La obsesión de Vladimir Putin con Ucrania amenaza con desatar otra Guerra Fría. El presidente ruso cree firmemente que el país ucraniano es una nación hermana. De hecho, la idea que traslada, literalmente, es la de que ambos países son “un solo pueblo”. Y el mandamás del Kremlin, un sargento de hierro de ideas de cemento, ha aprovechado el envalentonamiento del Ejército de Kiev en su lucha contra los separatistas prorrusos de Donetsk y Lugansk en el Donbás para prender la mecha.
Es una cuestión personal. Como demuestran los más de centenares de miles de soldados rusos armados hasta los dientes sobre las fronteras ucranianas y su agresiva dialéctica y sus amenazas contra la OTAN y el país vecino, del que llegó a decir que es “antiruso” y que es el portaaviones de la OTAN. Y cómo no, la adhesión de la península de Crimea a través de un referéndum que muchos consideran ilegal.
Un cóctel molotov de ingredientes que amenaza con estallar en cualquier momento y salpicar a Occidente entero y del que ya han tomado parte actores principales como Joe Biden y los EE. UU. Kiev recibe ayuda militar de Washington de forma frecuente, pero se baraja que la posible guerra no quede entre ejércitos vecinos. Si no que haya más implicados. Sea como fuere, la invasión va tomando cuerpo y las alarmas están encendidas. Podría ser la mayor guerra en el continente desde la Segunda Guerra Mundial.
¿Por qué quiere invadir Rusia a Ucrania?
Las teorías están sobre la mesa. Mientras unos opinan que Putin tan solo está lanzando un órdago para conseguir concesiones y elevar el prestigio ruso, otros, la mayoría, se lo toman en serio. Motivos para ello tendría. Sin ir más lejos, la escalada de tensiones entre Ucrania y Rusia, en un punto de no retorno, amenaza la seguridad nacional de ambas naciones. Y se sabe que Putin no se anda con chiquitas. Menos con un ejército de tal calibre.
Aunque algunas teorías apuntan a que, antes de su retirada, Putin desea ampliar los territorios rusos por una potencial nostalgia por la extinta Unión Soviética, el primer motivo sería su intención de poner el ‘stop’ a la OTAN en su intención de ampliarse hacia el este de Europa. Y Ucrania, que lleva tocando a la puerta de la organización con insistencia, es una zona geoestratégica clave que quiere apuntarse Rusia. Por lo que para evitarlo, saca la carta de la invasión.
La otra razón alude al orgullo del líder del Kremlin. Su desmesurado ego pretende darse uno de sus últimos banquetes en sus postreros servicios a la nación. Putin tiene ya casi 70 años, y quiere marcharse del trono elevando a Rusia dos escalones por encima jerárquicamente. Que se la tome en serio. O, al menos, en su imaginario de perdedora de la Guerra Fría y su posición ‘segundona’ en la escena internacional, al rebufo de China, EEUU o la Unión Europea.
Joe Biden amenaza a Putin
El, por ahora, órdago de invasión del presidente ruso lo juega con la carta de la no intervención estadounidense. Putin es consciente de que Joe Biden , recién llegado a la Casa Blanca, se estaría exponiendo en demasía si decide lanzar la armamentística del Pentágono de desatarse la guerra. El presidente estadounidense está condicionado por las dos últimas derrotas en Irak y Afganistán y la opinión pública.
Pero Biden no se mordió la lengua "He sido absolutamente claro con el presidente Putin. No hay ninguna duda: si toma esta decisión (la invasión), Rusia pagará un alto precio”.
España manda a portaviones
El Gobierno ya ha movido ficha como momentáneo actor de reparto en esta partida de ajedrez. Apoyará cualquier decisión de la OTAN. La ministra de Defensa, Margarita Robles, ha avanzado que España enviará en "3 o 4" días la fragata Blas de Lezo al Mar Negro, para disuadir a Rusia. También ha ofrecido el envío de cazabombarderos al Ejército del Aire a Bulgaria en defensa de la no-guerra.
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