Cualquiera de nosotros podemos estar en riesgo de exclusión social. Podemos llevar una vida normal y, de pronto, estar despedidos. La pandemia lo ejemplificó a la perfección, donde las mujeres fueron las más afectadas. Según el IX informe de Foessa, los hogares que tenían a una mujer como sustentador principal vieron aumentar la exclusión más que el doble que aquellos sustentados por un hombre. Mientras el porcentaje de exclusión social llegó al 13,1% en las economías domésticas sustentadas por una mujer, en la de los hombres se situó en un 7%.
Si fijamos el objetivo en la pobreza severa, la pauta sigue siendo la misma: en las mujeres se incrementó en 6,5 puntos porcentuales durante los “años pandémicos”, llegando al 28,2%, mientras que en los hombres el crecimiento fue de 5,6 puntos, quedándose en el 24,3%. La diferencia entre ambos sexos, pues, fue de casi 4 puntos porcentuales.
Un recordatorio, el de la pandemia, de que todos, de un día para otro, podemos pasar a ser vulnerables: “La línea que nos separa unos de otros es muy fina. A veces el término de riesgo o exclusión nos suena muy lejano, pero hay personas con carrera que están en riesgo, aunque tengan una gran cualificación”. Son las palabras de Begoña Bravo, responsable del plan de integración de la Fundación Adecco, que deja claro cómo hay que actuar: “No hay que poner la etiqueta de riesgo. Si es una persona que vale, vamos a darle la oportunidad y a contratarla”.
Es el objetivo que persiguen desde la propia Fundación, con cobertura a nivel nacional, y que ha analizado para Noticias Trabajo la empleabilidad de las mujeres en riesgo de exclusión en el panorama actual. Reflexiones necesarias para sensibilizar a la ciudadanía que, no hay que olvidar, también tiene un papel importante a la hora de acabar con las brecha de género y otras lacras que influyen en la oportunidades laborales de las mujeres.
Riesgo de exclusión: causas y qué mujeres tienen más posibilidades de sufrirlo
No solo perder un puesto de trabajo puede provocar estar en riesgo de exclusión social, sino también no encontrar, siquiera, una primera oportunidad: “Tenemos, por ejemplo, mujeres víctimas de violencia de género a las que nunca le han permitido llegar a trabajar y, a raíz de que dan el paso de poner una denuncia o separarse, porque algunas no llegan a denunciar, se encuentran en situación de riesgo porque nunca han trabajado y es muy difícil empezar”. Dos causas, perder el trabajo y no llegar a encontrarlo, con el mismo riesgo.
Aquí se desmarca un factor de riesgo principal de la exclusión: no tener independencia económica. Es importante conocer estos factores, porque si bien no existe un patrón fijo de mujer en riesgo de exclusión social, sí que hay determinadas características que suelen compartir o provocar esta situación: la edad, la baja cualificación, las cargas familiares no compartidas o la violencia de género. También las mujeres inmigrantes que, a pesar de que muchas de ellas cuentan con experiencia laboral en su país de origen, aquí les cuesta empezar.
Otro aspecto que resalta Bravo es el fenómeno de las crisis. Es el momento en que muchas mujeres empiezan a buscar empleo de forma oficial, pero existe la economía sumergida, un sistema en el que muchas mujeres se encuentran en trabajos precarios y cuyas situaciones son muy difíciles de registrar. “Seguramente hay muchas más mujeres en riesgo que las que figuran en cualquier informe”, algo que jamás se tiene que pasar por alto.
Las cifras del pasado año, 2021, muestran también una característica de exclusión que afecta especialmente a las mujeres. Según datos de la EPA, el curso anterior se crearon 840.700 puestos de trabajo, bajando el desempleo en 616.000 personas, y produciéndose una reducción de los desempleados en todos los segmentos de la población menos en uno: las mujeres mayores de 55 años.
Todo lo contrario, este colectivo vio un incremento del desempleo en un 12%, alcanzando las 308.800 desempleadas, 33.000 más que el año anterior: “La edad en la mujer sigue siendo un gran factor de riesgo”, apunta Bravo, existiendo en su opinión “un cierto pensamiento de que cuanto más mayor, más riesgo se puede tener. Una percepción que se tiene en mayor medida en mujeres que en hombres”. En muchos puestos de servicios, como la limpieza o el cuidado de mayores, ya no se contrata a cierta edad.
