Los sanitarios son de los trabajadores más acusados por la precariedad laboral. Si ahora parece estar resolviéndose el tema de las guardias, o al menos se ha hecho la promesa, hay otros aspectos, como la temporalidad, muy acusados y que menoscaban en la salud de estos profesionales, así como en sus condiciones laborales.
El informe ‘El sistema sanitario: situación actual y perspectivas para el futuro’ del Consejo Económico y Social de España aporta una radiografía completa de este sector, en el que se tratan algunas de las problemáticas actuales, como la preponderancia de la atención hospitalaria frente a la atención primaria.
Aumento del número de trabajadores sanitarios
Según datos del Ministerio de Hacienda, en las instituciones sanitarias que componen el Sistema Nacional de Salud se ha producido un aumento prolongado de personas trabajadoras: de 370.018 personas registradas en 2002 a 583.417 en 2022, destacando fenómenos como la “pérdida de dinamismo a partir de 2008”, los importantes descensos de personal entre 2013 y 2015 y el “repunte coyuntural” tras la pandemia.
La EPA también demuestra el progresivo aumento del peso del sector en el conjunto del empleo, “en paralelo al proceso de expansión experimentado por las actividades sanitarias”, representando en 2023 el 7% del total de personas asalariadas. En total, entre 2008 y 2023, el total de personas asalariadas en el sector sanitario pasó de 830.200 a 1,2 millones, “con un reseñable incremento experimentado a partir de la situación extraordinaria que supuso la implosión de la pandemia”.
En relación con la población, según Eurostat, en 2021 la tasa por cada 1.000 habitantes era de 4,5 médicos/as y de 6,4 enfermeros/as. En el caso de los médicos, España se encontraría por encima de la media europea, pero en el caso de los enfermeros se encontraría por debajo, si bien el informe avisa de que los datos no son del todo “comparables”.
Déficit en la Atención Primaria
Observando los datos del Informe Anual del Sistema Nacional de Salud, de 2022, se desprende la preponderancia de la atención hospitalaria frente a la atención primaria, con una relación en torno a 3,5, superior a la media de los países de la Unión Europea, y que ha ido en aumento en los últimos años.
De ese modo, los hospitales concentran el 76,6% de los recursos humanos, mientras que el 15,6% trabaja en centros de atención primaria y el 3,1% en servicios de urgencias y emergencias. Según el informe, esta tendencia a la concentración de personal y actividad en torno a la red hospitalaria, que se conoce como “hospitalocentrismo”, se ha mantenido en las últimas décadas y ha aumentado incluso en los últimos años “a pesar de los reiterados compromisos de refuerzo del nivel de la atención primaria”.
Escasez de especialistas
Otro de los apuntes que se recogen en el informe es que “la densidad de otro tipo de profesionales es claramente insuficiente en algunos casos, como, sin ánimo de exhaustividad, en el de psicólogos/as y trabajadores sociales en atención primaria, teniendo en cuenta la elevada demanda en el ámbito de la salud mental y la necesidad de reforzar la coordinación sociosanitaria, o fisioterapeutas, tanto en atención primaria como en atención especializada (con crecientes listas de espera)”.
En este sentido, advierten de que en paralelo al proceso de envejecimiento de la población, el aumento de la edad media de los profesionales de la salud y su llegada a la edad de jubilación auguran “un escenario de problemas de cobertura de plazas, particularmente agudo en el caso de algunas especialidades y territorios, que ya se está haciendo notar principalmente en municipios de pequeño tamaño y entornos rurales”.
En el caso de la profesión médica, citan un segundo estudio (‘Informe sobre la Oferta y Demanda de médicos especialistas en España’), que simula la oferta y disponibilidad de médicos por especialidades en España en un escenario inercial hasta 2035. Según este, en los próximos cinco años habría un déficit de unos 10.000 especialistas, sobre todo de familia, hasta 2028, año a partir del que iría disminuyendo progresivamente. Junto a los médicos de familia, también presentarían un déficit mayor al 10% Medicina del Trabajo, Inmunología, Psiquiatría, Análisis Clínico y Bioquímica y Microbiología.
