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Tengo 26 años y soy la capitana de aerolínea más joven del mundo, pero me confunden con el personal de cabina: “creo que es porque no llevo los galones”

Ser capitana es el rango más alto que se puede ocupar en la aviación y con este logro intenta allanar el camino a otras mujeres.


Rachel Gilmour, una de las capitanas más jóvenes del mundo
Rachel Gilmour, una de las capitanas más jóvenes del mundo |The Thelegraph
Esperanza Murcia
Fecha de actualización:

Ser piloto de avión no es nada fácil. Y menos todavía ascender y convertirse en capitán de aerolínea, el rango más alto que se puede ocupar. Por ello, sorprende el caso de Rachel Gilmour, quien con solo 26 años ha logrado ser capitana. Una proeza que ha corrido como la pólvora y por la que, para muchos, se trata de “la capitana de aerolínea más joven del mundo”. 

Por su aspecto y edad, tal y como ha contado a ‘The Thelegraph’, Gilmour está acostumbrada a que la confundan en los vuelos con el personal de cabina. Especialmente en invierno, cuando se pone un jersey, y no hay nada que diga que es capitana. “Creo que es porque no llevo los galones”, señala, al mismo tiempo que manifiesta que todavía existe “un estereotipo de género, que siempre va a ocurrir porque soy una mujer joven”. 

Eso sí, asegura que siempre hay “un poco de vergüenza” cuando se enteran. Por ello, intenta crear ejemplo y sentar referente: “intento allanar el camino y demostrar que el género y la edad no importan”. Sobre esto, también reseña que en su equipo siempre la han apoyado y que nunca le han dicho nada despectivo: “Probablemente todavía haya mucho de eso, pero no lo he experimentado personalmente”.

Las mujeres representan solo el 6% de pilotos de todo el mundo

Antes que Gilmour, Kate McWilliams se convirtió en 2019 en capitana de una aerolínea comercial (Easyjey). A partir de aquí, entre 2019 y 2023, se produjo un aumento del 26% en el número de licencias de piloto expedidas a mujeres en el Reino Unido, según la Autoridad de Aviación Civil. No obstante, a pesar de este incremento, las mujeres siguen representando solo el 6% de los pilotos en todo el mundo, por lo que Gilmour quiere ser un modelo a seguir para mujeres que quieren entrar en el sector.

Además de los estereotipos, también apunta a otro problema: el elitismo. Y es que el curso para ser piloto no es nada barato. De hecho, suele rondar las 100.000 libras, algo que también se cumple en España, donde el curso se encuentra entre los 60.000 y 120.000 euros. Por esta razón, Gilmour comenzó por sacarse primero la licencia de piloto privado y luego ir haciendo más exámenes mientras aprendía en el trabajo.

“Hay que tener determinación”, advierte, ya que “los exámenes fueron bastante duros”, pero con esfuerzo y dedicación se recogen los frutos, logrando ser capitana con solo 26 años, solo cinco por encima de la edad mínima legal para ser piloto comercial. 

Ahora, ¿qué significa ser capitana? Es el rango más alto y, por ende, sobre el que recae mayor responsabilidad. “En la cabina de vuelo hay un asiento a la izquierda y otro a la derecha. El de la izquierda es para el capitán y el de la derecha para el primer oficial. El primer oficial es el segundo al mando y el capitán es el primero. Es un salto de responsabilidad bastante grande. Trabajamos en equipo durante todo el día, junto con la tripulación de cabina, pero el capitán tiene que tomar las decisiones difíciles”, relata. 

Sin embargo, su trabajo también tiene cosas buenas, y además de que adora viajar y volar, valora el dinamismo de su profesión: “la gente me pregunta si me aburro de hacer lo mismo todos los días. Pero yo siempre digo que no hay dos días iguales. Aunque vayas al mismo aeropuerto, el tiempo siempre es diferente. Hay retos y necesidades operativas diferentes, así que eso lo mantiene vivo”, concluye.

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