El debate sobre los salarios bajos y el pluriempleo se ha instalado en España. Cada vez más jóvenes encadenan dos o más trabajos para poder pagar facturas y, aun así, se ven penalizados por el sistema fiscal. Según los últimos datos de la EPA, casi 600.000 personas en España compaginan dos empleos, alcanzando un récord histórico en el segundo trimestre de 2024, y la mayoría son jóvenes.
Detrás de estos datos hay historias como la de Joao Oliveira, un joven portugués de 28 años, que emigró a España para trabajar y que ha contado su testimonio en ‘LaSexta Xplica’ para explicar por qué, aun teniendo dos trabajos, apenas sobrevive.
Critica que tenga que tener dos empleos para poder sobrevivir
“Estamos hablando de no llegar a fin de mes, los jóvenes no llegamos”, denuncia Joao. “Yo, que soy pluriempleado, un sueldo es para pagar y el segundo es para sobrevivir, no para vivir bien, para sobrevivir mientras que las facturas suben y el alquiler está desorbitado”, explica su situación, que coincide con la de muchos jóvenes que intentan compaginar su vida con dos empleos, y aún así, no llegan a final de mes.
“Mi sueldo es como un suspiro, en cuanto llega se va”, añade Joao, que critica directamente al sistema fiscal español por golpear especialmente a los jóvenes que, para no quedarse atrás, aceptan cualquier empleo disponible. Pero lejos de premiar el esfuerzo, Hacienda castiga el pluriempleo. “Después nos piden que los jóvenes ahorremos e invirtamos. La primera vez que pude ahorrar, el dinero se me fue a la purga anual de Hacienda”, denuncia el joven bajo su caso.
“Tenemos un problema de vivienda”
La precariedad laboral se suma al problema de la vivienda en España, donde los jóvenes no solo se enfrentan a contratos temporales y sueldos insuficientes, sino que además ven cómo el precio del alquiler y la falta de alternativas les empujan al pluriempleo como única salida.
“Yo estoy a favor de pagar impuestos, pero es verdad que tenemos un problema de vivienda”, se queja Joao. La presión fiscal sobre los pluriempleados, combinada con el precio del alquiler, deja a toda una generación fuera del mercado inmobiliario, sin margen para ahorrar ni proyectos de futuro.
Además, Joao compara su situación con la de un empresario: “No creo que a un empresario, que tenga una empresa, no pueda dividir los beneficios porque si no le da beneficio… entonces, ¿para qué tienes tu empresa abierta?”. La diferencia, señala, es que al joven asalariado no le queda otra opción, mientras que los empresarios pueden jugar sus cartas en este sentido. O acepta cualquier trabajo, aunque sea encadenando jornadas interminables, o no llega a fin de mes.

