
La escalada bélica en Oriente Medio ha encendido todas las alarmas en los mercados internacionales. Irán ha dado un paso determinante tras el ataque lanzado por Estados Unidos contra instalaciones clave en su territorio. El Parlamento iraní ha votado este domingo a favor del cierre del estrecho de Ormuz, lo que podría desencadenar una crisis energética de dimensiones globales. Aunque la decisión definitiva corresponde al Consejo Supremo de Seguridad Nacional y al líder supremo Alí Jamenei, la amenaza ya ha bastado para sacudir a los inversores.
El estrecho de Ormuz es un corredor marítimo situado entre Irán y Omán por el que transita cerca del 20 por ciento del petróleo mundial. Cada día circulan por esta vía unos 17 millones de barriles de crudo. Además, una parte importante del gas natural licuado exportado por Qatar y otros países del Golfo también depende de esta ruta. Su importancia geoestratégica lo convierte en uno de los puntos más vigilados del planeta. A lo largo de las últimas décadas ha sido foco recurrente de tensión, aunque nunca hasta ahora se había producido un respaldo institucional tan claro por parte de Teherán a su cierre.
El precio del crudo reaccionó con subidas inmediatas tras conocerse la decisión del Parlamento iraní. En la apertura de la sesión asiática del lunes, el barril de Brent, referencia en Europa, se encareció un tres por ciento y alcanzó los 80 dólares. El West Texas Intermediate superó los 76 dólares. Desde el pasado 13 de junio, cuando Israel atacó territorio iraní, el petróleo ha subido ya un 15 por ciento, reflejando el aumento de la incertidumbre.
Según cálculos de Oxford Economics el precio del barril podría alcanzar los 130 dólares si se confirma el cierre de Ormuz. Este nivel supondría una fuerte presión inflacionaria en todo el mundo. En Estados Unidos, la inflación podría escalar hasta el seis por ciento a finales de año, lo que dificultaría la esperada relajación de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal. El Banco Central Europeo, que había iniciado un ciclo de bajadas de tipos desde junio con ocho recortes consecutivos, también se vería obligado a revisar su estrategia.
Los analistas coinciden en que un encarecimiento prolongado del crudo afectaría de forma directa al poder adquisitivo de los hogares y a la recuperación económica. El informe de Oxford Economics advierte que un shock en los precios podría reducir el gasto del consumidor al erosionar los ingresos reales. También anticipa que el miedo a un efecto de segunda ronda inflacionaria frustraría cualquier expectativa de nuevos recortes de tipos a corto plazo.
El estrecho de Ormuz hace temblar las bolsas de medio planeta
Este domingo los mercados de Oriente Medio ofrecieron las primeras pistas sobre la dirección del dinero. El índice Tadawull de Arabia Saudí cayó un 0,3 por ciento, mientras que el egipcio EGX 30 repuntó un 2,6 por ciento y el israelí TA 35 avanzó un 1,3 por ciento. Las bolsas europeas y Wall Street permanecían cerradas por calendario, pero los inversores ya anticipaban caídas en renta variable y una rotación hacia activos considerados seguros como los bonos soberanos. Esta tendencia provocaría subidas de precios y bajadas de rentabilidad en la deuda pública.
Hasta ahora los mercados occidentales habían mostrado cierta resistencia. El índice S&P 500 en Estados Unidos se mantenía cerca de máximos históricos. En Europa, sin embargo, el Ibex español, el DAX alemán o el CAC francés habían mostrado ya síntomas de debilidad. La entrada de Estados Unidos en el conflicto cambia las perspectivas de manera sustancial.
La amenaza iraní no es nueva, pero nunca antes había sido tan explícita. El cierre de Ormuz ha sido planteado en otras ocasiones como medida de presión política sin llegar a materializarse. Esta vez, sin embargo, el contexto es diferente. En los últimos meses, Irán ha estado implicado en varios incidentes en la zona que afectaron a petroleros y provocaron intercambios de fuego con drones estadounidenses. La participación directa de Washington eleva el riesgo de un bloqueo real del estrecho.
Expertos como Lale Akoner del bróker eToro recuerdan que históricamente el paso de Ormuz nunca ha sido cerrado completamente, ni siquiera en momentos de máxima tensión. Akoner advierte de que las propias exportaciones iraníes también dependen de esta vía por lo que un cierre total podría perjudicar a Teherán y alejar a compradores clave como China o India.
A lo largo de las últimas décadas, los conflictos en esta región han tenido efectos profundos sobre los mercados energéticos. El embargo petrolero de 1973 provocó un aumento del 300 por ciento en los precios del crudo y una recesión global. La guerra entre Irán e Irak en los años ochenta y la invasión de Kuwait por parte de Irak en 1990 también dispararon la volatilidad de los precios. Más recientemente, la ocupación de Irak por parte de Estados Unidos elevó de nuevo los costes del petróleo. En todos esos episodios los mercados confirmaron la fragilidad del equilibrio energético global.
Además del encarecimiento del petróleo, los analistas alertan del posible repunte en los precios del gas. Qatar, principal exportador mundial de gas natural licuado, también depende del estrecho de Ormuz para trasladar su producción. Cualquier interrupción en la zona pondría en riesgo los suministros a Europa y Asia.
El ataque estadounidense se produjo apenas dos días después de que el presidente anunciara un plazo de dos semanas para negociar. La rapidez con la que se ejecutó la ofensiva ha sorprendido a los mercados y ha intensificado los temores de una guerra abierta entre dos potencias clave en la región.
Los próximos días serán decisivos. Si Irán ejecuta finalmente el cierre de Ormuz, las consecuencias económicas podrían extenderse mucho más allá del Golfo Pérsico. La estabilidad de este paso estratégico se confirma una vez más como un factor esencial para la seguridad energética mundial.