Qué dice la psicología de las personas que dan dinero a los necesitados que están en la puerta de los supermercados

Es fácil ver a personas necesitadas pidiendo dinero en la puerta de los supermercados cuando vamos a hacer la compra, sobre todo en las ciudades, donde la mendicidad es mayor que en las poblaciones pequeñas. Pero al igual que es fácil verlos, a veces puede resultar ‘difícil’ cumplir su deseo y darles algo de dinero, sin saber todo lo que puede aportar psicológicamente este simple acto. Esta acción, aunque pueda ser inesperada, depende de factores emocionales, sociales y culturales, tal y como señalan los expertos en psicología.

Según un estudio de la Universidad Autónoma de Madrid, más del 60% de quienes ofrecen ayuda lo hacen por un sentimiento de empatía inmediata, mientras que un 25% declara que se siente “moralmente obligado” a hacerlo. La mayoría asocia el gesto con valores inculcados en la infancia, como la compasión y la solidaridad.

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Factores psicológicos y sociales que afectan

La empatía es uno de los motores principales. Se trata de la capacidad de ponerse en el lugar del otro, y puede intensificarse al ver directamente la necesidad ajena. “El contacto visual y la cercanía física con la persona necesitada activan procesos neuronales que refuerzan la urgencia de ayudar”, explica la psicóloga social Pilar González.

Por otro lado, interviene el concepto de norma social de reciprocidad. Muchas personas sienten que, en algún momento, podrían estar en una situación similar y esperan que alguien actúe con la misma generosidad. Esto está relacionado con lo que se denomina “altruismo recíproco”.

También influye la presión del entorno. Hay quienes afirman que dan dinero porque se sienten observados por otros compradores, cuando se trata de los mendigos que están en la puerta de supermercados. Este comportamiento se conoce como “altruismo impulsado por la reputación”, donde la ayuda refuerza la imagen moral del donante. Incluso si vamos a comprar con un familiar o un amigo, algo común, nos puede impulsar más a hacer una donación, incluso aunque ellos ni se hayan fijado en la persona necesitada.

Comparativa con otros tipos de ayuda

A diferencia de las donaciones a ONG o campañas humanitarias, la ayuda directa en la calle genera un impacto inmediato y visible. Este tipo de apoyo no requiere intermediarios, lo que proporciona una sensación de control y eficacia en la acción solidaria. Ya que uno de los mayores dilemas que nos encontramos a la hora de dar algo de dinero a un necesitado es cuánto de fiable es esa ONG o asociación intermediaria que nos lo pide.

Por otro lado, algunos estudios advierten que este tipo de ayuda puede ser percibida como menos racional, ya que se basa más en la emoción que en un análisis de impacto. “Las personas tienden a ayudar más cuando pueden ver al beneficiario, aunque eso no garantice que la ayuda sea la más efectiva a largo plazo”, detalla un informe del Instituto de Psicología Comunitaria.

Dar limosna puede ser un “potente refuerzo psicológico”

El debate sobre dar o no limosna sigue abierto. Algunos expertos señalan que estas acciones, aunque bienintencionadas, pueden perpetuar situaciones de dependencia. Por ello, muchas organizaciones recomiendan canalizar la solidaridad a través de entidades que trabajen en la reinserción social.

A pesar de ello, la mayoría de los ciudadanos que ayudan lo hacen desde una convicción personal y emocional, no por estrategia. La acción, aunque puntual, puede significar mucho tanto para quien da como para quien recibe. “Sentir que uno puede aliviar, aunque sea mínimamente, el sufrimiento ajeno es un potente refuerzo psicológico”, concluye González.