esto hace que Oslo se juege su reputación turística y la convivencia de sus residentes cada vez que permite a empresas privadas operar sin límites ni control. Ahora, también es cierto que no existen cifras oficiales de cuántos visitantes se han visto sorprendidos por facturas similares, y ni Aimo Park ni el Ayuntamiento de Oslo han dado explicaciones públicas sobre los motivos para mantener tarifas sin tope máximo diario.
Mientras tanto, los más afectados son, como siempre, los que menos acceso tienen a la información digital, que suelen ser turistas extranjeros, aquellos que no conocen el idioma, personas mayores, y cualquier despistado que todavía cree que aparcar en una ciudad europea es un servicio, no una lotería.