
En España, la épica parlamentaria suele medirse en los duelos oratorios que apenas superan la hora, como Pedro Sánchez contra Rajoy en la moción de cesura o los turnos infinitos de Aitor Esteban, entre otros. Pero nada que ver con lo vivido en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, donde esta semana el líder demócrata Hakeem Jeffries ha pulverizado todos los récords con 8 horas y 44 minutos de discurso ininterrumpido para denunciar la última gran ley de Donald Trump.
El objetivo de Jeffries es frenar, o al menos visibilizar, la aprobación del llamado ‘megabill’ republicano, un paquete de 4,5 billones de dólares que recorta Medicare y Medicaid, y aumenta el gasto en seguridad fronteriza. El propio Jeffries lo resumió así, rodeado de colegas demócratas que le animaban como si aquello fuera un mitin: “Shame on this institution if this bill passes. That’s not America, we’re better than this.”
El objetivo de este maratón de discurso no era otro que el de retrasar la votación y además, que necesitaba responder a la presión de su propia base, que le reclamaba “luchar más duro” contra la agenda de Trump. Aunque el líder demócrata había asegurado en privado que su intervención sería de apenas una hora, el ambiente de resistencia y los recientes precedentes de ‘filibusters’ (como el de Cory Booker en el Senado) le empujaron a exprimir hasta el extremo el “magic minute”, ese privilegio reservado a los líderes parlamentarios que les permite hablar sin límite de tiempo.

Ahora, la extensión de este discurso tiene una explicación y es que, de aprobarse la ley, 11,8 millones de estadounidenses perderán su cobertura sanitaria solo en Nueva York, según los cálculos de la Oficina Presupuestaria del Congreso (CBO). Por eso, Jeffries lo resumió con la frase: “La gente morirá, año tras año”.
Ahora, hay que decir que sobre este tema no hubo unidad en el bloque progresista. Varios diputados demócratas estaban molestos porque Jeffries no avisó de su maratón. El gesto fue celebrado por la base, pero complicó agendas y generó malestar. Unos lo aplauden, otros admiten: “Esto es puro showtime”. El espectáculo, más que nunca, divide incluso a los suyos. El resultado fue ajustado. Solo dos republicanos rompieron filas; con cuatro, la ley habría caído. La mayoría republicana resistió y Trump ya tiene luz verde para firmar lo que llama “la victoria del pueblo”.
El motivo por el que esto nunca ocurría en España
Ahora, muchos se preguntan por qué en Estados Unidos se puede hacer un discurso de casi 9 horas y en España apenas llega a la hora. La respuesta está en el filibuster. El filibuster es una táctica parlamentaria clásica en Estados Unidos (especialmente en el Senado) con la que se busca alargar los debates de manera deliberada para retrasar o impedir una votación. De esta forma, un senador se puede tirar durante horas hablando (y sin pausas o recesos), simplemente para bloquear la votación. Además, tiene el llamado “magic minute”, que les permite intervenir sin límite de tiempo, aunque solo lo pueden usar en circunstancias muy concretas.
En España esto no es posible, simplemente porque no existe. Por eso, nunca verán a un político hablar 8 o 9 horas, ya que sería impensable en el Congreso de los Diputados.