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Un jubilado (76 años) acaba en urgencias tras ser encerrado en el terreno donde vive con su autocaravana: “no podía salir, ni ir a por agua ni comida”

Manolo Morillas vive con su perra en una autocaravana en Ibiza y tras 48 años trabajando le quedó una pensión de solo 1.000 euros.

Manolo Morillas con su perrita dentro de la autocaravana
Manolo Morillas con su perrita dentro de la autocaravana |Fotos L. F. A. - noudiai.es
Antonio Montoya
Fecha de actualización:
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Un hombre de 76 años, jubilado, se ha visto encerrado en el terreno donde vive desde hace años con su perrita en una autocaravana en Ibiza, donde la vida precisamente no es barata y todo por un presunto delito de detención ilegal, ya que en teoría la autocaravana no podía estar en ese terreno. Después de 48 años trabajando en hostelería, apenas le ha quedado una pensión de 1.000 euros, lo que no le da para vivir en una isla de lujo como es Ibiza.

Manolo Morillas Adán ha dedicado 48 años de su vida a trabajar en la hostelería ibicenca, según el mismo ha explicado en el medio ‘Noudiari’,  todo un clásico del empleo en las Islas Baleares. Este jubilado, que el próximo 23 de julio cumple 76 años, vive en un aparcamiento de titularidad privada de Santa Eulària (ubicado en un descampado de S’Argamassa), donde lleva un año y medio asentado con su autocaravana, junto a su perrita Manchitas, de 11 años. La pobre pensión que tiene en una isla donde todo el mundo vive de forma lujosa le ha empujado a vivir en una autocaravana.

Al aparcamiento únicamente se puede acceder a través de una valla corredera con una cadena. Está abierta lo justo para pasar una persona y no se puede deslizar más. Dentro del terreno, Manolo invita a entrar en la autocaravana porque fuera el calor es insoportable: más de 35 grados bajo un sol que quema la piel. Dentro, al menos, se puede respirar un poco mejor. Enciende el ventilador de techo y la conversación fluye con algo menos de agobio.

Manolo abriendo la reja del terreno
Manolo abriendo la reja del terreno | noudiari.es

El interior es modesto: una pequeña cocina, un colchón, garrafas de agua, papeles y camisas colgadas. La perrita, incansable, acerca una pelota de tenis destrozada con el hocico. Hace un calor sofocante, pero ella solo quiere jugar. “Siempre tiene ganas de correr”, dice Manolo mientras le lanzamos la pelotita lo más lejos posible. En su sonrisa se intuye que ese animalito es de lo poco que le da alegrías últimamente.

Una vida entera trabajando y ahora encerrado

Su historia ya es conocida en la zona: 48 años trabajando en la hostelería en Ibiza para acabar con una pensión de apenas 1.000 euros. Una cantidad que, en la isla del lujo, no da para sobrevivir. Y ahora, además, debe abandonar el terreno donde está su autocaravana averiada. Lo que parecía que iba a ser un pequeño rayo de esperanza se ha complicado todavía más estos días.

Manolo llega a la entrevista cojeando, con una venda de compresión en la rodilla izquierda. El pasado viernes, 27 de junio, terminó en urgencias tras intentar saltar la valla que rodea el aparcamiento. La propiedad del terreno (vinculada a un grupo hotelero cercano) había cerrado por completo la entrada y la había sellado con una cadena. “Me encerraron dentro, no podía salir de ninguna manera, ni ir a por agua ni comida”, explica. Trató de escalar la valla como pudo y, en pleno esfuerzo, escuchó un “crack”: la rodilla no aguantó.

Pierna lesionada de Manolo
La pierna de Manolo lesionada | Fotos L. F. A. - noudiai.es

Una semana después, la lesión sigue igual o peor. La noche anterior a la entrevista casi no ha dormido del dolor. “Ayer llamé a una ambulancia, pero me dijeron que no había disponibilidad. Que me las apañara como pudiera”, cuenta mientras enseña el parte de Urgencias del 27 de junio.

