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Soy una manager de 53 años que no puede encontrar trabajo: se me ha acabado el paro, he agotado mis ahorros e incluso he recurrido a vender plasma

Ha sido despedida dos veces en dos años y le cuesta encontrar trabajo de lo suyo.

Hilary Nordland
Hilary Nordland, manager y profesional del marketing |Hilary Nordland - Business Insider
Antonio Montoya
Fecha de actualización:
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Una mujer de 53 años, manager y profesional de marketing, no consigue encontrar trabajo porque los empleos del nivel intermedio de gestión que busca son especialmente difíciles de encontrar. Ha sido despedida dos veces en dos años y actualmente está pasando dificultades económicas al haber acabado ya con sus ahorros y con el subsidio por desempleo. Incluso ha recurrido a vender plasma para obtener beneficios para subsistir.

Hilary Nordland, una profesional de marketing con solo 53 años que vive en Minnesota, nunca se habría imaginado vivir esta situación: “No pensé que a mis 53 años estaría vendiendo plasma y luchando por conseguir un empleo; pero aquí estoy”, empieza su entrevista con Business Insider.

Comenzó a buscar un nuevo trabajo en mayo de 2023, después de que la despidieran de un puesto en marketing en una empresa de dispositivos médicos, donde solo duró 5 meses. “Empecé a solicitar trabajos de inmediato porque la presión financiera era urgente, y la ansiedad por no tener ingresos me tocó de lleno, porque cuando a mi padre lo despidieron en los años 80, eso generó mucha tensión en nuestra casa”, relata.

Finalmente, en diciembre de 2023 consiguió un nuevo puesto de marketing a jornada completa en una organización de atención a personas mayores: una posición en un mando intermedio donde tenía dos subordinados directos. “El trabajo parecía una gran opción, ya que me permitía escribir, interactuar con la gente y aprovechar mi experiencia en puestos de marketing anteriores”. Pero aunque todo parecía ponerse de cara para sus intereses, recibió un nuevo golpe laboral.

La seguridad laboral es difícil de conseguir

Cuando solo llevaba dos meses trabajando allí, la empresa despidió a un grupo de empleados. Unos meses después, volvieron a despedir a gente. Y, en julio de 2024, llegó una tercera ronda de despidos en la que ella cayó en el saco, volviendo a quedarse sin trabajo.

“Se despidió a unas 100 personas, una cuarta parte de las cuales ocupaban puestos directivos. Durante las entrevistas y el proceso de incorporación, la gente decía que la empresa tenía una estructura organizativa plana, pero no lo parecía. Tuve la sensación de que los despidos pretendían en parte hacer la empresa más plana”.

Tras el segundo despido, Hilary no se cruzó de brazos y ha seguido probando suerte para intentar conseguir un nuevo empleo: “he tenido alrededor de 20 entrevistas de primera ronda para puestos de marketing, pero no he llegado a la segunda ronda. La mayoría de las posiciones que veo son o de nivel inicial o muy sénior, y yo estoy en el medio”.

Hace unos años, parecía que había muchas oportunidades de nivel medio, pero ahora, como cuenta la protagonista, “son mucho más difíciles de encontrar”. Para quienes buscan un puesto de mando intermedio, “es un mercado complicado”.

Se le acabó el paro y tuvo que vender plasma para subsistir

Cuando la prestación por desempleo se agotó hace unos meses, la situación se volvió insostenible. Sin éxito en sus intentos de encontrar trabajo en el comercio minorista o en restaurantes, tomó una decisión poco convencional: comenzó a donar plasma. “Paga entre 90 y 100 dólares (entre 76 y 85 euros) por sesión; no está mal por dos o tres horas sentada en una silla”, comenta.

Al mismo tiempo, consiguió un puesto a jornada parcial conduciendo una furgoneta para una organización sin ánimo de lucro con la que solía hacer voluntariado. Esta entidad distribuye comida gratuita para mascotas a personas con bajos ingresos. El empleo, aunque significativo en lo personal, no cubre sus necesidades económicas: “Paga 20 dólares (17 euros) por hora durante aproximadamente 10 a 15 horas a la semana, pero incluso combinado con los ingresos de mi marido, no es suficiente”.

Ha agotado sus ahorros para la jubilación

El contraste con su pasado profesional es abrupto. “Es un gran descenso respecto a mi último trabajo, donde ganaba seis cifras”, confiesa. Todo esto ha tenido un impacto devastador en sus finanzas. “Desde que fui despedida, he gastado aproximadamente 20.000 euros, todos mis ahorros para la jubilación, solo intentando pagar las facturas”.

Las consecuencias afectan también a su vida familiar. Su marido necesita someterse a un procedimiento médico que han tenido que posponer: “No podemos pagarlo”. A esto se suma el coste de cuidar a sus ocho animales. “Tenemos ocho animales, y el coste de cuidarlos —incluyendo un seguro para cada uno— es otra fuente de presión financiera”.

El futuro que imaginaba parece cada vez más lejano. “Debería estar jubilándome en 12 años cuando cumpla 65, pero eso no va a suceder. Ya no tengo ahorros para la jubilación, así que temo trabajar para siempre”. La sensación de retroceso personal es profunda: “Creces viendo a tus padres avanzar en el mundo, pero en este punto de mi vida, siento que estoy retrocediendo”.

Rechazos, promesas incumplidas y entrevistas fantasmas

Su experiencia en la búsqueda de empleo está plagada de frustraciones. “Una de las partes más frustrantes de la búsqueda de empleo es lo a menudo que las empresas no responden a las solicitudes o desaparecen a mitad del proceso de entrevista”. Ha enviado infinidad de currículums por plataformas como LinkedIn e Indeed: “Han sido rechazados al instante o no han recibido respuesta”.

Los procesos inacabados se repiten: “He perdido la cuenta del número de reclutadores que me dieron un plazo para tener una respuesta, y luego o respondieron mucho más tarde de lo prometido o no respondieron en absoluto”. Las entrevistas canceladas son parte del patrón: “Me han cancelado entrevistas el día anterior porque el puesto fue repentinamente congelado o cubierto internamente”.

En una ocasión, incluso llegó a ser considerada ideal para el puesto: “Una persona de recursos humanos me dijo que sería una candidata perfecta y luego fue despedido antes de poder programar la entrevista”.

Aunque ha escuchado que el networking es fundamental, no lo tiene fácil: “Soy bastante introvertida. Asistir a eventos de networking podría empeorar las cosas, no mejorarlas, porque estaría muy nerviosa e incómoda”. Por eso lanza una reflexión necesaria: “Debe haber una manera para que las personas que no tengan esas habilidades sociales también puedan encontrar empleo”.

“El mercado laboral es aterrador”

A pesar de todo, no se da por vencida. “Por ahora, planeo seguir trabajando a tiempo parcial en la organización sin ánimo de lucro y solicitando empleos de marketing en el sector sanitario y en cualquier otro lugar donde pueda encontrar una buena opción”.

“Este mercado laboral es aterrador”, declara un poco hundida. Sabe que el mercado laboral está lejos de ofrecer certezas. “Es un agujero negro que te hace cuestionarlo todo y no veo un camino claro por delante”. Pero incluso en ese abismo de incertidumbre, continúa adelante.