
Desde su entrada en vigor, la Ley de Vivienda está siendo foco de muchas polémicas, y suspende, según la opinión de caseros e inquilinos. Uno de los mayores problemas del mercado es con el alquiler, y el creciente número de propietarios que han pasado sus viviendas al alquiler de temporada para no les afecte esta ley, pero que supone una serie de riesgos para ellos.
Los contratos de alquiler de temporada son aquellos en los que el inmueble no se usa como vivienda permanente y habitual, teniendo una duración concreta que solo se extiende durante el tiempo que dura la necesidad por la que se alquila la vivienda, y que suele ser menos de un año, aunque también puede ser de más. Lo realmente importante es la finalidad del contrato.
Este tipo de contratos quedan, por tanto, fuera de la Ley de Vivienda, y es por esto que muchos propietarios lo han usado para evitar que les afecten las normas que establece dicha ley en cuento a las actualizaciones en la renta, la limitación en los precios, si está en una zona pensionada, o las prórrogas del contrato.
Riesgos que corren los propietarios con los alquileres de temporada
Un estudio de Idealista, desvela que los alquileres de temporada durante el tercer trimestre de este año han llegado al 10%, lo que ha repercutido en el número de alquileres tradicionales ofertados, a los que sí afectaría la Ley de vivienda, y que se han visto reducidos en un 12%.
Esta tendencia, que muchos propietarios están siguiendo por verla beneficiosa al evitar las restricciones de la ley, podría no serlo tanto, ya que este tipo de contratos temporales pueden suponer algunos riesgos para los propietarios, según la Agencia Negociadora del Alquiler.
El riesgo más significativo es el relacionado entre la temporalidad y finalidad de la vivienda, puesto que sería ilegal tener un alquiler temporal, aunque sea para vivir menos de un año, si esa propiedad se va a utilizar como una vivienda habitual y el inquilino no tiene una casa a la que volver. Los alquileres temporales deben tener un motivo, como puede ser por estudios, trabajo o vacaciones, durante un tiempo en una ciudad, pero sin que la intención del inquilino sea usarlo como su residencia habitual.
En este caso se estaría cometiendo una práctica ilegal, y el propietario correría el riesgo, además de enfrentarse a las sanciones que establezca la ley, de que el inquilino pueda demostrar que el inmueble es su residencia habitual y el contrato de alquiler pase de ser temporal a convertirse en uno tradicional que tenga que regirse por los que establece la Ley de vivienda.
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