Intel, el mayor fabricante estadounidense de microprocesadores, acaba de anunciar que hará un recorte de plantilla que supondrá el despido de 24.000 empleados a lo largo de 2025, lo que supone aproximadamente un cuarto de la parte de su presencia laboral principal. La medida, que fue comunicada en la presentación de resultados del segundo trimestre, y al aparecer forma parte de una reestructuración global en la que se incluye la cancelación de inversiones industriales en Alemania, Polonia y Costa Rica, así como la ralentización de la construcción de su nueva macrofábrica en Ohio (Estados Unidos).
Según explica la compañía, en 2024 tenían 99.500 empleados en su núcleo central y prevé que termine este año con 75.000 trabajadores, es decir, los 24.500 trabajadores mencionados, tras ejecutar uno de los mayores procesos de ajuste de su historia. Tal y como explica para el medio The Verge el consejero delegado, Lip-Bu Tan, el objetivo es “crear una organización más ágil y eficiente”, después de años de pérdidas y de una erosión constante de su posición en el mercado de chips para inteligencia artificial frente a competidores como Nvidia y AMD.
Despidos en Alemania, Polonia y Costa Rica
Evidentemente, este ajuste en la plantilla tendrá consecuencias directas, al menos, en su estrategia internacional de Intel. La empresa, que ha cancelado sus planes para construir una “mega-fábrica” de semiconductores en Alemania, que iba a dar trabajo a 3.000 personas, y una planta de ensamblaje y pruebas en Polonia, prevista para otros 2.000 puestos. “No vamos a seguir adelante con los proyectos planeados”, se ha limitado a comunicar la compañía, que tampoco ha detallado si se mantendrán abiertas otras instalaciones menores en ambos países.
En Costa Rica, donde Intel ahora mismo cuenta con 3.400 empleados, se consolidarán las operaciones de ensamblaje y pruebas en Vietnam, lo que supondrá el despido de 1.400 personas, aunque apuntan a que más de 2.000 trabajadores seguirán vinculados a tareas de ingeniería y corporativas, según fuentes de la empresa.
En Estados Unidos, Intel también ha anunciado que ralentizará la construcción de su nueva planta en Ohio, una inversión estratégica que aspiraba a revitalizar la industria nacional del microchip. El director financiero, David Zinsner, ha defendido la decisión por la necesidad de “alinear el gasto con la demanda del mercado”, en un contexto marcado por el exceso de capacidad y la caída de los márgenes en el sector.
Pérdidas por más de 2.900 millones
El anuncio llega en un momento especialmente delicado para la tecnológica, que en el segundo trimestre ha registrado unas pérdidas netas de 2.900 millones de dólares, casi el doble que en el mismo periodo del año anterior, según consta en sus resultados remitidos a la SEC. Pese a ello, la cotización bursátil de Intel ha subido un 12% en lo que va de año, señal de la confianza de los inversores en el nuevo rumbo de la compañía y en la capacidad de su nuevo máximo ejecutivo, Lip-Bu Tan, que tomó el relevo en marzo.
El contexto sectorial ayuda a entender la magnitud del ajuste. Intel, líder indiscutible durante décadas, ha visto cómo rivales como Nvidia (que este mes ha superado los cuatro billones de dólares de capitalización bursátil) y TSMC han capitalizado el auge de la inteligencia artificial y el diseño de chips avanzados. La falta de visión estratégica durante la transición hacia los dispositivos móviles y la inteligencia artificial ha dejado a Intel rezagada, forzando ahora una reducción de estructura y una apuesta más selectiva por proyectos considerados estratégicos. El propio Tan ha reconocido errores en la política de inversión de la compañía: “Solo construiremos lo que los clientes necesiten y cuando lo necesiten, y nos ganaremos de nuevo su confianza”.
No es la única, ya que esta se suma a otra oleada de despidos en el sector tecnológico. Otras multinacionales como Microsoft y Meta también han anunciado recortes de plantilla este año, en un intento generalizado por contener costes tras el estallido de la burbuja pospandémica. En el caso de Intel, la empresa espera ahorrar 17.000 millones de dólares anuales tras la reestructuración, aunque advierte de que los efectos completos sobre la plantilla y la distribución de despidos por país “aún están por determinar”.
Para Alemania y Polonia, el frenazo de Intel supone un revés a las aspiraciones de ambos gobiernos por convertirse en polos de innovación en la industria del microprocesador, clave para la autonomía tecnológica europea. En Costa Rica, la decisión marca el final de una etapa iniciada en 1997, cuando Intel eligió el país centroamericano como base de operaciones para América Latina. La compañía asegura que mantendrá su presencia en actividades de ingeniería e I+D, aunque el impacto laboral es inmediato.
A medio plazo, el futuro de Intel dependerá de su capacidad para competir en el desarrollo de chips de última generación para inteligencia artificial y computación avanzada. Tan ha anunciado que los nuevos procesadores Panther Lake y Nova Lake siguen en calendario para finales de 2025 y 2026, respectivamente, y ha prometido una supervisión directa de todos los desarrollos clave: “A partir de ahora, cada diseño será aprobado personalmente por mí antes de entrar en producción”.

