Día Mundial de la Lucha contra la Depresión: una reivindicación también necesaria en el trabajo

El 13 de enero se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión y es una reivindicación necesaria también en el trabajo. Radiografía de la salud mental en el trabajo y retos pendientes.

Una trabajadora con depresión
Depresión laboral: un problema de España que necesita medidas urgentes Canva
Esperanza Murcia

Este sábado, 13 de enero, se celebra el Día Mundial de la Lucha contra la Depresión. Un día en el que se hace un llamamiento generalizado sobre la importancia de cuidar y velar por nuestra salud mental, pero hay algo que no podemos olvidar: también hay que cuidarla en el trabajo. Hoy nos centramos en la depresión, pero esta, unida al estrés o ansiedad, está provocando todo tipo de trastornos a los trabajadores: mobbing, síndrome del trabajador quemado, efecto blurring… Que se están convirtiendo en enfermedades y problemas extendidos y normalizados en el ámbito del trabajo. Cuando no deberían de serlo.

A esto se le une, todavía, el estigma y desconocimiento que hay en torno a la depresión, que merma aún más a las personas que la sufren. La depresión, como denunciaba Cruz Roja el pasado año, no es sinónimo de fragilidad ni de falta de voluntad, sino una enfermedad causada por la combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. Por ello, debe tener el debido reconocimiento en nuestra normativa, al igual que lo tienen en su mayoría las dolencias físicas.

Así lo exponían el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, y la secretaria de Salud Laboral, Ana García de la Torre, en un informe del sindicato de octubre de 2023, llamado ‘Salud mental y trabajo’, y donde se destacaba la necesidad de atajar esta problemática que, para la organización, se está convirtiendo en una lacra social en España. En este informe, se ponía de manifiesto la falta prevención en las empresas, a contraposición de la gran precariedad laboral que se encuentra en el mercado de trabajo. 

La precariedad laboral enferma y mata. Según el Ministerio de Sanidad, el coste de la depresión en nuestro país supera los 6.000 millones de euros, y las pérdidas de productividad por bajas laborales y prematuras representan el 67% de esos 6.000 millones de euros. Esta enfermedad será el principal problema de salud en 2050 y en España cada día se suicidan 11 personas, siendo la primera causa de muerte no natural en nuestro país y la primera causa de muerte en la población entre 15 y 29 años”, se detallaba en el mismo. Unas cifras que dejan un mensaje claro: “es fundamental poner límites a los problemas de salud mental en el trabajo”, como explicaba el sindicato. 

El problema de la salud mental en España

El informe ‘Precariedad laboral y Salud Mental’, publicado por el Ministerio de Trabajo en marzo de 2023, recoge la ansiedad y la depresión como los dos principales cuadros clínicos responsables de la carga de enfermedad de los problemas de salud mental. El mismo alentaba de la “elevada prevalencia” de problemas de salud mental que tiene España en la población de 15 años o más: el 5,8% tiene ansiedad crónica (1 de cada 12 mujeres, 1 de cada 28 hombres, 1 de cada 12 personas desempleadas, 1 de cada 23 personas que trabajan y 1 de cada 4 personas incapacitadas para trabajar).

Por su parte, el 5,3% tiene depresión (1 de cada 14 mujeres, 1 de cada 31 hombres, 1 de cada 13 personas desempleadas, 1 de cada 40 personas que trabajan y 1 de cada 4 personas incapacitadas para trabajar). Unos problemas que, habitualmente, son delegados a un sistema de atención sanitaria que trata “y tiende a hipermedicalizar”, recalca el informe, esas condiciones de salud. Y ahí aparece un dato alarmante: España es el país que más ansiolíticos e hipnóticos consume del mundo por habitante.

Aumento de las bajas laborales por salud mental

En el informe presentado por UGT, se exponía que solo hasta el 1 de octubre de 2023, se produjeron 451.646 bajas laborales por salud mental, siendo mayo del 2023 el “mes récord” de toda la historia, con 56.600 incapacidades laborales temporales por salud mental, superando incluso los meses de la pandemia. Hasta la mencionada fecha, los días de baja por trastornos mentales ocupaban el 15% del total, destacando la duración de las mismas: su duración media fue de 108 días, superada solo por los tumores y los problemas circulatorios.

