Los despidos disciplinarios se disparan, triplicándose, y se convierten, de esta manera, en la vía directa al despido tras la reforma laboral. Así, no solo aumentan los despidos por no superar el periodo de prueba. La esperada normativa que entró en vigor en enero de 2022 ha supuesto un cambio radical en el mercado de trabajo español. Su objetivo principal era reducir la temporalidad y fomentar la contratación indefinida, pero también ha tenido efectos secundarios que han alterado las relaciones laborales. Uno de ellos es el aumento de los despidos disciplinarios, que se han multiplicado por seis desde la aprobación de la reforma.
Según los datos oficiales de la Seguridad Social, entre enero y julio de 2023 se han producido 309.205 despidos por esta causa, lo que supone un incremento del 200% respecto al mismo periodo del año anterior. Antes de la reforma, los despidos disciplinarios eran mucho menos frecuentes y no superaban los 30.000 mensuales. Además, el 90,8% de los despidos disciplinarios se correspondieron con empleados indefinidos.
¿Qué es un despido disciplinario y cuándo se puede aplicar?
Según el artículo 54 del Estatuto de los Trabajadores, se trata de una medida extrema que el empresario puede adoptar cuando el trabajador incumple gravemente y de forma culpable sus obligaciones. Algunos ejemplos son las faltas repetidas e injustificadas de asistencia o puntualidad, las ofensas verbales o físicas al empresario o a sus compañeros, la desobediencia, la indisciplina, la disminución voluntaria y continuada del rendimiento, la embriaguez habitual o el acoso por razón de origen, sexo o edad.
El despido quedó fuera de la última reforma laboral con tal de que los agentes sociales y el Gobierno pudieran llegar a un acuerdo. Un hecho que ha provocado que desde CCOO y UGT hayan presentado denuncias por ello ante el Comité Europeo de Derechos Sociales.
Es importante saber que el despido disciplinario tiene una serie de características que lo diferencian de otras modalidades de extinción del contrato. En primer lugar, no requiere preaviso ni indemnización al trabajador, salvo que el convenio colectivo lo establezca. En segundo lugar, el empresario debe comunicar por escrito al trabajador los hechos que motivan el despido y la fecha en que tendrá efectos. En tercer lugar, el trabajador puede impugnar el despido ante los tribunales si considera que no está justificado o que vulnera sus derechos fundamentales.
Los despidos disciplinarios crecen un 200%
Hay varias razones que pueden explicar este fenómeno. Una de ellas es que la reforma laboral ha endurecido las condiciones para realizar despidos objetivos por causas económicas, técnicas, organizativas o de producción. Estos despidos requieren una indemnización de 20 días por año trabajado con un máximo de 12 mensualidades, además de un preaviso de 15 días y una comunicación a la autoridad laboral. Por tanto, algunos empresarios pueden optar por el despido disciplinario como una forma más barata y rápida de deshacerse de los trabajadores que no les interesan.
Otra razón es que la reforma laboral ha limitado el uso de los contratos temporales a supuestos específicos y ha incentivado la conversión de los contratos temporales en indefinidos mediante bonificaciones y reducciones de cotizaciones. Esto ha provocado que haya más trabajadores con contrato fijo en las empresas, lo que dificulta su despido por otras vías. Además, la nueva normativa suprime la posibilidad de encadenar contratos temporales durante más de dos años, lo que impide renovar a los trabajadores con este tipo de contrato.
Finalmente, otra posible causa es que la reforma laboral ha introducido cambios en la regulación del periodo de prueba, que es el tiempo durante el cual el empresario puede rescindir el contrato sin alegar causa alguna ni indemnizar al trabajador. La reforma laboral ha ampliado el periodo de prueba a seis meses para los contratos indefinidos ordinarios y a un año para los contratos indefinidos de apoyo a los emprendedores. Esto puede hacer que algunos empresarios utilicen el periodo de prueba como un mecanismo para evaluar al trabajador y despedirlo sin coste si no cumple con sus expectativas.
Consecuencias del aumento del despido disciplinario
El incremento de los despidos disciplinarios tiene efectos negativos tanto para los trabajadores como para el mercado laboral en su conjunto. Para los trabajadores, supone una pérdida abrupta del empleo sin derecho a indemnización (salvo que el despido sea declarado improcedente o nulo por un juez). Además, genera una situación de inseguridad e incertidumbre sobre su futuro laboral y dificulta su reincorporación al mercado de trabajo.
Para el mercado laboral, el aumento de los despidos disciplinarios puede tener un impacto negativo sobre la productividad, la competitividad y la innovación. Algunos estudios han demostrado que los despidos disciplinarios reducen el esfuerzo y la motivación de los trabajadores, lo que afecta a su rendimiento y a su calidad del trabajo.
Asimismo, los despidos disciplinarios pueden disminuir la confianza y la cooperación entre los trabajadores y el empresario, lo que dificulta el clima laboral y el desarrollo de proyectos comunes. Por último, pueden desincentivar la inversión en formación y en capital humano, lo que merma la capacidad de adaptación y de innovación de las empresas.
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