Adiós a la jornada laboral de 8 horas: Elon Musk no dejará a sus empleados descansar los fines de semana

Elon Musk, dueño de compañías como Tesla, SpaceX y X, todavía está al mando del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), aunque dijo que podría dejar su puesto próximamente. Pero mientras siga trabajando para la Administración de Donald Trump, el magnate no va a dejar a nadie indiferente y va a seguir dando que hablar en temas como el empleo o los derechos de los trabajadores. Más aún, sabiendo que su cargo tiene el objetivo de recortar el gasto público de Estados Unidos, lo que sumado a sus ideales empresariales, le hace tener ideas a veces descabelladas en lo que se refiere a los trabajadores.

Lo último al respecto ha sido la confesión de Musk sobre las condiciones de sus empleados y lo que le gustaría que se cumpliera a nivel mundial. El magnate no solo confesó que sus empleados trabajan semanalmente durante 120 horas, sino que, además, en muchas ocasiones detalló que también tienen jornadas de trabajo durante los fines de semana. Según las palabras del magnate, “nadie cambió el mundo trabajando 40 horas a la semana”.

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Elon Musk asegura que sus empleados trabajan 120 horas, además de los fines de semana

La estrategia sobre la jornada laboral de los trabajadores que defiende Elon Musk tiene como punto de partida sus parámetros de productividad, sobre los que, según él, los empleados tienen que trabajar durante más de 40 horas semanales. "Nuestros oponentes burocráticos trabajan con optimismo 40 horas a la semana. Es por eso que están perdiendo tan rápido", tal y como expresó en una publicación en su cuenta oficial de X.

Su estrategia en cuanto a las condiciones que debe presentar un empleado se basa en una visión de compromiso absoluto, que va más allá de los límites del descanso o la desconexión digital. Al parecer, el multimillonario tiene la visión de que solo a través de una “implicación total” pueden lograrse avances. “ DOGE trabaja 120 horas semanales, a diferencia de otros colectivos y administraciones que trabajan menos horas.

En una publicación realizada el pasado mes de febrero, Musk arremetió contra el personal del sector público convencional por ceñirse a una jornada laboral estándar. “Muy pocos en la burocracia trabajan durante el fin de semana, así que es como si el equipo contrario abandonara el campo durante dos días”, escribió entonces. A su juicio, desempeñar funciones durante el fin de semana representa una “ventaja competitiva”.

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Además, en una de sus intervenciones más compartidas, afirmó que esta labor requiere de “revolucionarios de alto coeficiente intelectual dispuestos a trabajar más de 80 horas semanales en la reducción de costes”. Esta misma idea ya había sido planteada en noviembre del año anterior por la cuenta oficial de DOGE, que compartió una visión similar: “Necesitamos revolucionarios de gobierno pequeño con un coeficiente intelectual súper alto dispuestos a trabajar más de 80 horas por semana en recortes de costos poco glamorosos”.

¿Es legítimo exigir productividad extrema o es un retroceso laboral?

La insistencia de Elon Musk en las largas jornadas laborales no es reciente. Ya en 2018, el empresario declaró que “nadie cambió el mundo trabajando 40 horas a la semana”, y añadió que, si se disfruta lo que se hace, “(en su mayoría) no se siente como tal”. Para Musk, el esfuerzo personal forma parte del proceso de innovación. Así lo expresó también cuando un usuario le preguntó cuántas horas eran necesarias para generar un cambio real, a lo que respondió que “varía según la persona, pero ronda las 80, con picos de hasta 100. El dolor crece exponencialmente por encima de 80”.

Aunque este planteamiento es habitual en sus intervenciones públicas, ha recibido críticas desde distintos sectores, incluyendo sindicatos y expertos en salud laboral. La Organización Mundial de la Salud (OMS), por ejemplo, ha advertido sobre los riesgos asociados a jornadas laborales prolongadas, entre ellos el agotamiento extremo, el estrés continuado y enfermedades cardiovasculares. Ante esta visión del trabajo y del descanso, surge una cuestión clave: ¿hasta qué punto es legítimo exigir más de 80 horas semanales en nombre del avance tecnológico o económico?