
Durante décadas, los pasillos de los supermercados estadounidenses han estado llenos de alimentos con colores tan intensos y artificiales como la propia industria que los creaba. Desde los cereales para el desayuno hasta los refrescos y las gelatinas, los colorantes sintéticos “derivados del petróleo” eran omnipresentes. Pero ese arcoíris químico tiene los días contados, ya que Estados Unidos ha dado el mayor paso hasta ahora para eliminar estos aditivos de su dieta diaria, tras años de creciente inquietud científica y presión social.
Esta primavera, dos de los mayores fabricantes de alimentos del país, Conagra Brands y Nestlé USA, anunciaron en un comunicado conjunto que eliminarán todos los colorantes sintéticos de sus productos antes de 2027. Esto llega días después de que sus principales rivales Kraft Heinz y General Mills también se unieran a esta iniciativa, según recoge el medio ABC news.
La Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) (que tradicionalmente había permitido el uso de estos colorantes bajo estrictas regulaciones) dio un cambio en abril y anunció el inicio del proceso para retirar del mercado todos los colorantes alimentarios derivados del petróleo, entre los que se encuentran los conocidos Red No. 40, Yellow No. 5 y Blue No. 1. Aunque la medida es, por ahora, voluntaria, la presión sobre la industria nunca ha sido mayor. “No deberíamos correr riesgos y deberíamos hacer todo lo posible para proteger la salud de nuestros niños”, subrayó el comisionado de la FDA, Marty Makary.
Un aditivo relacionado con el TDAH
Pero, ¿por qué ahora? Al parecer, el principal motivo se debe a una serie de estudios científicos que sugieren que estos colorantes pueden estar relacionados con trastornos de comportamiento en la infancia, como el Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Un informe del estado de California publicado este año (que se puede consultar en este enlace) vincula el consumo de estos aditivos con hiperactividad y otros problemas neuroconductuales en algunos niños. En paralelo, el diagnóstico de TDAH en la infancia estadounidense ha pasado del 6,1% al 10,2% en solo dos décadas, una estadística que ha encendido todas las alarmas sanitarias y sociales.
El Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., fue tajante al presentar el nuevo plan federal manifestando que “estos compuestos venenosos no ofrecen ningún beneficio nutricional y suponen un peligro real, medible, para la salud de nuestros hijos. Esa era está llegando a su fin”. La nueva estrategia no solo busca eliminar los colorantes sintéticos, sino que acelera la aprobación de alternativas naturales como el extracto de flor de guisante mariposa, el azul de gardenia o el fosfato de calcio.
Estados Unidos se fija en Europa y Canadá
El cambio ya se nota en las grandes empresas, donde, por ejemplo, General Mills afirma que el 85% de sus productos ya están libres de colorantes artificiales y Kraft Heinz estima que solo el 10% de su portafolio todavía los contiene. “Por encima de todo, estamos centrados en ofrecer alimentos nutritivos, asequibles y sabrosos”, afirma Pedro Navio, presidente para Norteamérica de Kraft Heinz, recordando que productos icónicos como el ketchup Heinz nunca han usado estos aditivos.
El movimiento estadounidense replica, por fin, lo que Europa y Canadá ya habían exigido años atrás a los fabricantes. Allí, muchas de estas multinacionales ya reformularon sus productos, demostrando que el cambio no solo era posible, sino viable. En EE UU, el proceso ha sido más lento y ha dependido en gran medida del cumplimiento voluntario, lo que levanta suspicacias entre los grupos de defensa del consumidor: “Necesitamos una prohibición aplicable de los colorantes alimentarios sintéticos dañinos”, exige Brian Ronholm, de Consumer Reports.
Ahora bien, los científicos advierten que, aunque la evidencia sobre los riesgos ha ido en aumento, aún quedan zonas grises y no todos los expertos ven justificada una prohibición total. Algunos nutricionistas piden más estudios y subrayan que el riesgo puede depender de factores genéticos y de la cantidad consumida. De esta forma, la propia FDA, en colaboración con los Institutos Nacionales de Salud, ha anunciado nuevos estudios para analizar a fondo los efectos de los aditivos en la salud infantil.