La pandemia: un reflejo de las desigualdades de género
La pandemia presentó sus luces y sombras. Comenzando por las últimas, en voz de Bravo, fue un “retroceso tremendo”. Primero por el alto porcentaje de mujeres que trabajaban en los sectores que fueron principalmente golpeados (hostelería, sector servicios…), pero también porque fueron las que, al final, se hicieron cargo tanto del cuidado de los niños como de los mayores.
“Cuando se cerraron los colegios, las primeras que se quedaron en casa cuidando a los niños fueron ellas”. Y no solo eso, sino que fueron también las mujeres quienes dejaron el trabajo: “Han sido ellas las que dejaron el trabajo: bien por su sector, porque las habían despedido, o bien porque son las que suelen tener trabajos más precarios. Además, acostumbran a tener menos salario, así, si hay que prescindir de un sueldo, se acaba prescindiendo del de menor cuantía que suele ser el de las mujeres, porque la brecha salarial sigue existiendo”.
Ataca, ahí, a una clave importante: la pandemia como un reflejo de las desigualdades de género. Desigualdades referentes al sueldo pero también al tipo de contrato, donde las mujeres suelen firmar más temporales y parciales que los hombres. Unas diferencias que, a la hora de elegir, provocó que las mujeres fueran las que se vieran obligadas a renunciar a su trabajo para atender las necesidades familiares.
Una obligación que puso de manifiesto otra de las cargas que llevan las mujeres: la falta de corresponsabilidad de los cuidados familiares, “que siguen recayendo en un porcentaje muy alto en las mujeres”. Conocida como responsabilidad afectiva, es una de las reivindicaciones que más se están reclamando en la actualidad.
Con todo, la pandemia también arrojó algo de luz. Su impacto en el mundo creó nuevos nichos de empleo, nichos de los que todos parten de cero: “Lo sucedido en la pandemia está sirviendo para reestructurar las formas de trabajo y políticas de empresa. Una oportunidad tanto para hombres como para mujeres que partan de cero, en igualdad de oportunidades”. La transformación digital, ecológica y logística son algunas de estas salidas, trabajando desde la Fundación Adecco en formar a las mujeres en estas áreas para aumentar su empleabilidad.
Medidas para fomentar la empleabilidad
Diversidad. Si hay que apostar por una palabra en materia de empleabilidad sería esa. Un valor que las empresas están valorando cada vez más: "Cuanto más diversos sean tus equipos, más se va a enriquecer tu empresa. Tanto a la hora de generar ideas, como a la hora de vender productos, de atender a los proveedores o clientes… Da igual a lo que te dediques. Hay que vender esa diversidad y ya está calando.”
Para alcanzarla también hace falta la “desexualización” de los trabajos. Acabar con las etiquetas de “trabajos para hombres o mujeres”: “Se están desmasculinizando muchos sectores profesionales, a la vez que también hay que desfeminizar. A limpiar o cuidar una persona mayor puede ir un hombre, al igual que una mujer puede ser mecánica o conductora”.
Aunque no sea una realidad, se está empezando a ver el cambio: “Se está optando por no poner sexo a los puestos de trabajo y equiparar la plantilla”, siendo la descentralización de los puestos laborales otro de los objetivos de Adecco. Acabar con el hecho de que las mujeres tenían que ir a determinados sectores simplemente por su género.
Otras acciones que apunta Bravo es el retraso de la edad de jubilación, que espera que aumente la empleabilidad de las mujeres de mayor a edad. Ya se está hablando del “talento senior”, un reflejo de que a una persona de 45 años o más todavía le queda una carrera laboral por delante. También el fomento de las ayudas de conciliación laboral y familiar, fundamentales sobre todo en el caso de las familias monoparentales.
Mirando al futuro con positivismo
La realidad todavía es abrumante, pero sí que se percibe un cambio que anima a mirar al futuro con positivismo. “Está habiendo un giro bastante importante de las empresas en todos los grupos con los que trabajamos, pero especialmente en discapacidad y con las mujeres”. Y hay una tendencia importante, que sean las propias empresas las que quieran igualar sus equipos: “Son ellos los que están dando el paso adelante y nos llaman para equiparar sus plantillas. Después de la crisis de la pandemia, el mercado se está reactivando y está viendo la oportunidad de hacer este cambio. Las empresas están más receptivas y están apostando por la responsabilidad social”.
