Vuelves de las vacaciones, quedas con tu amigo para contarle cómo ha ido tu viaje y ‘vualá’: no para de interrumpirte y no te deja terminar la historia. Seguro que te has sentido identificado con esto, ya que ocurre más a menudo de lo que pensamos y este comportamiento, aunque parezca común, tiene sus razones. Según la psicología las personas que no paran de interrumpir en las conversaciones lo hacen debido a factores sociales, culturales, neurológicos y emocionales que les afectan.
¿El motivo principal? La ansiedad conversacional y el miedo a olvidar cada parte de la historia que queremos contar. Aunque muchos piensan que interrumpir es por motivos de mala educación, no siempre es así. Según la revista especializada Psicología Social, parar la conversación para hablar nosotros es una respuesta compleja de nuestra mente a los estímulos conversacionales. “La necesidad de participar activamente, de conectar lo que escuchamos con nuestras propias experiencias y de no perder el ‘momento adecuado’ para intervenir, son impulsos que pueden llevarnos a hablar por encima de los demás”, explican los especialistas.
Ansiedad conversacional y el miedo a olvidar
En esta misma publicación, declaran que casi el 70% de las interrupciones se producen porque en nuestro cerebro se crea una reacción espontánea de asociación de ideas. “Mientras alguien habla, nuestro cerebro trabaja a toda velocidad: anticipa lo que va a decir, recuerda situaciones similares y evalúa si nuestra contribución será apropiada”, afirman.
Cuando no queremos perder el momento justo para contar nuestra experiencia o nuestra idea asociada a lo que cuenta el otro, se produce la ansiedad conversacional y las interrupciones se intensifican. Son diversas las partes de nuestro cerebro que están funcionando cuando escuchamos dentro de una conversación, ya sea de uno para uno o en grupo. “Cuando alguien nos habla, nuestro lóbulo temporal se activa para interpretar el lenguaje, mientras otras áreas evalúan si tenemos algo que aportar”, así como la necesidad de hacerlo cuanto antes para que no quede fuera de contexto.
La multitarea cerebral nos hace pasar directamente de la escucha activa a la preparación del discurso. Un proceso que es automático y natural, por ello, muchas personas no son conscientes de que están interrumpiendo hasta que ya lo han hecho. Aunque parezca una necesidad de imposición del que interrumpe, no siempre es por eso. Si alguien comparte una experiencia y nosotros hemos vivido una similar, sentimos una urgencia por compartirla porque el cerebro trabaja escuchando y procesando la respuesta simultáneamente. Asimismo, no es una necesidad de imposición de nuestro discurso, sino más bien de empatizar con el otro.

