El INE cambia la forma de calcular el IPC y afecta la inflación

El IPC de enero ya se ha calculado con el nuevo sistema del Instituto Nacional de Estadística en el que se aumenta el peso de productos y servicios sanitarios, ocio, bebidas alcohólicas o transporte y disminuye en alimentos, vestidos y menaje.

Unas mujeres comprando en el mercado
El INE cambia la forma de medir la inflación
Javier Martín

El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha renovado el sistema de medición del Índice de Precios al Consumo (IPC). Una actualización que realiza todos los años pero que en este, por el marcado contexto económico, cobra aún más relevancia. El de la inflación ha sido, con casi toda probabilidad, el término más repetido para hablar de la economía del último año. Tras seis meses a la baja, dando un suspiro, ha inaugurado 2023 con un repunte de una décima, en su cifra adelantada de enero 5,8%.

En este último dato del IPC, el principal medidor de referencia de la inflación, ya ha entrado en escena el nuevo método de cálculo para medirlo, con señaladas novedades que afectan a la medición en direcciones opuestas y que no han reunido la aprobación de toda la esfera político-social-económica, por los elementos que se ‘tocan’ y lo significativo de los cambios.

Cambios en el cálculo del IPC, cambios en la inflación

Así, cambian la composición y también el sistema de pesos de la cesta de productos y servicios que utiliza el INE para obtener el IPC. Aumenta el protagonismo de los productos y servicios sanitarios, el ocio, las bebidas alcohólicas o el transporte; mientras que lo pierden los alimentos, el vestido, y el menaje en la cesta de consumo. El motivo de ello responde a la necesaria adaptación a la Contabilidad Nacional como fuente principal a partir de 2023.

Las consecuencias de este cambio en el método de ponderación del IPC son evidentes, con teóricos efectos ligeramente ‘desinflacionarios’, al disminuir el peso de productos y servicios que han registrado subidas históricas en este tiempo atrás, como los alimentos, la electricidad o los combustibles. Por el contrario, lo ganan elementos que no se han mostrado tan volátiles, como la sanidad, el ocio o el transporte.

Se modifica también la metodología de medición del sistema energético

La segunda novedad responde a la introducción del mercado libre energético en la fórmula con la que el INE calcula el precio de la electricidad y el gas, los dos nombres propios de la inflación. Antes, cuando ambos mercados estaban a la par en cuanto a precios, se utilizaban solo los costes del regulado. A partir de ahora, con las diferencias existentes entre los dos por los considerables repuntes en la luz y el gas y la guerra en Ucrania, se usarán los dos.

El Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico alude que las fluctuaciones al alza del mercado regulado, dependiente del precio de la luz mayorista diario, a diferencia de la tarifa anual plana de los contratos fijos, generaba una distorsión de los precios, siendo más altas de lo que realmente eran. Además, el número de adscritos a la tarifa fija del mercado libre son más (60%) que los del regulado (40%). La entrada en vigor del mecanismo de compensación ibérica ha vuelto a igualar las tornas.

El INE, sin embargo, no ha sido capaz de calibrar los cambios que hubiese tenido en el IPC si este cambio se hubiese ejecutado ya el año pasado ni tampoco lo que ha cambiado concretamente en este primer dato con la nueva metodología para calcular la inflación. Argumenta para ello las dificultades para encajar ambos cálculos.

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