La entrada en vigor en su totalidad de la reforma laboral el pasado 31 de marzo y del nuevo paradigma que instaura ha supuesto no solo una revolución en la contratación, si no también en la estadística. La limitación de los contratos temporales o de obra y servicio a casos excepcionales y justificados y el paso a la proliferación de los fijos discontinuos ha abierto el foco de la polémica: ¿es verdad el milagro del mercado laboral que evidencian los números?
¿Están los datos del paro distorsionados por el cambio de contratación al que obliga ahora la renovada legislación española y que busca acabar con la descontrolada tasa de temporalidad? La contratación indefinida es su gran reclamo. Con ella, parte de esos nueve de cada diez nuevos contratos que antes de la reforma tenían un plazo de finalización establecido, se consideran ahora como fijos.
Es decir, la norma es el contrato indefinido, y la excepción, el temporal, por lo que la opción de contratación preferida por los empresarios pasa a ser ahora la del fijo discontinuo, que maquilla en cierta manera el contrato temporal al que dejan de estar ‘abonados’ la gran parte de los trabajadores españoles en un mercado laboral caracterizado por su estacionalidad. Más, en las fechas que avecinan, con la temporada veraniega a la vuelta de la esquina y los empleos de duración definida.
Un trasvase de temporalidad
“Los datos del paro son espectaculares”, valoraba Yolanda Díaz, ministra de Trabajo, ante los números ofrecidos por su cartera ministerial. El paro registrado en las oficinas de empleo retrocedió el pasado mes de abril en 86.260 personas, que suponen un 2,7% menos que en marzo. Por su parte, los contratos fijos discontinuos ascendieron a 283.000, diez veces mayor que en los cuatro primeros meses de 2021. Un trimestre de los más activos desde 2008 y del que se congratulan desde el Gobierno.
Las cifras tan positivas de contratación indefinida en abril no son un hecho coyuntural, son el signo de un nuevo enfoque laboral en nuestro país.
— Yolanda Díaz (@Yolanda_Diaz_) May 4, 2022
Estabilidad, derechos y trabajo digno. pic.twitter.com/g4nQnfXNYD
Hablando de jornada, 284.732 fueron contratos indefinidos a tiempo completo y 413.914 a tiempo parcial en el pasado mes de abril. Es decir, los primeros se incrementaron un 177%, mientras que los segundos se multiplicaron por seis, un 573%. Dentro de estos contratos indefinidos, los fijos discontinuos fueron la contratación que más proliferó en el mes pasado. Con 238.000 contratos se duplicó su uso. Pero si se tiene como referencia el pasado año, se multiplicaron por diez tras el primer mes con la reforma laboral ya a pleno rendimiento.
En abril registramos 698.646 contratos indefinidos, la cifra más alta registrada en nuestro país hasta la fecha. 1 de cada 2 contratos firmados en este mes ha sido indefinido.
— Yolanda Díaz (@Yolanda_Diaz_) May 4, 2022
Datos sin precedentes que reflejan que la reforma laboral ya está transformando la contratación. pic.twitter.com/WT3IEB6FfP
Nueve de diez nuevos contratos fijos discontinuos acordados han absorbido esos contratos temporales de obra y servicio, como aprecian los notables datos, convertidos en protagonistas de una época en el que antes lo eran los temporales. Pero, ¿qué pasará una vez finalice el verano y se reduzca la actividad de los sectores con mayor estacionalidad?
Una situación similar a los ERTE
Estos contratados fijos discontinuos no irán a trabajar, pero no constarán como parado en las estadísticas. Es decir, aparecerán como contratados a ojos de la estadística, aunque no trabajen. "Figurará como demandante de empleo no parado", afirma Trabajo. "Sería similar a la situación administrativa que vivieron las personas en ERTE, no trabajaban pero no estaban en el paro", continuaban tratando de explicar desde la cartera ministerial.
En mayo de 2020, casi tres millones de personas estuvieron acogidas a esta modalidad de protección del empleo pero nunca contabilizaron como parados aunque no trabajaran y cobraran prestación. En aquel momento se dijo que era una “argucia numérica” que impedía reflejar la realidad del mercado. Sin embargo, esto lo rechazan ahora desde el Ministerio de Trabajo.
De esta manera, la temporalidad se transforma mediante una nueva forma de contratación que tienen más derechos reconocidos, como la antigüedad o la indemnización por despido, pero que están lejos de igualarse a efectos globales con trabajo permanente a tiempo completo. Según Ana Ercoreca, presidenta del sindicato de Inspectores de Trabajo, esta nueva fórmula de contratación va a acabar resultando uno de los nichos potenciales más claros de precariedad. El debate está servido.
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