La mañana de la entrevista, no le queda otra que ir andando hasta urgencias: más de cuatro kilómetros de ida y otros cuatro de vuelta hasta el centro de salud de Santa Eulària. Todo ello en plena ola de calor, que más bien parece un infierno sin fin. Casi cincuenta minutos caminando a paso lento, y otros cincuenta para volver. No puede pagar un taxi. No puede pagar la reparación de su caravana. Tampoco puede alquilar una habitación.

“Esto es un delito de detención ilegal”

Jesús Gallardo, presidente de la Plataforma de Autocaravanas Autónoma, sigue el caso de cerca. El mismo día del encierro, al enterarse, llamó directamente al hotel para exigir la apertura inmediata. “Encerrar a una persona en un terreno, sin orden judicial, es un presunto delito de detención ilegal”, asegura. Después de mediar con la gerencia, logró que la valla quedara entreabierta para que al menos Manolo pudiera entrar y salir. Pero la cadena sigue ahí, y hay que agacharse para pasar.

Mientras Manolo habla, es imposible no pensar en una pregunta incómoda: ¿qué futuro les espera en esta isla a las personas mayores que han trabajado toda su vida en la hostelería y ahora tienen pensiones tan bajas? ¿Qué futuro tiene cualquier trabajador que vive de alquiler en Ibiza?

nota de la propiedad
Nota de la propiedad |noudiari.es

El suyo parecía resuelto en 2014. “Yo encontré una solución cuando me jubilé y vi que no podía pagar un alquiler: pedir un crédito para comprar y vivir en esta autocaravana… pero mira lo que me ha pasado”, cuenta. La pagó con esfuerzo y, sin embargo, ahora se ve expulsado de todos lados. “Yo estaba en el aparcamiento junto a la residencia Can Blai, no molestaba a nadie, recogía mi basura y la de toda la gente que aparcaba allí, pero pusieron una barrera (gálibo) y tuve que salir de allí”, recuerda.

También fue víctima de una estafa

Para colmo, la caravana se averió y no puede moverla. Y, como si no fuera suficiente, fue víctima de una estafa: entregó casi mil euros a un supuesto mecánico que prometió repararla y desapareció.

Desde entonces, su casa con ruedas está varada. Y ahora, con la Ley de Control de Circulación de Vehículos del Consell y las ordenanzas municipales que prohíben estacionar autocaravanas, tendrá que irse del lugar sin saber adónde. “El de la grúa a la que llamé me dijo que no puede dejar la autocaravana en otro lugar que no sea un taller. Pero yo dónde voy a ir con la perra… Lo que sé es que quieren construir algo aquí, en este terreno, y que comenzarán obras en octubre. Supongo que acabarán sacando el vehículo con una grúa, que es lo que quiero yo ahora: salir de aquí… pero tengo que arreglarla para poder irme a la península. No veo otra salida”, dice resignado.

Manolo en su autocaravana
Manolo en su autocaravana con la perrita | noudiari.es

“Solo quiero sacar la caravana e irme”

Manolo solo pide poder sacar la caravana de allí. El Ayuntamiento de Santa Eulària le ha ofrecido ayuda para repararla después, pero no confía. Necesita más que promesas: quiere que el Ayuntamiento se implique de verdad, que le busque un taller de confianza y adelante el coste. “Primero necesito salir de aquí y llevar la autocaravana a un taller con la ayuda del Ayuntamiento”, resume. “Si no, no tengo cómo hacerlo”.

Incluso le ofrecieron un billete para irse a Valencia y 1.500 euros para cubrir tres meses de alquiler a razón de 450 euros al mes, pero su sobrina, que vive allí, no encuentra nada por ese precio. “No puedo irme a un albergue y es complicado encontrar para compartir piso a mi edad y con una perrita. No quiero separarme de Manchitas. Una conocida me dice que se queda con ella, pero llevo con ella desde que era un cachorro”, dice, visiblemente afectado.

Mientras tanto, Manolo sobrevive entre amenazas de multa, desahucio del terreno y una soledad que pesa. La isla que fue su hogar durante casi cinco décadas, donde trabajó y aportó, se ha vuelto un lugar hostil. “¿Qué va a ser de mí?”, se pregunta.