El Banco de España (BdE) ha suavizado la euforia nacional desatada después de que la OCDE mejorara incluso las previsiones de crecimiento económico del propio Gobierno y colocara a España como un ejemplo de recuperación ante el reguero de consecuencias de la pandemia y la inflación. La economía española crecerá este 2023 un 2,3%. En ello coinciden el BdE y la OCDE. Sin embargo, el 2024 apunta a ser otra historia. El BdE ya no se muestra tan optimista como el Ejecutivo o la OCDE en su informe trimestral de proyecciones macroeconómicas, en el que ha rebajado sus expectativas de crecimiento.
Según el documento, la economía española se expandirá un 1,7% en 2024, lo que supone una reducción de dos décimas respecto a la estimación anterior, realizada en junio que fue del 1,9%. A ello contribuyen factores como el encarecimiento de la energía, el alza de los tipos de interés, la debilidad del contexto exterior y un menor crecimiento estimado para la segunda mitad de este año. "El PIB está mostrando un dinamismo comparativamente mayor en España que en otros países del área del euro”, afirma el supervisor bancario.
Estos, sin embargo, han sido capeados por los escudos sociales de ayudas desplegados por los gobiernos, que “seguirán actuando como un soporte de la actividad en lo que resta del año”. Pero volverán a tomar fuerza una vez comiencen a levantarse, como se ha comprometido con la Comisión Europea. En España fue clave la Excepción Ibérica.
Repunte de la inflación
Aunque el motivo principal de esta revisión a la baja es el efecto adverso de la inflación sobre la demanda interna, tanto del consumo privado como de la inversión empresarial. El Banco de España señala que la inflación se ha acelerado en los últimos meses, debido al encarecimiento de los precios de la energía y las materias primas, que se han visto afectados por la recuperación de la actividad mundial tras la pandemia y por los problemas de oferta y logística.
Esta conjunción de causas han provocado una pérdida de poder adquisitivo de los hogares y un aumento de los costes de producción de las empresas, lo que ha debilitado su capacidad para generar empleo e ingresos. El organismo prevé que la inflación se sitúe, de media, en el 3,6% (cuatro décimas más que en junio) este año y que aumentará hasta el 4,3% para 2024, lo que implica que se mantendrá por encima del objetivo del Banco Central Europeo (BCE) durante todo el horizonte de proyección.
El Banco de España alerta de que esta situación podría generar tensiones inflacionistas de segundo orden, es decir, que los agentes económicos ajusten sus expectativas y sus decisiones de consumo y salarios al alza, lo que podría dificultar el control de la inflación a medio plazo.
Asimismo, advierte de que una inflación elevada y persistente podría tener consecuencias negativas para la estabilidad macroeconómica y financiera, ya que podría erosionar la competitividad de la economía española y aumentar el coste real de la deuda pública y privada.
Menor encarecimiento de alimentos, mayor consumo
El precio de los alimentos se moderará en los próximos meses debido a la caída de los precios de algunos factores de producción, como la electricidad y los abonos, pero no desaparecerá por completo debido a los efectos adversos del clima sobre algunos cultivos en distintas regiones.
Asimismo, se observa un cambio en la composición del crecimiento, de modo que la demanda interna (consumo e inversión) cobra más protagonismo, con una contribución de un 1,2 %, mientras que se reduce la aportación de la demanda externa (exportaciones e importaciones) a un 1,1%.
El supervisor bancario también revisa al alza sus previsiones de consumo de los hogares, que crecería un 0,7 % este año, medio punto más que en sus anteriores estimaciones, y el del sector público, que aumentaría un 1,4 % (ocho décimas más). Por el contrario, se rebaja notablemente el incremento esperado para las exportaciones, que sería del 4 %, en lugar del 7,1 %.
En cuanto al déficit público, el Banco de España calcula que se situará en el 3,7 % del PIB este año, en el 3,4 % en el 2024 y en el 4,1 % en el 2025, mientras que la deuda pública se reduciría este ejercicio al 108,8 % del PIB; en el 2024, al 106,9 %; y en el 2025 al 107,9 %.
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