Jarro de agua fría del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre las previsiones de crecimiento económicas españolas para este 2023. Su recuperación será más lenta de lo esperado, según prevé uno de los organismos económicos mundiales de referencia. A pesar de que en 2022 estimara un crecimiento del PIB más elevado de lo esperado, ha recortado sus previsiones económicas para este año en una décima, rebajándolas hasta el 1,1%.
Así lo refleja en las conclusiones que se recogen en el Capítulo IV que radiografía la situación económica española dos semanas antes de la publicación del próximo informe de previsiones de la economía mundial (WEO, por sus siglas en inglés) que tendrá lugar en las próximas semanas. Un frenazo, después de que el crecimiento contabilizado del PIB del 5,2% el pasado año, que cuenta con la inflación como principal motivo.
La inflación empieza a profundizar en la economía
Tal y como señala el propio organismo, la economía se ha visto especialmente permeable a los devastadores efectos del aumento de los precios, la debilidad en los mercados de exportación, la menor confianza de ciudadanos y empresarios y el aumento de los tipos de interés.
Unos efectos de los que se espera que sigan teniendo rienda suelta para aumentar sus consecuencias en este año ante la incertidumbre general. Ejemplos de ello son el consumo privado, que apenas crecerá un 1,7%, un punto menos que el año pasado, y las exportaciones, que solo avanzarán un 5,1%, menos de un tercio del 18,6% logrado en 2022. Dos indicadores que anuncian que la recuperación será más lenta de lo esperado.
Estancamiento del empleo
La recuperación económica española está lastrada por el aumento generalizado y estabilizado de precios. Por lo que cuando la inflación suelte ese lastre, se podrá ver empezar a ver la luz al final del túnel. Contrariamente, este revés del FMI a la previsión de crecimiento del PIB nacional viene de la mano de la reciente tendencia de la inflación a moderarse, ubicándose finalmente en diciembre en el 5,7%, 1,1 puntos inferior a la del mes anterior. Pero sus efectos son más notables ahora, al haberse interiorizado.
Asimismo, los precios de consumo apenas crecerán un 3,7% este año, frente al 8,4% de 2022. Estos se esperan que se mantengan al alza por los efectos de la inflación de segunda ronda sobre los salarios, que crecen un 4,5%. Esto también se retroalimenta con el frenazo del empleo, que se estancará al ‘crecer’ únicamente un 0,5%. Poco más de 100.000 nuevos puestos de trabajo.
Todo este cóctel seguirá complicando el ajuste del déficit y la deuda, con ciertas dificultades para reducirse en los años anteriores por la pandemia. De esta manera, el déficit público crecerá una décima, hasta el 4,6%. La deuda, por su parte, quedará congelada en el 112,1% del PIB: siete décimas menos que en 2022.
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