El trabajo de albañil en la construcción siempre se ha considerado un sector mayoritariamente masculino. Por eso, cuando una mujer se dedica a este campo, sigue resultando llamativo. Muchas de ellas comparten en redes sociales cómo es su experiencia en el sector, y así es el caso de Nerea, una joven española que trabaja en Australia.
A través de sus redes sociales, Nerea explica cómo es la vida trabajando como albañila en ese país, y una de sus historias sobre su primer día en una obra no ha pasado desapercibida.
La joven relata que, al llegar por primera vez al puesto de trabajo, las caras de los responsables de obra no pasaron desapercibidas al ver que era una mujer. "Ojalá hubiera tenido una cámara oculta aquí, en un botón o algo, porque se han quedado así los dos", comenta.
No esperaban que fuera a trabajar como albañila
Nerea continúa relatando que tanto el jefe de obra como el supervisor le dijeron que ese día no necesitaban a ningún "traffic controller" (persona encargada de dirigir el tráfico en las obras). Sin embargo, ella tuvo que sacarles de su error: “De traffic controller nada, bonito, que yo soy obrera albañila”, ha añadido.
Sus superiores no parecieron muy conformes con la respuesta, a juzgar por sus caras. “Se han empezado a mirar el uno al otro, con cara de haber visto un fantasma, superangustiados”, describe la joven.
En ese momento, Nerea temió lo peor, que la mandasen a casa sin poder siquiera trabajar. Fue entonces cuando jugó su mejor baza para convencerlos y demostrar su valía en el puesto con una sola frase: “Por haberme hecho venir hasta aquí, ya me vas a tener que pagar 4 horas”.
Y es que, según explica Nerea, en Australia, cuando se trabaja en la construcción, si el trabajador se presenta en la obra y por algún motivo ajeno a él no puede trabajar, la empresa debe pagarle igualmente 4 horas de trabajo.
Con este argumento convenció a sus superiores para que al menos la dejaran trabajar durante esas 4 horas que, de todos modos, le tendrían que pagar sí o sí, y así poder demostrar que es buena en su trabajo como albañila.
El resultado fue que, cuatro horas después, continuaba trabajando, y al terminar el tiempo estipulado como prueba, uno de los supervisores se acercó a ella y le preguntó: “Nerea, ¿puedes venir mañana?”. Y así consiguió el puesto.