Los sectores de la limpieza y asistencia sociosanitaria siguen registrando el mayor número de oportunidades para las mujeres, con contrataciones también frecuentes en hostelería o call centers (atención al cliente), pero están creciendo las contrataciones en nuevos campos cerrados hasta ahora para la mujer: “Un sector que no era tradicionalmente femenino, pero que está teniendo buenas contrataciones es el sector logístico, por la subida del comercio online y la presencia de plataformas logísticas. Se está contratando a muchas mujeres en distintas posiciones, como carretilleras u operarias”. Trabajos que tradicionalmente han estado vinculados al hombre y que, poco a poco, se están desmasculinizando.
Consejos para la búsqueda de empleo
Begoña bravo, como responsable del plan de integración de la Fundación Adecco, tiene claro el consejo que les daría a las mujeres en riesgo de exclusión: “Lo primero que les diría es que intenten formarse, pues ello les va a abrir muchas más puertas en el mercado laboral. La formación es una oportunidad para encontrar empleo de más calidad y ahora es un buen momento. Que no se desanimen, las cosas van mejorando, y que no desistan, a pesar de que encontrar trabajo sea complicado”.
La llamada a la formación es importante, porque ante el riesgo de exclusión estas mujeres recurren al primer trabajo disponible, aunque sea en condiciones precarias. Pero este tipo de empleos, aunque les ayude a sustentar a su familia, no les va a permitir mejorar su calidad de vida. No al menos notablemente. El problema es que, a menudo, estas mujeres desconocen a qué servicios pueden recurrir para formarse.
La Fundación Adecco es una de las entidades que ofrece formación gratuita y asesoramiento. Es algo que Bravo siempre le dice a las mujeres que acuden a la Fundación, que hay una amplia oferta de recursos gratuitos de los que pueden beneficiarse, sin necesidad de hacer una inversión económica. Unos medios que, además, van a verse aumentados con la llegada de los Fondos Europeos.
A la Fundación Adecco puede acudir cualquier mujer en riesgo de exclusión, si bien desde la administración y el tejido asociativo ya les derivan algunos casos. ¿Qué se entiende por mujer en riesgo de exclusión? Las mujeres con el certificado de servicios sociales; las mayores de 45 años paradas de larga duración, las mayores de 55 años, las mujeres víctimas de violencia de género o trata, y las mujeres con responsabilidades familiares no compartidas.
Estas mujeres pueden contactar con Fundación Adecco directamente. Tanto presencialmente como por teléfono o internet. Incluso si en su ciudad de residencia no existieran sedes de la fundación, la entidad trata de encontrar la forma de atenderlas de forma online y colaborando con otros organismos para que no se queden sin ayuda, acabando con las barreras físicas. Lo primero que hacen desde la Fundación es realizar una primera entrevista para valorar cuáles son las necesidades, disposiciones, competencias y formaciones de cada persona. Proponiéndoles a partir de ahí un itinerario de empleo que pactan conjuntamente.
Estos planes personalizados abarcan formación a todos los niveles: desde la más básica para aquellas mujeres que no tienen las competencias digitales mínimas, tan necesarias para crear algo tan básico como un currículum, hasta cursos de programación o más especializados para potenciar los perfiles. Un trabajo que necesita de un equipo potente para ofrecer este asesoramiento. De hecho, solo en el área de integración y exclusión trabajan hasta 150 consultores.
Acabar con la exclusión: plan de acción de la Fundación Adecco
La acción de la Fundación Adecco, como explica Bravo, se sustenta fundamentalmente en tres pilares: el trabajo directo con las mujeres, el trabajo con el tejido empresarial (implantar cambios de diversificación o equidad) y las acciones de sensibilización. Sus actuaciones pasan por todas estas áreas para conseguir un plan total.
Se crean itinerarios de empleo adaptados a las necesidades de cada mujer para acercarlas a los nuevos nichos de mercado. Y, como se ha dicho, sin importar si es socialmente considerado un trabajo para hombre o mujer: “Si hay una oportunidad, ahí vamos, formamos indistintamente”. Un trabajo de orientación, formación e intermediación laboral.
Pero este trabajo con las mujeres se tiene que acompañar necesariamente de una concienciación social: “A veces un problema que tenemos en las empresas es que desde dirección y selección están muy sensibilizados, pero luego el rechazo se encuentra en los propios compañeros. Así que hace falta una sensibilización 360 grados”. Una conciencia que empieza por nosotros mismos y cuya realidad podemos encontrar más cerca de lo que pensamos.
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