Las dos monedas de euro que pueden desaparecer en breve

La Comisión Europea continúa decidida a retirar de la circulación las monedas de uno y dos céntimos. El motivo no es otro que los altos costes que suponen al Banco Central Europeo (BCE) la fabricación y posterior emisión de dos de las piezas de dinero en metálico menos usadas. Suele acabar siendo una práctica recurrente el hecho de perdonar su abono a la hora del pago, o, no hacerles caso si se encuentra alguna ejemplar por la calle.

Un ejemplo cotidiano que acaba ilustrando el pensamiento que esgrime la Comisión Europea. Ni su valor nominal, el que se le asigna a un determinado bien objeto de transacción, ni su comodidad ni si rango monetario, al fin y al cabo, acaban compensando lo que se invierte para ponerlas en circulación. Por ello, el organismo conserva intactos sus planes de que, a finales de 2023, dejen de acuñarse.

‘Stop’ a las monedas de uno y dos céntimos: ¿buena o mala idea?

A la magnificación de esta problemática ha contribuido una de las grandes protagonistas del último año: la inflación, que encarece todo lo que toca a su paso, como ocurre con los costes de fabricación. Las monedas no se crean de la nada: el acero recubierto de cobre con el que se fabrican y su acuñación, el otorgarle el valor nominal a esa moneda, tienen un coste.

Ante ello, a la iniciativa de la Comisión ya la valoran con positividad dos de cada tres europeos, tal y como indica el Eurobarómetro de 2019. Sin embargo, también existen detractores. Aquellos que creen que acabaría tratándose de una decisión contraproducente, al acabar alimentando a la inflación. Aunque en otras economías en las que ha ocurrido algo similar apenas se han experimentado cambios. De hecho, en 2019 ya se ‘cortó’ la emisión de billetes de 500 euros, aunque fuera con el objetivo de frenar actividades ilícitas como el blanqueo de capitales.

¿Cuándo dejarán de fabricarse las monedas de uno y dos céntimos?

La idea aún se mantiene sobre el papel, sin dejar de ser todavía teoría para convertirse en práctica. Un paso que del que todavía se desconoce la hoja de ruta, encontrándose en fase de estudio, a falta del punto común de acuerdo necesario al respecto. De momento, entonces, continuarán produciéndose. Pero también se valora mantener su producción, pero limitando los costes de su proceso sin lastrar en demasía la economía o ir haciéndolo de forma progresiva, como ha ocurrido en otros casos.