La entrada en vigor de la nueva selectividad se retrasa: no habrá cambios este año

A pesar de que se tenía prevista su entrada en vigor para junio de 2024, los estudiantes de segundo de Bachillerato harán frente este año a la última selectividad tradicional.

Selectividad
Se retrasa la nueva selectividad a 2025 EFE
Javier Martín

Se mantiene la selectividad tal y como se conocía. La nueva, por tanto, deberá esperar un año más para su entrada en vigor definitiva. El Ministerio de Educación ha anunciado que la nueva selectividad, que estaba prevista para el curso 2023-2024, se retrasa hasta el 2025. Esta decisión se debe, entre otras cosas, a los efectos de la pandemia de Covid-19, que ha dificultado la implantación de la reforma educativa y la adaptación de los centros y el profesorado, retrasando todo el proceso.

Aunque el motivo principal responde a la convocatoria de elecciones generales el pasado 23 de julio, momento en el que el Ministerio de Educación solicitó en las últimas semanas asesoramiento jurídico a los expertos para conocer la conveniencia de que un Ejecutivo en funciones como el actual llevara a cabo una gestión de un decreto que contuviera un cambio de considerables características. La respuesta fue ‘no’, a finales de mayo.

Un Gobierno en funciones no puede aprobar leyes o reales decretos, salvo que obedezcan a cuestiones de "extrema urgencia". El retraso de la nueva selectividad supone un alivio para muchos estudiantes, que temían enfrentarse a un cambio radical en el sistema de acceso a la universidad. Sin embargo, también genera incertidumbre y dudas sobre cómo será el modelo definitivo y cómo afectará a las opciones de futuro de los jóvenes.

Sin tiempo de adaptación

Además, por otro lado, se consideraba que no existía tiempo material suficiente para esperar a la formación del nuevo Gobierno, cuyo proceso de formación está siendo altamente complejo, tanto para PP como para PSOE, no descartando que se vuelva a llamar a las urnas. La formación que dirige Feijóo, que pidió una EVAU única, de hecho, fue la que solicitó su entrada en vigor en 2025.

Este periodo de tiempo extra se utilizará para acabar de pulir los últimos detalles de la norma e ir quemando etapas de su proceso de adaptación, pese a que la LOMLOE establece que los cambios de su artículo 38 deben introducirse en el mismo año en el que se implanta el currículo: “Las Administraciones educativas y las universidades organizarán la prueba de acceso y garantizarán la adecuación de la misma a las competencias vinculadas al currículo del bachillerato, así como la coordinación entre las universidades y los centros que imparten bachillerato para su organización y realización”.

“No íbamos a poder responder a las demandas de las comunidades autónomas, porque estamos en esta situación de provisionalidad. Y sabíamos también de la demanda del propio sistema universitario que pedía una prórroga de un año”, explicó el ministro de Universidades, Joan Subirats.

¿Cómo será la nueva selectividad?

Así, la nueva Selectividad incorporará algunos cambios de la LOMLOE, la nueva ley educativa, pero su formato no se modificará hasta junio de 2025 y no en junio de 2024, como estaba inicialmente previsto. A pesar de ello, la EVAU de este año recogerá cambios para adecuarse a las competencias de cada etapa. Particularmente, este año serán obligatorias Historia de España y Filosofía en segundo de Bachillerato.

La nueva selectividad pretende ser más flexible y personalizada, permitiendo a los alumnos elegir las asignaturas que más se ajusten a sus intereses y capacidades. Además, se introducirán cambios en el diseño y la corrección de las pruebas, buscando evaluar las competencias y no solo los conocimientos. También aumentará en un cuarto de hora la duración de las pruebas (hasta 105 minutos).

Se destaca, por otra parte, la reducción del número de exámenes obligatorios, la introducción de una prueba de competencias transversales y la posibilidad de elegir entre varias opciones dentro de cada asignatura. El objetivo de estos cambios es adaptar la evaluación a las necesidades y preferencias de los estudiantes, así como valorar sus habilidades y competencias más allá de los contenidos académicos.

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