Hoy, día 10 de octubre de 2021, se celebra el Día Mundial de la Salud Mental y lo cierto es que aunque hasta hace poco era una fecha que normalmente pasaba desapercibida, a raíz de la crisis sanitaria por el coronavirus se ha hecho visible en la sociedad de España. Sobre todo en lo que a enfermedades mentales se refiere, haciendo especial hincapié en trastornos psicológicos como la ansiedad, la depresión, los ataques de pánico o incluso los Trastornos de la Conducta Alimentaria o TCA, entre otras muchas patologías psíquicas a las que se le irá dando voz a lo largo de este artículo.
Las secuelas psicológicas a causa de la pandemia por el covid-19 siguen estando latentes en miles de personas en nuestro país después de un año y medio. Una realidad que permanece oculta a día de hoy y para la que no cuenta con las suficientes unidades especializadas en psicología y psiquiatría en los hospitales y centros de atención primaria. Sin embargo, parece que se ve un poco de luz al final del túnel. El Gobierno de España acaba de anunciar el Plan de Acción de Salud Mental 2021-2024, con cinco líneas de acción y dotado de 100 millones de euros. Entre las medidas adoptadas, destaca una línea telefónica gratuita y confidencial de atención al suicio que estará disponible las 24 horas del día.
Pero, ¿cómo ha afectado el coronavirus a la salud mental de la población española? Desde que se hiciera público el primer caso de covid en La Gomera, concretamente a finales de enero de 2020, las cifras hablan por sí solas. Así lo desvelan los datos publicados en marzo de 2021, justo un año después del inicio de la crisis sanitaria mundial, por el Centro Superior Centro de Investigaciones Sociológicas o CIS estas son algunas de las conclusiones a las que se ha llegado. Un 41,9% asegura haber sufrido problemas de sueño desde el principio de la pandemia mientras que hasta un 68,6% ha sentido mucho miedo a que pueda morir algún familiar o ser querido.
Pero la cosa no acaba ahí, porque un 38,7% ha tenido dolores de cabeza, entre otros problemas como taquicardias, mareos o desmayos. Si todo esto fuera poco, el 10,8% de las y los españoles han consumido tranquilizantes, relajantes o pastillas para dormir.
Salud mental y COVID-19: las secuelas psicológicas un año y medio después
Los jóvenes, las mujeres y las personas con discapacidad, y en especial con discapacidad psicosocial, son algunos de los grupos de población que han visto más afectada su salud mental durante este año y medio a raíz del impacto generado tras la pandemia. Lo que se refleja particularmente en la población más vulnerable: niños, niñas y adolescentes.
1 de cada 7 jóvenes de entre 10 y 19 años tiene problemas de salud mental, tal y como ha informado el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) con el informe Estado Mundial de la Infancia en 2021. Es más, casi la mitad de estos casos se deben a trastornos como la depresión y la ansiedad. Sin embargo, esta problemática ya venía arrastrándose antes de 2020, aunque ahora tras el devastador paso de la enfermedad del covid-19 se hace más palpable.
En cuanto a las personas con discapacidad, un estudio de la Fundación ONCE, anunció que un 50% de las personas con discapacidad señala que su estado de ánimo ha empeorado desde que se decretó el Estado de Alarma. Es más, un 34% de las personas con discapacidad ha consumido ansiolíticos y/o antidepresivos durante el confinamiento. Y lo que es aún peor, en el caso de las personas con discapacidad psicosocial, la cifra se eleva al 62,4%.
Las mujeres, el doble de afectadas que los hombres
Las personas de 18 a 34 años son las que más han acudido a los servicios de salud mental. Esto se debe a que han sufrido más ataques de ansiedad así como han vivido síntomas de tristeza debido a que son los que más han modificado su vida habitual debido a esta grave situación sanitaria. En esta línea, el CIS también señala que más del doble de las personas que han acudido a los servicios de salud mental son mujeres.
Y parte de la razón tiene que ver con que se han agravado las numerosas responsabilidades como las tareas del hogar, el cuidado de los hijos o incluso poder conciliar la vida familiar con la laboral. De hecho, un estudio realizado en varios centros hospitalarios indica que, en los meses de la pandemia, la prevalencia de la ansiedad en las mujeres ha sido del 33% y la de la depresión, del 28%,
La clase social como principal factor de riesgo de padecer problemas mentales
El porcentaje de personas de clase baja que se han sentido decaídas, deprimidas o sin esperanza durante la pandemia, casi duplica al de aquellas que se identifican con la clase alta, el 32,7% frente a 17,1%. Destaca igualmente la prescripción de consumo de psicofármacos, de un 3,6% en la clase alta, frente a un 9,8% de la clase baja.
Mucho tiene que ver el hecho de que las personas con menos recursos económicos sufren mayor incertidumbre y miedo principalmente por la falta de recursos económicos y la pérdida del puesto de trabajo. A todo ello se le suma el propio confinamiento y la convivencia ininterrumpida en hogares normalmente de pequeñas dimensiones.
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