Ya entonces, como han hecho el resto de sindicatos, UGT reclamó una normativa adecuada para regular el control y gestión de la salud mental en el entorno laboral, como ocurre a nivel físico o fisiológico: “Solo de esta manera podemos exigir a las empresas que traten los riesgos psicosociales como cualquier otro riesgo higiénico o de seguridad presente en el ámbito laboral, lo que nos permitiría su identificación y localización y, sobre todo, poder controlarlos con el objetivo de que no se lleguen a materializar y no causen efectos sobre la salud, en este caso, mental, de los trabajadores”.

En lo que respecta a las bajas, hay un problema en particular que viene a recalcar la falta de reconocimiento que tienen las enfermedades y trastornos mentales: la mayoría de incapacidades temporales de este tipo se califican de enfermedad común, aunque hayan sido producidas por el trabajo. Hay que recalcar que, si se declara como enfermedad profesional, la baja no solo se empieza a cobrar antes, sino que también se percibe una cuantía mayor desde el principio. 

Es algo que también recoge el informe ‘Precariedad laboral y Salud Mental’, que reconocía esta problemática y la achacaba a las “dificultades jurídicas del sistema de lista tasada que el ordenamiento español utiliza para la identificación de las enfermedades profesionales” y a la dificultad de “calificar un trastorno mental como accidente de trabajo, por la dificultad de poder demostrar que la dolencia tiene una relación causal exclusiva con el trabajo, ya que los problemas de salud mental tienen una gestación causal compleja en la que pueden concurrir elementos laborales y extralaborales”. 

En este sentido, enfatizaban el papel de la actuación de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social (ITSS) que, en el ámbito de los riesgos psicosociales, vigila el cumplimiento de las normas de orden social, fundamentalmente en relación con la gestión de los riesgos psicosociales: verificación del cumplimiento empresarial de las normas en materia de evaluación de riesgos psicosociales, medidas preventivas, planificación de la actividad preventiva, formación e información preventiva, entre otros. 

No obstante, en términos generales, los incumplimientos empresariales en relación a la jornada, tiempo de trabajo, descansos, salarios, infracotización y similares no se analizan como posibles factores de riesgo psicosocial, sino como “estrictos incumplimientos de la normativa laboral y/o de Seguridad Social”, por lo que, legalmente, no se está produciendo un vínculo entre estos factores y los riesgos o las dolencias psicosociales que pueden derivarse, aunque realmente sí que puedan tener relación.

Precariedad laboral, un desencadenante importante de la depresión

En el citado informe de Trabajo, también se manifiesta la precariedad laboral como un factor intrínsecamente relacionado con la aparición de trastornos mentales, como la depresión o la ansiedad, especialmente en el caso de las mujeres y los desempleados. En el mismo, se señalaba que en la población activa española hubo más de 511.000 casos de depresión, con un riesgo atribuible poblacional del 33,2%, “de modo que se puede decir que si la población precarizada (incluyendo la desempleada) hubiera tenido un empleo estable, se habrían podido evitar casi 170.000 casos de depresión”. 

Detectar la depresión laboral

Desde el sindicato USO, explican que la depresión es una enfermedad compleja que puede desencadenarse por una combinación de causas médicas, emocionales y genéticas. Pero también por problemas ambientales, situacionales e incluso estacionales. El lugar de trabajo es uno de ellos y avisan de algunos síntomas que se padecen con ella: tristeza profunda, desánimo continuado y falta generalizada de energía y motivación asociada al trabajo. Esto puede provocar ansiedad, desmotivación, cambios de humor o agresividad, entre otros.

Un cuadro clínico que se suele asociar al hecho de que la persona está pasando una “mala racha” y que se justifica, normalmente, por situaciones en el ámbito privado. Sin embargo, como advierte el sindicato, la depresión laboral funciona exactamente al revés: una serie de factores en nuestro entorno laboral nos provoca los anteriores síntomas, que nos llevan a la depresión, lo que acaba afectando al resto de ámbitos de nuestra vida. 

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