La jornada laboral de cuatro días puede recibir paradójicamente el empujón de un inesperado aliado: la inteligencia artificial (IA). La misma que amenaza la mano de obra humana de puestos de trabajo como los locutores, los traductores, profesores o matemáticos, poniéndolos en peligro de extinción al ser sustituidos progresivamente por la tecnología y la automatización de internet y las nuevas tecnologías, como evidenció un estudio de la empresa OpenAI.
Esta es la misma empresa que ha impulsado una de las herramientas que ha irrumpido con notoriedad en la actualidad por sus impactos presentes y futuros: Chat GPT. Basada en la tecnología GPT-3 de inteligencia profunda, es capaz de desarrollar respuestas y generar temas cercanos al razonamiento humano cuando se le pregunta sobre algún tema.
Sin embargo, como toda herramienta, las consecuencias y efectos dependerán de su uso y orientación. Y no tienen porqué tener todos connotaciones negativas. Así lo plantea el informe Pissarides sobre el ‘Futuro del Trabajo y el Bienestar’. Christopher Pissarides, economista laboral galardonado con el Premio Nobel en el año 2010, cree que el ChatGPT puede abrir la puerta a la conciliación laboral, posibilitando la llegada de la jornada laboral de cuatro días.
Mercado laboral: la cara amable de la inteligencia artificial
"Soy muy optimista sobre la posibilidad de aumentar la productividad", declaró en una conferencia celebrada en Glasgow después de haber estudiado sus fricciones en el mercado laboral. "Podríamos aumentar nuestro bienestar general desde el trabajo y podríamos dedicar más tiempo al ocio. Podríamos pasar a una semana de cuatro días fácilmente", explicaba Pissarides, que alumbraba, de esta manera, la parte más favorable para la mano de obra humana sobre la progresiva automatización laboral.
A su juicio, saber adaptarlo puede suponer una "gran diferencia" en la productividad de los empleados. "Podrían eliminar muchas de las cosas aburridas que hacemos en el trabajo... y dejar sólo las cosas interesantes a los seres humanos", justificó. La transición para los trabajadores será menos dolorosa si las empresas la adoptan más lentamente, a pesar del imparable tecnología.
"Simplemente no hay límite a la cantidad de trabajo que la humanidad podría generar si realmente quiere trabajar. Tardará mucho en tener un impacto real y durante ese tiempo la gente se ajustará. Lo que se necesita en este ajuste es básicamente mejorar las cualificaciones", acabó por concluir, ilustrando como ejemplo la automatización en ciertos servicios de atención al cliente.
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