Este desajuste de personal médico especialista, plantea según el informe “retos más allá de la planificación cuantitativa”, como son los criterios de entrada al grado de medicina y enfermería, el “escaso atractivo” de algunas especialidades y lugares de destino, o la propia definición del mapa de especialidades y los programas de formación especializada (abren la posibilidad de que se reconozcan nuevas especialidades).
Asimismo, aunque las profesiones sanitarias presentan unos niveles muy bajos de desempleo, advierten de que su desempeño se produce en “un contexto de condiciones laborales disuasorias”, especialmente por el elevado nivel de temporalidad, la frecuencia de contratos de corta duración, las dificultades para la conciliación del trabajo con la vida personal, la elevada carga mental, la exposición a riesgos laborales y el aumento de la incidencia de la violencia en el lugar de trabajo.
Alta tasa de temporalidad
Según la Encuesta de Población Activa, antes de la pandemia, la temporalidad en el Sistema Nacional de Salud se encontraba ya en el 40%, muy por encima del sector privado, con un 21,2%. En 2023, la temporalidad en el SNS aumentó al 45,5%, mientras que en el sector privado descendió al 12,6%.
Este punto, para el informe, es uno de los principales problemas “que vienen aquejando desde hace lustros a la organización del SNS desde el punto de vista de los recursos humanos, reflejo de la necesidad más amplia de mejorar la planificación estratégica en la ordenación del empleo público”. Entre los orígenes de esta temporalidad, enumeran, entre otros factores, las dificultades de reposición de las bajas de personal por los “restrictivos criterios” para la dotación de plazas de nuevo ingreso en el marco de las sucesivas directrices y restricciones presupuestarias; la necesidad de dar respuesta al aumento de las necesidades sanitarias frente a la capacidad efectiva de financiación de las administraciones; la falta de regularidad de las convocatorias y procedimientos de selección de personal para la cobertura de vacantes con carácter definitivo así como a la rigidez, falta de agilidad y de celeridad de los procedimientos de acceso al empleo público, “incompatibles muchas veces con la necesidad de garantizar la prestación del servicio en un tiempo razonable”.
Atendiendo a la inestabilidad de las plantillas, defienden que “no solo repercute en las condiciones de trabajo, la calidad de vida y los proyectos a futuro de las propias personas trabajadoras, sino que dificulta la ya de por sí compleja gestión de las organizaciones sanitarias”, pudiendo afectar negativamente a la calidad de la atención. A esto, añaden que “la continua rotación erosiona la relación de confianza profesional-paciente, especialmente en áreas como la atención primaria, la enfermería o la salud mental, así como en grupos de pacientes con características específicas, como la edad avanzada o con determinadas discapacidades, donde dicha relación resulta particularmente importante”.
Feminización de las profesiones sanitarias, una “creciente realidad”
Un fenómeno que destaca el informe es que, en el contexto de planificación y gestión sanitaria, hay que tener en cuenta que la feminización de las profesiones sanitarias es “una creciente realidad”. Más de la mitad de los profesionales de la medicina y más del 70% de los profesionales de enfermería en el Sistema Nacional de Salud son mujeres. Esta tendencia, advierten, irá en aumento en los próximos años, observando la proporción de mujeres entre las nuevas incorporaciones a las profesiones sanitarias, ya que constituyen el 66,7% de quienes se graduaron en el curso 2019- 2020 en Medicina y el 81,3% en Enfermería.
Al mismo tiempo, evidencian que pese a esta mayoritaria presencia de mujeres en las profesiones de la salud, constituyen minoría en los puestos gerenciales y estratégicos del SNS. “Todo ello pone de relieve la necesidad de considerar la perspectiva de género en cualquier tipo de análisis orientado al diseño de las políticas y la toma de decisiones en el ámbito sanitario, partiendo de su necesaria inclusión en el sistema de indicadores de medición, seguimiento y evaluación de esta realidad”, concluyen.
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